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Etiqueta: Los Secretos

Los Secretos: secretos populares

Intérpretes: Alvaro Urquijo (voz, guitarra), Ramón Arroyo (guitarra), Jesús Redondo (teclado, coros), Santi Fernández (batería), Juanjo Ramo (bajo, coros), Txetxu Altube (guitarra, coros). Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Día: 26/02/2022. Asistencia: lleno, unas 1800 personas.

“¿Sabéis cuál es el secreto de “Los Secretos”? La respuesta la tengo aquí, delante de mis ojos”, dijo Álvaro Urquijo en un momento de su actuación donostiarra. Y no le faltó razón. Sus seguidores siguen llenando nuestro auditorio gira tras gira. Normal que no tengan grupo tributo. Los Secretos han sabido enganchar a sus fans, avivando la brasa que dan sus propias melodías y ofreciendo lo que sus acérrimos más desean. Y todos encantados, oiga.

Así como hay “slow food” y “slow travel” podríamos hablar de “slow pop” en su caso. Porque el grupo madrileño defiende los viajes tranquilos al trantrán – sobre todo en la primera mitad de su set- , apoyando la melancolía de mirar por la ventana sobre un fondo sonoro pulcro y reluciente. Bien ayudado por unos coros que destacaron en las calmas (‘No digas que no’) y se quedaron en colchón detallista cuando subía el volumen.

Hubo muchos títulos apuntados en el folio, más de 25. Estaban las famosas, las clásicas y las que bailaron ustedes en aquella discoteca. Escuchamos cortes del pop español clásico que han abanderado (‘Y no amanece’) y piezas dignas del folk-rock norteamericano (‘Ponte en la fila’). Adjuntado ejemplos de la new-wave británica (‘No me falles’), las rancheras (‘Échame a mi la culpa’), el country (‘No me imagino’) el soft-rock (‘Buscando’) y las baladas (‘Hoy no’). Con algún recuerdo ocasional al fallecido Enrique Urquijo (‘Hoy la vi’) y todos esos pelotazos que no han leído aún y que la falta de espacio impide detallar: ’Ojos de gata’, ’Pero a tu lado’, ‘Agárrate a mí María’…

Del minutaje previsto (dos horas y media) tuvimos que comernos varios minutos para poder entregar este texto que están leyendo ahora. Pero no creo que el reprís final hiciera bajar la nota de un concierto que, como suele suceder en las citas del sexteto castellano, supo mantenerse en la inagotable y aplaudida nostalgia de sonidos impolutos.

Texto publicado en El Diario Vasco

Los Secretos: Placer adulto

Famoso es el anuncio televisivo que usa las palabras de nuestro titular para evocar el efecto de sustituir sexo por chocolate. Una fórmula sucedánea que, basada en la encefalina, también parece servir para los decaimientos leves o depresiones leves. Mundos emocionales en los que Los Secretos se mueven como pez en el agua. Con tantos desamores en sus letras los imaginamos pidiendo las onzas por camiones.

Claro que uno también puede echar mano del cacao cuando los años se le agolpan en el carnet. Y entre sonrisas pegarle un tarisco a la tableta de turno recordando correrías pasadas. Y eso también nos sirve para describir a la banda de Álvaro Urquijo. No tanto por evocar a aquellos años de La Movida que les tocaron de refilón, sino por asentarse firmemente en el rock adulto. Eso que los estudiosos llamaron AOR (“Adult Oriented Rock”, rock orientado a los adultos) y que los madrileños llevan como bandera, tatuaje y estigma.

La foto de la explanada de Sagües confirmó nuestra teoría. Allí había más maduros que en cualquier otro concierto de la Semana Grande. Gentes que acudieron a la cita en forma de apnea conmemorativa, adentrándose en los recuerdos de cuando no tenían cargas familiares o laborales y corrían libres por tabernas y playas. Como bien supondrán, Los Secretos les dieron lo que buscaban. Calma chicha y buenas melodías.

Los Secretos: un estilo propio

Intérpretes: Los Secretos. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 20 de junio del 2015. Asistencia: lleno, unas 500 personas. Entradas: 30 euros.

