Aquí vivía yo también

Oh, el indie. Esa cosa tan personal y tan burguesa. Esa etiqueta tan cerrada y tan cercana. Esa melodía tan secreta y luego amplificada. Muchos lo han intentado retratar. Algunos desde el suelo de su casa, haciendo fanzines o leyéndolos sobre la alfombra, poniendo discos que para ellos solo tenían una copia en el mundo, la suya. Otros, como Nando Cruz y su Pequeño Circo, desde el escenario, las luces, el artisteo y el Pequeño Ego. Ahora llega Joan Vich para ofrecer otro punto de vista, situado certera y elegantemente en la mitad de ambos mundos.

Joan es músico y ha sido mil y una cosas en el Festival Internacional de Benicassim. Y sobre muchas de ellas habla, de forma directa, sencilla, acogedora y a veces divertida en este “Aquí Vivía yo”. Joan ha sido “pisa alfombras” y “Triple A (Access All Areas)” y en estas páginas navega con finura entre cielo y tierra.

En la arcilla más sonora sabe transmitir la pasión que se sentía en los primeros singles de Belle And Sebastian (muy relevantes en esta publicación, y el FIB en su vida), es parte de la escena, de la ilusión, de la locura de aquellos primeros años. Retratando de manera muy hábil el manido indie, alejándose un poco para que el flash no le ciegue. Dejando fluir la pasión del musiquero y el fan sobre la necesidad imperiosa y amorosa, casi ardiente, de crear canciones, organizar conciertos pequeños y tocar en grupos.

El hilo integra y atrapa al lector, el visitante del tortuoso camping de piedra del FIB, el que rompe las chancletas del sudor, el que mira a los lados y ve que hay otros 7000 tarados como él viendo a aquel mini grupo inglés o vibrando con grupos españoles (ejem, estatales) que no pisaban su ciudad ni para comer un sandwich de carretera de camino a otra urbe.

Sube Joan en la escalera, y aumenta el jugo del zumo. Lo pequeñas, amigables y estresantes que pueden ser las oficinas de estos grandes eventos al principio y la insensatez de montarse un certamen de este pelo. Deja caer un par de precios de grupos por aquí – todos vacuos como los de los pisos de San Sebastián, para cuando los leas ya se han multiplicado-, un par de anécdotas por allá, un par de pinceladas de contratación de bandas, un par de nombres de gente que no suele salir en las fotos pero que conoces (PIAS), un par de momentos suyos personales bien emocionantes, un par de “la hostia”s que salen de tu boca sin querer…

Vich empatiza con el dolor del fan de Morrissey llorando en la barrera. Cuenta la gestión de la visita de Mister Falcon y sus camisas. Surfea sobre los siempre pesados tratos con la gente complementaria de algunos grupos gordos. Pone en su sitio a los ingleses, necesarios para que el certamen subiera como bien explica el autor. Visitando el museo de la nostalgia con sencillez y sin pena.

“Aquí vivia yo” es un diario personal que ya has leído porque ha estado debajo de tu cama escondido muchos años. Es la radiografía pública de un evento que fue seminal para miles de personas. Es un anecdotario que no necesita pasar la barrera para enganchar y emocionar con cercanía y emotividad. Quiero meter en alguna parte, pero no veo el sitio, que “Aquí Vivía Yo” podría ser el hermano pop de la “Toma de Tierra” de Bruno Galindo, y que donde allí se ve el humo de Bogart aquí se ve a un chaval que espera en la puerta a que le firmen el póster recién arrancado de la pared de Palma

Y si, la escena escocesa es la mejor del mundo, Joan