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Bear in Heaven: Bendita psicodelia.

Interpretes: Prim Lane, Bear In Heaven. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 14 de abril del 2010. Asistentes: unas 250 personas.

Autor: El Humilde Fotero del Pánico

El cielo. Ese estado mental de sonrisa perenne al que los sicodélicos decían viajar ligeros de ropajes y sin moverse del sitio, montados en el bus de las sustancias psicoactivas, allá por los años 60-70 del siglo pasado. Un espacio en el que las arpas de los angelitos se habían cambiado por sitares hindús. Y ninguna canción era lo suficientemente larga ni progresiva como para tener que sacrificarla hasta que no hubieran transcurrido, qué se yo, unos 10 minutos.

De aquella época quedaron muchos grupos interesantes y más de un cerebelo triturado: Grateful Dead, The Doors. Y el podio de todos los cajones: Pink Floyd. Quien estuviera entrado en años seguro que se acordó de ellos – y de más de una historieta juvenil- el pasado miércoles en Donostia, con motivo de la actuación de los norteamericanos Bear in Heaven.

Porque, y más en sus discos, el ahora trío neoyorquino elabora sus composiciones bajo esa nueva suerte de sicodelia digital que han popularizado otros compatriotas suyos, Animal Collective: sonidos analógicos, mucha programación y voces etéreas repletas de efectos de sonido. Claro que, aburridos como estamos de que el árbol madre ofrezca frutos casi clónicos al original, la visita de estos osos celestiales fue casi angelical. Para elevar el alma y los pies del suelo. Atendiendo a ingredientes estrictamente musicales, por supuesto.

En su debut europeo sobre un escenario potenciaron las virtudes que mostraba su último CD “Beast Rest Forth Mouth”. Un buen trabajo que intuía más que ofrecía, una colección de temas bien vaporosos y entonados melódicamente a la manera de Perry Farell (Jane´s Addiction).

Pero si te plantas con un batería que toca como el ególatra de Metallica y le enchufas a tu equipo el par de pilas que te dejaste apagadas cuando grabaste el disco, la cosa mejora hasta convertirlo en el concierto más sorprendente que han visto nuestros ojos este 2010. La vitalidad, energía y la calidad de las canciones nos hizo sentirnos como el Buzz Lightyear de Toy Story: gritando para nuestros adentros aquello de “Hasta el infinito y más allá”.

Y casi conseguimos que nos llevaran al final del horizonte. Pero la banda fue víctima de la vida moderna y, tras acabar con la lista de canciones que cabían en sus aparatos electrónicos, tuvieron que volver a salir al escenario. Primero para disculparse por no tener más temas preparados. Y después, tras el griterío popular, para que la gente les hiciera darse cuenta de que hay casos en los que es mejor escuchar una canción ya interpretada a no escuchar nada. Por mí, y mira que odio eso de repetir temas, como si lo llegan tocar todo entero de nuevo. Y otra vez. Y otra. Como en un mantra. Sicodélico, claro.

[Artículo original ideado para el medio en cuestión , y que luego debió adaptarse y recortarse por problemas de espacio. La Foto es del Humilde Fotero del Pánico]

Publicado enCríticas de conciertos

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