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Mes: febrero 2008

YMCK: «Family Genesis»

YMCK
«Family Genesis»
AVEX.
http://www.ymck.net

La última chaladura japonesa es un trío haciendo música con el «Magical 8bit plug», complemento que emula los sonidos de las viejas videoconsolas.

Lo llaman 8BitPop o Nintendo Pop y este tercer disco no deja de ser un divertido y pizpireto electro-pop que en pequeñas dosis instala la sonrisa en nuestros paseos musicales.

Baby Blonde and the Downs: «Hope is Dope»

Baby Blonde and the Downs
«Hope is Dope»
Moonpalace Records

Hasta Malmö se fue el responsable del sello guipuzcoano Moonpalace Records para fichar a este «niño rubio» que defiende en lo vocal las alegrías menos chillonas de Will Oldham y la tersura de Leonard Cohen. Todo se complementa con bellas armonías femeninas sobre un fondo folk melancólico, electrónico y bastante oscuro.

Los Secretos: Pop textil

Intérpretes: Los Secretos. Lugar: Sala Rock Star (Donostia). Día: 08-02-2008. Asistencia: unas 750 personas.

Tras el concierto donostiarra de la banda madrileña vuelvo a casa en coche. En la radio una locutora habla sobre las nuevas categorizaciones textiles presentadas por el Gobierno. Y pienso que esas nuevas medidas podrían valer para comentar el concierto que Urquijo y los suyos dieron en una “hacía-tiempo-que-no-la-veía-tan-llena” sala Rock Star de la capital guipuzcoana.

Lo suyo puede caber en una definición de tipo diábolo, con un estrechamiento (de popularidad) en la zona central para abrir de nuevo el cuello en la franja final. Pocas bandas en activo con tantas paradas en restop de carretera pueden doblar la asistencia a sus conciertos de un año para otro sin haber sacado nuevo disco.

Bueno, miento, que su compañía ha publicado un recopilatorio de sus últimos 30 años que los autores critican por lo bajini a través del micro pero que aplauden a rabiar viendo la congregación de gente que no va a volver a ver un concierto de pie en lo que queda de 2008.

Porque gran número de ellos y ellas, que en las anteriores Olimpiadas ya habían cumplido los 40 tacos y que hace tiempo que adoptaron el modelo campana (o barril, en el caso de ellos) a la hora de mirar los estantes de las rebajas, se acercan a la cita con ansias de rememorar el romanticismo juvenil de sus años más locuelos. Así, mientras unos aprenden en el Expoerotikus del Kursaal nuevas maneras de menear sus carnes, otros ya bastante asentados deciden darse un baño de amores y desamores y miradas lacrimosas tras la ventana.

Y en eso Los Secretos no fallan. La fórmula que mezcla tonos country (salvo cuando las canta el bajista, que parecen narcocorridos) y melancolías poperas patrias sigue firme y sin apenas variaciones. Así no hay capacidad de sorpresa entre los viejos fans que pueblan la sala, personas que jalean y corean casi todas las canciones.

Podríamos decir que su estilo musical es, según las nuevas maneras textiles, del modelo cilindro, con una total simetría entre el inicio y el final. Aunque se agradece que recuperen los temas más concisos y directos de su discografía frente a los estiramientos guitarreros de los últimos años, uno no puede quitarse la cabeza la idea de si la máquina no emplea nuevos patrones es porque no quiere o porque ya está mayor para cambiar.

Poco importa el comentario. Tras 90 minutos de tiempo real disputado sobre el escenario Los Secretos se despiden repitiendo una de sus más afamadas canciones a capella mientras a la gente le hacen chiribitas los ojos y la voz. Los Secretos siguen rezumando dignidad en cada rasgado de su colección de melancolías. Aplaudamos que en el panorama popular musical haya esta suerte de bichos raros que dignifican el trabajo de crear canciones, porque las grandes marcas seguirán intentando hacernos entrar en tallas, modelos y envases que ni nos gustan ni queremos tener.

