Cuevas que dan luz

Es imposible no caer rendido ante Rodrigo Cuevas. Unos tras sus primeros strip-folks. Otros con la gira de bares. Otros con las programaciones teatrales. Otros gracias a sus colaboraciones. Otros con los conciertos a los que les llevan y salen, todos, todas, todes (¿fijasteis que el asturiano es el idioma más inclusivo por definición?) flipando. Esto no es una carrera, todo el mundo es bienvenido en el pequeño gran mundo del asturiano universal – con permiso de Víctor Manuel-.

Ahora ha sido el protagonista de un reportaje largo y extenso en la televisión. Merecido y necesario. Quizás demasiado rebuscado, viendo el perfil de los anteriormente entrevistados. Pero imprescindible para todes, los viejos fans y los que vendrán ahora.

Uno han descubierto y otros confirmado que las respuestas sencillas y razonadas, las tranquilas, son las más efectivas. Las que más desarbolan los bosques de cerrazón. Siempre con una sonrisa, Rodrigo Cuevas confirma sus amores por los pueblos con frases lapidarias: “La administración quiere combatir la España Vaciada con infraestructuras, pero en este pueblo vivía más gente cuando no había una buena carretera”.

Cuevas habla de cuando le obligaron a vivir en una, como bien suele explicar en sus conciertos, siendo mozalbete y teniendo que reprimirse. De cómo todo giraba alrededor del acusador. De sus comienzos, del pueblo en el que no había Bullying, de aquel curso de pandero con Eliseo Parra y de todo lo bueno que le ha dado echar la oreja a los mayores y escucharles entonar. Y disfrutar de su punto de vista abierto, sin complejos ni prejuicios.

Agradecido a los ascendientes y descendientes, ahora quiere reinvertir tanta enseñanza rehabilitando La Benéfica. “La diversión es el atractivo de los pueblos”, diría, o algo similar, en otra parte del programa, iluminando la imagen lúgubre que nos llega de lo rural a nuestros móviles.

El programa acerca a un Rodrigo tranquilo, más comedido que en las actuaciones sobre el escenario – aquí son 90 minutos, allí fueron tres días-, con las ideas tan claras como siempre. Cantando y bailando en el bar del pueblo rodeado de gente que disfruta de esa reunión abierta.

Le escuchas con una sonrisa, atiendes cuando está haciendo un tema basado en un canto de una señora mayor, te emocionas cuando suena un extracto de “Rambalín”, te obnubilas ante los trajes que gasta, le das la razón cuando te dice que no sabes ser galán ni rondar como se debe. Y le pega a las libertades que otro entrevistado en otro capítulo defendió mejores en plena dictadura o a finales de la misma. La cara de Dolph Lundgren del entrevistador aún se agita en mi iris, pero aquí no hemos venido a enfrentar ni a criticar. Solo a defender que ojalá hubiera más Rodrigo Cuevas en nuestras vidas. Y que si pasa por tu zona vayas a verle. Te lo agradeceremos todes.