“Pasar de un turismo de masas a un turismo de calidad, atraer a turistas de largo radio e impulsar la sostenibilidad es la apuesta para hacer frente al fenómeno turístico de los próximos años. La sostenibilidad es un factor de competitividad, porque entrar en las prácticas de la economía circular permite reducir costes, sociales y empresariales. Cada vez los turistas lo valoran más y es también un elemento de diferenciación de producto”.
Diferenciación. De. Producto.
Eso son las ciudades, producto.
Con diferente envoltorio.
O eso antes, que ahora es un franquiciado general. 100 Montaditos ya no es una cadena, es el número de gente en las barras, pasillos de acceso o barandillas con vistas. Nuestro I+D ciudadano se centra en el “Talent(o esto de conseguir) House”. “Plato” hace tiempo que dejó de ser una definición del estado de la mar surfera para pasar a ser el soporte de los pintxos.
Queramos o no siempre iremos a remolque de otras ciudades más experimentadas. Donde nosotros vemos un carril bici ellos han pintado 50 kms nuevos. Si vendemos verde nos pasan Escocia e Islandia sin despeinarse. Si nuestro gancho es la playa contraatacan con 30 kms de arenal. Y cuando vendemos nuestra Gilda o la cheescake nos olvidamos, a veces, de ponerle copyright. O nos montan clones de aliexpress. Así no hay manera.
Debemos ser los primeros en algo. Hay que apostar, innovar, arriesgar, lanzarse. Que la economía circular sea algo más que dar vueltas en la rotonda de Garbera. Necesitamos algo que nos distinga. Y YO LO HE ENCONTRADO. Como detalle amoroso entrego mi “producto diferenciado” a la ciudad sin recibir nada a cambio. Aquí quedaría en la web de turismo actual.
Donostia debe hacer bandera, trapo, enseña y fuego artificial con sus corchopanes y cartonpiedras. Mostrarlos con el orgullo con el que se han firmado, elaborado y realizado. ´Porque a gente que viene de visita quiere vida, colorinchis, imputs, shocks, carcajadas, pasmo, fotos, vergüenza ajena. Y ahí debemos aparecer nosotros, orgullosos. Meandole a Japón y sus letreros verticales y mirando con desdén a Disney o Warner, unos putos amateurs.
Urge publicar una guía que visite los ejemplos más representativos de los barrios, que ahí sí que hay mandanga de la buena. No todo va a ser el centro y sus piedras viejas. Seamos francos, Europa tiene más pedruscos y mejor conservados aún, si cabe.
Se necesita abrir el turismo, los airbnb, hoteles, franquicias, cafeterías de amplias terrazas y los buses que cobran con Visa a todas partes. Porque el problema no que el turismo molesto llegue o no a los barrios. La pregunta es cuándo lo va a hacer. Y debemos acelerar todo lo posible ese punto. Está en nuestras manos.
Deberemos pedir, exigir, implorar ayuda a los políticos, quienes con sus leyes deben mantener el Sindiós actual. ¿Qué estamos, a turistas o ciudadanos? Que nos hunden el futuro turístico y eso sí que no, hombre, calla, rojo, antiprogresista. Nuestro objetivo es zumbar imanes de frigorífico a 4 euros usando las piezas que otros no quieren. Salir en el Times con letras más grandes que esos aislantes. Vender postales con lo más granado de la cuestión. Qué digo postales, ¡colecciones de ellas! Ofrecer en los cercanos bares el pintxo “Tortilla ventilada” a 5 pavos. Montar el “Madremia Plastidecor Daltonic Sostenibility Astea”
Habrá que crear un hashtag guapo (#DonostiaSanCorchopan? #DonostiaSATEbastian?), invitar a la gente a que suba fotos a sus redes sociales y ser adalid, estandarte, faro, guía y cabeza de león de algo. ¿De algo tan abyecto, libre, colorido, alocado, libre, cutre, desmesurado y desmadrado como eso de poner cartones endurecidos en las fachadas de los edificios? Por supuesto, es más importante la presencia en el top que el tema que te lleva ahí. En eso se basa el turismo hoy en día.