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Etiqueta: Marc Ribot

Marc Ribot´s Ceramic Dogs: excelencia informal

Intérpretes: Marc Ribot (guitarra, voz), Shahzad Ismaily (bajo, teclado), Ches Smith (batería, eléctronica). Lugar: Club Victoria Eugenia (Donostia). Día: 30 de abril. Asistencia: lleno, unas 120 personas.

Menuda celebración del Día Internacional del Jazz – 30 de marzo- tuvimos en Donostia: Marc Ribot y sus Ceramic Dog en el selecto Club Victoria Eugenia. El Director del Jazzaldia Miguel Martín hizo los honores, presentando a Ribot como “el músico que más puentes ha creado entre el jazz y el resto de las músicas”. Y si al grupo le quedaba alguno por transitar seguro que los anduvieron ayer. ¡Qué excelencia la suya! Sonaron naturales como en una Jam Session y capaces como maestros. Fue una Master Class con visos de informalidad.

Los perros cerámicos llegaban cabreados. Su último disco “YRU Still Here?“ potencia el lado punk de la banda. Hubo broncas para “La Migra” (la policía de inmigración de EEUU), los excesos virtuosos y Donald Trump, mientras se colaba el hip-hop/spoken word como vía expresiva y el rock chandalero como estilo pegador.

Pero nada era puro, nada corría anodino entre las canciones. Convirtieron el tema que titula su último CD en una preciosidad al ukelele. Hubo pasajes dignos de la Velvet Underground, ácidos momentos aflamencados y funk desenfrenado (“Freak Freak Freak On The Peripherique”), entre otras lindezas. El batería desatado que escupía al aire, el bajista que tocaba dos instrumentos a la vez y el magnífico Marc Ribot volvieron a ofrecer un concierto mayúsculo. Aunque para resumen breve y conciso, el que mi vecina de concierto le dio a su pareja: “no sabría definirlo, pero me ha parecido excelente”.

Jazzaldia 2016: Grupos y solistas de lujo para la Jazz Band Ball inaugural

«Es que yo no entiendo estos estilos», «Pero si no tocan canciones conocidas», «Si no se puede corear no es mi música», «La gente aplaude antes de acabar la canción y me agobia no saber cuándo hacerlo». Frases que se escuchan en tabernas y paseos cuando hablamos del jazz, ese estilo que vuelve a ocupar un espacio relevante en la parranda inicial del Jazzaldia, la conocida como Jazz Band Ball. Pero no teman. Desde este espacio intentaremos traducirles o acercarles las virtudes de algunos de los ejecutantes cobijados bajo este paraguas inaugural.

Poca enseñanza necesita Gloria Gaynor, la dama de la música disco (jóvenes, es ese estilo bailarín con tonos poco chirriantes que no tiene el bombo al volumen 11) cuyas actuales fotos de promoción bien podrían usarse para anuncios de champús. Ella será la encargada de agitar la arena esta noche.

Una propuesta ideal para el baile a lo suelto de ‘viejóvenes’ y mayores, quienes disfrutarán con las canciones propias y versiones (la Gaynor se ha merendado temas de Jackson 5, Barry White, Donna Summer o The Police con festiva alegría) de esta gran cantante que mantiene el tirón más allá del archiconocido ‘I Will Survive’ (esto nos evitamos traducírselo, porque nos da como resultado un título de Mónica Naranjo). Y se anuncia la colaboración del coro local Easo-Araoz, 16 personas que abandonan sus ‘taberneras’, ‘revoltosas’ y ‘bribonas’ habituales para acicalar las últimas canciones del evento.

Y qué decir de Marc Ribot y sus Young Philadelphians (traducible por «menudo lujo, y sin pagar una entrada para verles»), quienes hace poco maravillaron bajo techo en el cercano Auditorio Kursaal. El proyecto más ‘negroide’ de Ribot (homenajea a su manera el sonido de Isaac Hayes y allegados) es una gozada para los sentidos.

Esperemos que la concordia que nuestro ayuntamiento capitalino propone en su última campaña promocional se muestre en este bolo, con fans, paseantes, charlantes y ‘empujacoches’ de niños unidos en libre y feliz armonía para disfrutar de los soberbios tonos de esta banda. Que nos conocemos…

En la rama de «no sé si me lo pondría en casa pero hoy me ha entrado de maravilla» nos topamos con los equilibrios del idolatrado guitarrista Terje Rypdal -autores del nivel de Jeff Beck, Andy Summers o Nels Cline le colocan en su lista de favoritos-. El noruego viene con otros conciudadanos, Elephant 9, para mezclar la etiqueta del día con la música clásica, el ‘world music’ y las enseñanzas de Miles Davis.

