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Etiqueta: Clem Snide

Music box: ¡A por la décima!

Conciertos, talleres infantiles y exposiciones de fotos en la nueva etapa del festival Music Box

Devendra Banhart agotó las entradas en 2 minutos, Corizonas tocaron encima de una fuente como nuevo escenario y generó un interesante debate tras aquel montaje realizado por la Escuela de Arquitectura. No olvido a un Bill Ryder Jones excelso en la Iglesia de Zorroaga, Delorean en el Astillero revisitando a Mikel Laboa o Tindersticks ofreciendo uno de los conciertos del año…” Sergio Cruzado, al cargo de la promotora musical Ginmusica, repasa las paradas ya celebradas del Music Box, un programa realizado al abrigo de la capitalidad cultural donostiarra “Donostia 2016” y que busca ofrecer conciertos especiales en sitios poco habituales.

Se le ve satisfecho con la décima cita del Music Box, a celebrarse este fin de semana en el Parque Viveros de Ulia (Donostia). “Un enclave maravilloso, reformado por los vecinos de Uliako Lore-Baratzak con campas e invernaderos que van a servir para acoger un domingo festivo en el que la música, los talleres para niños y las exposiciones nos ayudarán a descubrir el espacio y las obras de los nuevos creadores”. Un plan tan atractivo que hasta puede servir a los analistas electorales como excusa del batacazo de su partido político.

La cita cuenta con un marcado carácter familiar. “La idea europea de festivales diurnos en espacios urbanos, reuniones sostenibles y con público transversal, es el ADN de muchas de nuestras propuestas”. Remarcando la sostenibilidad, recomiendan ir andando o en bus. Frente a los viveros paran líneas de Donostia, Rentería, Hondarribia, Irun o Pasaia.

El programa sonoro, vivo como nuestra capital, ha ido sufriendo cambios y mejoras. El primer susto vino con la caída del grupo principal. Los raperos The Coup suspendieron toda su gira europea, siendo sustituidos por los británicos “Ten Fé”. Un dúo electrónico que a veces te suena a Erasure y otras veces a los colchones sobre los que Sean Nicholas Savage realiza sus enjutas melodías. Cuentan con una remezcla de su tema “Make me better” a cargo del insigne U.N.K.L.E., lo cual le da lustre y brillo a su discografía, repleta de canciones que caminan entre el baile optimista y el romanticismo melancólico.

Presentados los foráneos, pasemos a la cantera local. En el vivero de Ulía se expondrá “el buen momento creativo que vive la música en Donostia”. Desde la doce de la mañana pasaran por los prados de Ategorrieta formaciones como Ventura (pop 90´s), Urko Menaia (cantor de corte vasco, ahora con banda) Sasha (proyecto del antiguo cantante de Basic) o Nothing Box (promesa local de prometedor futuro).

Rafael Berrio, Clem Snide: Borrachos distinguidos

Dicen que el primer paso para ser un buen artista, ya sea músico o ceramista, es poder disfrutar con lo que hacen tus compañeros. Demuestra sana envidia y humildad, y suele empujar a crear de manera más instintiva y libre. Si esa teoría es cierta (sapos más grandes hemos tragado), del concierto del pasado viernes en Intxaurrondo deberían salir al menos un par de singles bien bonitos. Porque Rafael Berrio y Clem Snide ofrecieron, como parte de esa gira conjunta que están llevando a cabo, dos grandes conciertos.

El donostiarra jugaba en casa. Guitarra eléctrica de quemado sonido en ristre, Berrio sacó su lado más despreocupado y canalla. Pocas veces le hemos visto tan suelto y a la vez tan propio. Si sus letras no jugaran a ser losas de mármol sobre nuestras almas, casi les diría que fue hasta divertido. Con ese aire Gainsbourg al que solo le faltaba el prohibido Gitanes en la mano, provocando y declamando, jugando con las intensidades dentro de las canciones.

Fue solo media hora, relajada por el teórico rol de teloneo, que arrancó con un “Simulacro” que retorcería el espíritu del oyente hasta interpretado por una jauría de niños tocando el txistu. Le siguieron dos temas pretéritos, “Mis amigos” (y esa letra que canta “borrachos distinguidos…”) y “Oh, verdad desnuda” para llegar a la genial oda al vino titulada “Saturno” y, tras varios pasajes y un intento tan fallido como guionizado, acabar con “La alegría de vivir”.

