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Los Secretos: Pop textil

Intérpretes: Los Secretos. Lugar: Sala Rock Star (Donostia). Día: 08-02-2008. Asistencia: unas 750 personas.

Tras el concierto donostiarra de la banda madrileña vuelvo a casa en coche. En la radio una locutora habla sobre las nuevas categorizaciones textiles presentadas por el Gobierno. Y pienso que esas nuevas medidas podrían valer para comentar el concierto que Urquijo y los suyos dieron en una “hacía-tiempo-que-no-la-veía-tan-llena” sala Rock Star de la capital guipuzcoana.

Lo suyo puede caber en una definición de tipo diábolo, con un estrechamiento (de popularidad) en la zona central para abrir de nuevo el cuello en la franja final. Pocas bandas en activo con tantas paradas en restop de carretera pueden doblar la asistencia a sus conciertos de un año para otro sin haber sacado nuevo disco.

Bueno, miento, que su compañía ha publicado un recopilatorio de sus últimos 30 años que los autores critican por lo bajini a través del micro pero que aplauden a rabiar viendo la congregación de gente que no va a volver a ver un concierto de pie en lo que queda de 2008.

Porque gran número de ellos y ellas, que en las anteriores Olimpiadas ya habían cumplido los 40 tacos y que hace tiempo que adoptaron el modelo campana (o barril, en el caso de ellos) a la hora de mirar los estantes de las rebajas, se acercan a la cita con ansias de rememorar el romanticismo juvenil de sus años más locuelos. Así, mientras unos aprenden en el Expoerotikus del Kursaal nuevas maneras de menear sus carnes, otros ya bastante asentados deciden darse un baño de amores y desamores y miradas lacrimosas tras la ventana.

Y en eso Los Secretos no fallan. La fórmula que mezcla tonos country (salvo cuando las canta el bajista, que parecen narcocorridos) y melancolías poperas patrias sigue firme y sin apenas variaciones. Así no hay capacidad de sorpresa entre los viejos fans que pueblan la sala, personas que jalean y corean casi todas las canciones.

Podríamos decir que su estilo musical es, según las nuevas maneras textiles, del modelo cilindro, con una total simetría entre el inicio y el final. Aunque se agradece que recuperen los temas más concisos y directos de su discografía frente a los estiramientos guitarreros de los últimos años, uno no puede quitarse la cabeza la idea de si la máquina no emplea nuevos patrones es porque no quiere o porque ya está mayor para cambiar.

Poco importa el comentario. Tras 90 minutos de tiempo real disputado sobre el escenario Los Secretos se despiden repitiendo una de sus más afamadas canciones a capella mientras a la gente le hacen chiribitas los ojos y la voz. Los Secretos siguen rezumando dignidad en cada rasgado de su colección de melancolías. Aplaudamos que en el panorama popular musical haya esta suerte de bichos raros que dignifican el trabajo de crear canciones, porque las grandes marcas seguirán intentando hacernos entrar en tallas, modelos y envases que ni nos gustan ni queremos tener.

Publicado enCríticas de conciertos

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