Diálogos de fin de semana

Turismo interior es el que se hace sin salir de tu población o provincia y el que te lleva a tus adentros sin moverte del sitio. Tuvimos de esto y aquello el pasado fin de semana. Con arte tabernero y museístico, rock y danza, chicas y chicos, fresquete y tórrido, de sol y sombra. Terso y suave, como somos nosotros.

El viernes tocó Museo. En San Telmo los organizadores montaron un acto multidisciplinar alrededor de la Expo de Chillida y Oteiza. Una guía complementaria, viva y variada ofertada por la cantante Maite Larburu y los bailarines de Kukai Dantza Taldea. Ellos y ella, los del músculo estirado, calentaban en el Salón de Actos antes de empezar la función. Ella, la música, salía y entraba del lugar concentrada cual Simone Biles antes de ejecutar sus ejercicios imposibles.

Tras el aviso de seguridad (“Tened cuidado con las piezas expuestas, no os vengáis arriba en la visita”, dijo la presentadora olvidando por un momento que los vascos somos expresivos como una mesa y que “venirse arriba“ solo puede referirse a los precios) disfrutamos sobremanera del paseo cultural. Fuimos turistas en nuestra casa. Nosotros y los del siguiente pase, ambos agotados desde hace días.

Ella, Maite, cantó canciones folk, tocó el violín y recitó un juguetón poema deconstruído (¿docensotruid?) y reconstruído como los apóstoles de Aranzatzu. La compañía de danza comenzó tradicional y acabó vanguardista, como los autores de la muestra. Fue un caminar atento, precioso y cercano que más que explicar complementó, sazonó y ensanchó la muestra escultórica.

El sábado fue día de calle, de taberna, de cerveza fresca, de música en los bares, de amigos y conocidos. Rudiger vino en formato dúo a La Bodeguilla donostiarra en lo que fue, y flipado me quedé, su primer concierto en un bar.

Felix Buff y Joseba Irazoki encandilaron a los y las presentes, todos con menos de un grado de separación respecto la creación musical. Irazoki estiró las cuerdas y pisó los pedales, a los que les intuyo más poderes como encender las luces de casa, lanzar misiles y pedir cosas a Thomann sin gastos de envío.

Felix Buff fue Feliz Buff. El autor, que le pega duro en otros grupos rockistas, despliega en este proyecto toda una oda a las melodías tranquilas. Esas que hacen bueno a Kevin Morby, el folk ácido norteamericano más pausado y los atardeceres sin hostias ni fotos de caipiriñas. Tuvo a bien recuperar una canción preciosa del bilbaíno Unai, y soñamos con eliminar de su repertorio la afamada “Medication” por pasarse el límite de velocidad actuante. Saludamos a los muchos conocidos al acabar, despotricamos del reggae que eso siempre es bueno y reconfortante, vimos en acción a Jon Iraundegi sacando fotos y nos retiramos, también tranquilos, a que la ciudad nos volviera a engullir después de este precioso Kit-Kat.