Con cierto toque más clásico se presenta el trío de estrellas Cyrus Chestnut (piano), Buster Williams (bajo) y Lenny White (batería). Todos juntos suman un currículo inigualable, pero no les aburriremos con nombres y distinciones. Tan solo diremos que su gusto es sublime y sus creaciones atrapan hasta al más rockero.

Unos logros que tampoco le faltan al fantástico trompetista Dave Douglas y sus High Risk (literalmente, ‘Alto riesgo’. Estos no engañan con su nombre), quienes juguetean con la electrónica sin que el resultado sea demasiado contemporáneo («arriesgado, marciano para los oídos menos entrenados»). Tampoco pongan esa cara de susto, que Douglas viene más por la ciudad que ‘gure’ Bruce Springsteen y sus fechorías cuentan ya con un buen número de seguidores locales.
Los amantes del blues podrán disfrutar de los paseos armónicos de John Nemeth

Los amantes del blues que no hayan tenido suficiente con el reciente festival de Hondarribia (frase retórica, nunca tienen suficiente) podrán disfrutar de los paseos armónicos del galardonado como mejor artista en los Blues Music Awards 2014, Mr. John Nemeth. Y como estrella local, el siempre enérgico Paul San Martin, quien retorna al festival en compañía del baterista Romain Gratalon.

Hay más cosas para picotear y deleitarse. O simplemente otear un rato y seguir el camino de baldosas cerveceras. Hasta pueden salir a cazar pokemones y dejarse llevar por esos sonidos que les rodean. Mas no vamos a darles todo masticadito. Que tampoco somos todos estudiantes de Musikene, demonios. Lo único que deben tener presente es el verbo ‘disfrutar’. Y el atento lector cuenta en esta jornada inicial con muchas actuaciones a coste cero para su bolsillo en los que poder encontrar la música que en ese momento le pide el cuerpo.

Marc Ribot: Domingos fenomenales

Intérpretes: Marc Ribot (guitarra), Jamaaladeen Tacuma (bajo), G. Calvin Weston (batería), Mary Halvorson (guitarra), más un trío de cuerda. Lugar: Sala de Cámara del Auditorio Kursaal. Día: 15 de noviembre del 2015. Entrada: unas 500 personas.

Nuevo salto mortal con tirabuzón del ecléctico e inabarcable guitarrista Marc Ribot, habitual en las plantillas de algunos de los nombres más grandes de la música (Tom Waits, Elvis Costello). La excusa se llamaba “ Young Philadelphians”, una formación que se anunciaba como “mezcla de Funk y Ornette Coleman” y que nos borró de un plumazo la habitual modorra del domingo con su apabullante velada. Pueden dar fe de ello los abundantes miembros de las “Nuevas Generaciones Culturales” de nuestra sociedad. Guitarristas, escritores o cineastas que atendían encantados a la nueva clase magistral del norteamericano.

Ribot era el centro oficioso, indicando con la mano y sobre la marcha los cambios de sección dentro de las canciones. Un detalle que añadía al acto la frescura de un ensayo. Tras el guitarrista se sentó un batería con más piezas en su instrumento que las que regalaban las cajas de ahorro en su día. Y no le sobraba ninguna. Ni siquiera el doble bombo con el que la banda jugaba a deconstruir unos temas disco-funk para más tarde derrapar por los cielos creativos (“Fly robin fly” fue el caso más claro de esta dicotomía juguetona). A su vera el bajista se encargaba de asentar todo el engranaje sonoro y la guitarrista Halvorson respondía al protagonista con dibujos igual de libres. Espasmos similares a los que la dama ejecutó con Anthony Braxton en nuestro Jazzaldia hace años.

Solo el trío de cuerda, bailarín durante toda la velada, asían la banda a la tierra. Porque no crean que los temas homenajeados se apoyaban mucho en la partitura original. Sin ir más lejos, el “Betcha by golly wow” (The Stylistics) dejó intuir el romanticismo original para regalarnos un solo de batería tan integrado como alocado. Con dicha melodía cerraron el set antes de regalarnos el “Love Epidemic” de los Trammps. Supongo que una despedida con el Auditorio puesto en pie aplaudiendo es el mejor ejemplo de que los domingos, con Ribot, son unos días fenomenales.