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Etiqueta: Sidonie

Sidonie: viviendo en la selva pop

El disco “Sierra y Canada” confirma la eterna buena forma de esta banda catalana

El trío calavera (ahora quinteto en directo con la suma de un guitarrista y un teclista) más festivo del pop nacional retorna a esa Donostia que siempre les ha recibido con salas llenas. ‘Tenemos muchas ganas de ir. Ya hemos cogido sitio para cenar bien, importante para dar un buen concierto‘, nos cuenta el cantante Marc Ros, quien confirma que aún son unos chavales en edad de merecer – acaban de cumplir 18 años como grupo-. ‘Algunas cosas mejoran con la edad como el vino o Leonardo Di Caprio. Ahora disfrutamos mucho más de componer e interpretar música que cuando teníamos veinte años. Entonces nos movía la rabia y todo tenía que ser veloz. Ahora disfutamos de los preliminares‘.

Un amor, y sus dolores, que ha inspirado el último CD, “Sierra y Canada”, una colección de canciones con mucha carne de canción memorable. Ahí está para demostrarlo “Un día de mierda”, que une asincronías, comida quemada y frases a destiempo. O recuerdos a los eternos segundones, caso del tema dedicado a Andrew Ridgeley. ‘Yo me sentía muy identificado con Andrew «El feo de los Wham». De adolescente me sentía lleno de complejos y siempre había un George Michael cerca. Llegó un momento en que transformé mis defectos en virtudes, sólo en ese momento empecé a vivir. Ahora digo con orgullo que soy «El feo de Sidonie»‘.

Un álbum, y esto es novedad, bañado en sonidos sintéticos, una decisión voluntaria que afecta a la hora de componer. ‘Sin duda. Si viviéramos en la selva y sólo tuviéramos flautas de madera nuestras composiciones serían muy diferentes. Como era consciente de esto, guardé la guitarra y me compré un teclado antiguo. Deseaba que mi música sonara diferente y creo que en “Sierra y Canadá” hay canciones que no parecen que las haya compuesto yo’.

Al escucharlo tan sofisticado y acolchado uno se acuerda de AIR, idea que comparte el entrevistado. ‘Son un referente para nosotros más allá de su obra maestra «Moon Safari» (1998) y aunque parece que ya no sean capaces de hacer canciones tan redondas siguen teniendo un gusto exquisito en los arreglos y en la producción’.

Sidonie: Hongos rockeros

Mira que la nueva obra de Sidonie, concebida en castellano, tiene un nombre extraño: ‘El fluido García’. Parece más de Mortadelo y Filemón que para un disco. El título proviene de una novela de finales del siglo XIX, ‘El Anacronópete’, que habla de la máquina del tiempo. Aparato en el que se debieron montar estos chicos para enfocar sus nuevas canciones.

El nuevo CD suena como un tiro, quizás por haber sido grabado en directo, con los tres colegas tocando a la vez. Rebrota, con mucha energía, y de manera agradecida, la sicodelia británica de finales de los 60. Han utilizado el polémico primer corte, ‘El bosque’ (su vídeo narra las andanzas sicotrópicas, reales, de Sidonie tras un concierto ofrecido en Galicia; en Francia se prohibió su difusión) como presentación de lo que nos vamos a encontrar.

Una canción, y un disco, brioso y directo. Agitado pero no revuelto. Con buenas armonías. De sonido sucio, con guitarras potentes y bajos casi quemados. Influencia de Jack White y sus Raconteurs. «Discos como ‘Consolers of the Lonely’ han sido determinantes en esta ocasión», explican.

El disco muestra también un menor apego por el pop de producción más blanda que llegaron a rozar con ‘El incendio’ o ‘Fascinado’. Se dejan de comistrajos parar recuperar la libertad creativa a la hora de construir unas canciones llenas de «capas e intensidad, tanta que a veces abruma. Es necesario masticarlo. Si haces este ejercicio vas a descubrir las composiciones y al grupo».

Canciones entre las que destacan el mencionado corte inicial, la arrebatadora ‘Perros’ o el largo arranque a capela de ‘Bajo un cielo azul’. También sobresale el británico estribillo de ‘A mil años luz de ti’ y sus arreglos siderales, incluido un final muy balanceado. O ‘El aullido’, que remarca su lado más popero. Con unas letras que han definido como «abstractas, más abiertas, universales, repletas de paisajes».