Abanicos. Amigos, lo que tenéis que vender son abanicos de vuestra banda. El pasado viernes habrían volado del tenderete de ventas. Porque la sala donostiarra presentó un acalorado reventón. Poco importó la calorina a los cincuentones asistentes que coreaban y sacaban fotos con los móviles. Frente a ellos estaban Los Secretos, una de las bandas más longevas del pop nacional.

El grupo que mejor se ha currado el “Product placement”: Photocalls y lonas de los patrocinadores acompañaban la presentación de “Algo Prestado”, ese nuevo CD de los madrileños en el que homenajean algunas de sus canciones preferidas. Álvaro Urquijo avisó que estas tonadas irían intercaladas entre otras propias. Y tras la latina “Échame a mí la culpa” llegaron “Margarita”, “Entre tú y yo”, el toque country de “No me imagino”… Todas bien empastadas, propias de ese “sonido Secretos” popero, ejecutado a las mil maravillas y de rasgados ligeramente americanos.

Entre aplausos y comentarios del cantante llegamos a la zona final, espacio en el que la velocidad de crucero sufrió algunas turbulencias con la llegada de “Ojos de gata”,“Por el bulevar de los sueños rotos”, “A tu lado”, “Ojos de perdida” y el impepinable “Déjame”. La gente felicitó por adelantado el cumpleaños al cantor (es hoy) y les sacó un par de bises con canciones como “Sobre un vidrio mojado” y esa “Gracias por elegirme” que cerró la velada de dos horas.

Los Secretos: Pop textil

Intérpretes: Los Secretos. Lugar: Sala Rock Star (Donostia). Día: 08-02-2008. Asistencia: unas 750 personas.

Tras el concierto donostiarra de la banda madrileña vuelvo a casa en coche. En la radio una locutora habla sobre las nuevas categorizaciones textiles presentadas por el Gobierno. Y pienso que esas nuevas medidas podrían valer para comentar el concierto que Urquijo y los suyos dieron en una “hacía-tiempo-que-no-la-veía-tan-llena” sala Rock Star de la capital guipuzcoana.

Lo suyo puede caber en una definición de tipo diábolo, con un estrechamiento (de popularidad) en la zona central para abrir de nuevo el cuello en la franja final. Pocas bandas en activo con tantas paradas en restop de carretera pueden doblar la asistencia a sus conciertos de un año para otro sin haber sacado nuevo disco.

Bueno, miento, que su compañía ha publicado un recopilatorio de sus últimos 30 años que los autores critican por lo bajini a través del micro pero que aplauden a rabiar viendo la congregación de gente que no va a volver a ver un concierto de pie en lo que queda de 2008.

Porque gran número de ellos y ellas, que en las anteriores Olimpiadas ya habían cumplido los 40 tacos y que hace tiempo que adoptaron el modelo campana (o barril, en el caso de ellos) a la hora de mirar los estantes de las rebajas, se acercan a la cita con ansias de rememorar el romanticismo juvenil de sus años más locuelos. Así, mientras unos aprenden en el Expoerotikus del Kursaal nuevas maneras de menear sus carnes, otros ya bastante asentados deciden darse un baño de amores y desamores y miradas lacrimosas tras la ventana.

Y en eso Los Secretos no fallan. La fórmula que mezcla tonos country (salvo cuando las canta el bajista, que parecen narcocorridos) y melancolías poperas patrias sigue firme y sin apenas variaciones. Así no hay capacidad de sorpresa entre los viejos fans que pueblan la sala, personas que jalean y corean casi todas las canciones.

Podríamos decir que su estilo musical es, según las nuevas maneras textiles, del modelo cilindro, con una total simetría entre el inicio y el final. Aunque se agradece que recuperen los temas más concisos y directos de su discografía frente a los estiramientos guitarreros de los últimos años, uno no puede quitarse la cabeza la idea de si la máquina no emplea nuevos patrones es porque no quiere o porque ya está mayor para cambiar.

Poco importa el comentario. Tras 90 minutos de tiempo real disputado sobre el escenario Los Secretos se despiden repitiendo una de sus más afamadas canciones a capella mientras a la gente le hacen chiribitas los ojos y la voz. Los Secretos siguen rezumando dignidad en cada rasgado de su colección de melancolías. Aplaudamos que en el panorama popular musical haya esta suerte de bichos raros que dignifican el trabajo de crear canciones, porque las grandes marcas seguirán intentando hacernos entrar en tallas, modelos y envases que ni nos gustan ni queremos tener.