Yosigo: Cine instantáneo

Cada ciudad es un mundo. El local comparte su desidia interna con ella, pero muestra un gran orgullo turístico. El visitante la fotografía y, en el caso de Donostia, se la come y se la bebe. Millones de estampas de las playas, los cubos y resto de lugares «emblemáticos» de nuestra capital ilustran marcos y pantallas de ordenador. Es lo habitual, lo que hay que hacer. Pero ninguna de esas imágenes podría haber venido de la cámara de Yosigo.

Autodidacta, con ese arte que sólo la inquietud enseña, con la ausencia de vergüenza y vulgaridad impresa en cada click y en cada tratamiento photoshopero posterior, el donostiarra José Javier Serrano (Donostia, 1981) consigue una abstracción total. El autor nos muestra una Donostia única, no ya por los brillos o los encuadres ni por unos preciosos fondos que en el caso que nos ocupa suelen venir brumosos, sino por conseguir lo que nadie más hace: hacernos invisibles en el momento de la instantánea.

El autor que ahora expone en la Casa de Cultura Ernest Lluch de amara consigue que veamos sus imágenes como un secreto, como esa mirada perdida desde la mirilla de la puerta en el que el lado cerrado y prohibido no sabe que está siendo descubierto.

Sin malicias ni voyeurismos incómodos, dejando los morbos para el resto de nuestra vida visual/televisiva, el autor espera, paciente, a que se dé el momento, y retrata elegante y de manera exclusiva una ciudad y unas gentes anónimas cuya belleza y espontaneidad vienen de su propio ensimismamiento.

Su reconocimiento es tan real como intangible. Ahí están las miles de personas que aplauden su buen ojo en su cuenta Flickr.com a diario. Acto que extiende la paradoja actual entre el éxito en los mundos virtuales y los pequeños o primerizos pasos de los mundos reales de exposiciones y visitantes físicos.

Goddard decía que «La fotografía es verdad. Y el cine es verdad 24 veces por segundo». En el caso de Yosigo, es cine instantáneo de un solo flash.

Yosigo: Primera exposición en Donostia

Tras su éxito en internet, el artista donostiarra Yosigo expone por primera vez en los mundos físicos.

El espíritu libre de Yosigo y la perfección de sus magnéticas imágenes nos muestra una Donostia conocida y reconocible pero extrañamente retratada, repleta de soledad y colores fríos.

Sensaciones potenciadas con los distintos retoques fotográficos, efectos que no buscan estilizar las figuras sino imprimir más contundencia a las estampas.

Como el propio autor nos indica, “Lo mejor de la opción digital es que te permite ver al momento el resultado, manipularlo a tu gusto, jugar con los colores, dar a las fotos tonos más suaves. Es una herramienta como otra cualquiera para poder expresarte. Entiendo la fotografía como un lenguaje visual con multitud de aplicaciones. Puedes conseguir transmitir frío, calor, orden, caos, misterio“.

Frialdad, palabra manida para definir las bellas y singulares estampas que este estudiante y diseñador gráfico de gustos autodidactas (“En el Instituto Vasco de Fotografía me enseñaron que las reglas de la fotografía hay que conocerlas para poder saltártelas”) toma de los sitios por los que viaja y en los txokos de su ciudad de origen. “Donostia es preciosa. Soy un enamorado de esta ciudad, que tiene muchas cosas buenas y malas. Pero es que hasta las malas tienen su encanto por ser tan ñoñostiarras. Yo intento retratarla como la siento, a veces gris, a veces azul”.

Un estilo que se adapta mejor a la dureza de las zonas más alejadas del centro. “Me pone más retratar esa aspereza de la que me hablas pero a la gente por lo general le resulta más agradable ver fotos más “bonitas”. Para mí es igual de bonita La Concha que, pero seguramente me pueda transmitir más lo segundo”.