Sidonie estarán hoy en la fiesta colectiva del donostiarra Gazteszena y anuncian que «el disco es muy potente y lo vamos a tocar entero, con la ayuda de David T. Ginzo. Recuperando y adaptando algunos temas antiguos al nuevo enfoque y cuidando el tema visual».

Festival Donostikluba 2008 : 24 Hour Party People

Intérpretes: Gentle Music Men, Sidonie, La Habitación Roja, Bez. Día: 11 octubre 2008. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Asistencia: unas 600 personas.

El pasado sábado echaba la persiana el Festival Donostikluba 2008 con buenos números y elegante oferta global: Una media de 500-600 asistentes por día (exceptuando la velada hip-hopera, que dejó los números en la mitad) basándose en bandas poperas y rockeras nacionales y algún puntal foráneo de renombre se puede considerar un rotundo éxito en los días que corren.

La víspera del Pilar nos sorprendió donde menos lo esperábamos y nos confirmó nuestros peores temores en las actuaciones más aplaudidas. Los catalanes Gentle Music Men se colocaron en la zona positiva de nuestra puntuación. Basándose en una música pop clásica y elaborada con un gusto exquisito, su oferta podría enclavarse en un hipotético punto donde los Decemberists se encuentran con los Housemartins y Mika. Lástima de voz, con ese tono tan particular ante el que era imposible quedarse indiferente. Y lastima de discursos interminables entre canciones. Que un concierto no es una convención demócrata, amigo.

La gente había ido a ver a Sidonie, y disfrutaron de lo lindo con las tonadas del grupo barcelonés. Con sus continuas jaleadas en busca de palmas y su pop en castellano a ratos sicodélico y otras melódico (los fans pueden cambiar de párrafo aquí), su propuesta se asentaba en la radiofórmula de estilismo maqueado pero tan monótona como el resto de convites musicales que nos abrasan la vida. Su camino es muy similar al que ha tomado Deluxe, concentrando sus virtudes en mostrar un concierto impecable sobre un modelo de canción sin apenas variaciones.

La Habitación Roja demostró que son los capitanes del indie rock nacional. Empezaron disfrutando ellos sobre el escenario, sin fisuras en la ejecución, y contagiaron a unos espectadores que se sabían de carrerilla muchos de sus éxitos. También se les podría achacar cierto mimetismo, pero en su caso la cosa no fue tan grave y tediosa.

Lo mejor vino al final, con la performance hooligan del Happy Monday Bez. El hombre que tocaba las maracas en la formación de Manchester sigue con su rol de animador.

Con un DJ de apoyo perfecto en la sucesión de hits (EMF, Cypress Hill, Primal Scream, Blur y los favoritos de John Peel, los Buzzcocks), el macarrilla inglés sigue con la vista perdida y azuzando el cotarro con el micro como si aquello fuera un karaoke brit de un hotel de Tenerife.

La audiencia se entregó a la parranda sin contemplaciones, subiendo en ocasiones al escenario y chillando ante cualquier acercamiento del baranda “a un vodka pegado” al borde del escenario. Si lo hubieran colocado en el cartel un par de horas antes, la sala Gazteszena se cae a pedazos.

Sidonie: Trío calavera

Más de tres centenares de personas se acercaron a la sala Zibbibo donostiarra (no sólo de Rock Star vive Illunbe) a ver y disfrutar con el concierto de los catalanes Sidonie.

Nacidos como trío y plantados como quinteto, con la suma de dos estajanovistas en forma de percusionista y teclista, los chicos venían a presentar Fascinado, su cuarta publicación musical y la primera de sus aventuras en castellano.

Poco les importaba a los fans de la vieja escuela allí presentes, esos que reventaban el Bukowski donostiarra cuando estos chicos eran unos completos desconocidos, que ahora les haya dado por emplear el idioma de Cervantes para cantar sus temas.

Unas canciones ‘hispanas’ que, quien sabe si por conocer la calaña de los presentes o porque realmente la gira se ha montado así, iban goteando su aparición en la lista de temas. Y si algo nos quedó claro es que el tracklist estaba montado de manera mucho más inteligente y efectiva que en anteriores visitas.

Ahora se disfruta, y mucho, de su puesta en escena, y no como antes, que aquello parecía el Club de la Comedia con música de fondo. El bajista no ha perdido ni un ápice de chispa (ni de laca en el pelo), y cuando se suelta con la voz no desmerece en absoluto. Quién pudiera tocar el sitar como él.