Y para alegrías, las que demostró Eef Barzelay, el alma mater de Clem Snide. Parecía llegar de un curso amateur de catadores de vino. Ya saben, uno de esos en los que el profesor te dice que escupas y fruto de la inexperiencia acabas medio piripi. Claro que cuando tienes esa voz todo irá sobre ruedas siempre. ¿Quién dijo que el autor estaba acatarrado? No puede ser cierto, envidiosos.

Con una formación navarro-norteamericana completada con dos grandes músicos, Ben Martin a la batería y Edu Martínez a los teclados, el zurdo Barzelay brilló sobremanera cuando de sus cuerdas vocales y de nailon salieron temas folk. Imposible no quedarse embelesado escuchándole ejecutar esos medios tiempos preciosos y bien entonados.

Pero la noche no se cerró en cuestiones estilísticas. Porque hasta la versión de la Velvet Underground, grupo venerado en su furgoneta de viaje según hemos podido leer en las redes sociales, hubo tiempo para tonos más sabrosos y vivarachos, con la diversión como bandera y sin olvidar nunca el aire pop. Una noche lírica y anglófila, solitaria y saltarina, íntimista y jovial, en la que destacaron los tonos elegantes de dos grandes creadores.

Andrew Bird, Clem Snide: Vaya pájaros

ANDREW BIRD + CLEM SNIDE
Sala Gazteszena
19 Febrero 2004

Buena entrada la recibida en la sala Gazteszena del barrio donostiarra de Egía para disfrutar de una sesión musical doble tan interesante como sorprendente. La propuesta foral Gaztemaniak! programó para los oidos más inquietos una cita con el desconocido Andrew Bird y el grupo Clem Snide. Ambos presentaron concepciones musicales frescas para el anquilosado panorama actual.

Como avanzadilla de la sesión apareció el chico solitario, Andrew Bird. Que hizo buen uso de su apellido, porque menudo pájaro el artista éste. Armado con un violín, algunas sencillas bases pregrabadas, pertrechándose en ocasiones tras una guitarra y silbando como los ángeles entre todas las escalas musicales habidas y por haber, el artista de Chicago demostró que sus cuerdas vocales son tersas y muy sentidas.

Cercano en ocasiones a los tonos popularizados por Sting, gastaba voz sensible el norteamericano cuando entonaba sus tiernas melodías, en una especie de folk de violines que sorprendió a los presentes. Con esa imagen de gran creador que navega por encima de acordes y estructuras, sus canciones se disfrutaban con frescura y sencillez. Buena muestra de ello era su puesto de venta de CDs, muy poblado al final del concierto.

Tras él llegaron los trajeados Clem Snide. Bajo sus ropajes de yuppies descastados pronto dejaron claro que en concierto iban a relajar las buenas formas presentadas en CD. Y no hablamos de la voz de Eef Barzelay, que se permitía lujos como el cantar una canción de manera sobresaliente sin acompañamiento alguno. Ni de desmontar sus pequeños éxitos y reconstruirlos en ocasiones de manera casi irreconocible.

Pequeños logros melódicos que en disco se muestran ricos en detalles y en vivo quedarían algo desnudos si no fuera por el chorro natural de la voz de su cantante. En un castellano defendible se acercaba al público, mientras dejaba el inglés para esas canciones de amor y falta de cariño que han desarrollado con acierto a lo largo de su carrera.

Era en los detalles donde se podía observar las ganas de este cuarteto de pasarlo bien y hacer disfrutar a los presentes, cargando de ironía sus elegantes composiciones. Como ejemplo inicial, los chicos se mostraron al día colando entre canciones propias unas estrofas del “Milkshake” de Kelis, el ultimo éxito erótico hip-hopero televisado hasta la extenuación en las cadenas musicales del ramo.

La fiesta continuó con otras líneas de Nelly Furtado, mientras la habituales tonadas del grupo perdían purismo campestre para ganar fuerza rockera, con el buen hacer habitual de las bandas guitarreras americanas.

Al final recuperarían las versiones de Christina Aguilera (“Beautiful”) y Velvet Underground (“I´ll be you mirror”) presentes en su última referencia discográfica, a las que hay que añadir una mordaz dedicatoria a los mandamases de su país y el nuestro con la revisita al “War Pigs” de Black Sabbath.