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Julieta Venegas: Más tequila, por favor

El Museo Balenciaga volvió a abrir sus puertas para otro multitudinario acto musical (imaginen si había gente que había hasta políticos entre el público) enclavado en la programación del circuito Kutxa Kultur Musika. Más de mil personas se dieron cita en Getaria en esa fecha que celebran como el Día de la Mujer para escuchar las melodías de la guapa mexicana Julieta Venegas.

Y féminas hubo, a cascoporro, sobre y frente al escenario. A la Venegas le acompañaban dos señoritas en el frontal escénico. Atrás quedaban los dos mozos, el animoso batería – sin llegar a ser como el de Maná, ofreció gran movimiento melenudo visual – y otro joven a los teclados. Ella, el foco principal, vestida con un bello vestido blanco, confirmó nuestras sospechas: Lo que en foto es atractivo en carne y hueso es aún más seductor. Pero vayamos atacando lo sonoro ya, que esto no es un texto “de negritas”.

La cosa arrancó dubitativa y bastante floja, con un par de temas de su último trabajo que seguro que en casa suenan muy confortables, pero en el museo bien podían haberse mostrado en formato CD + Karaoke, con una voz murmurada que luego tuvo a bien limpiarse un poco. Y no fue por el enfoque tecno pop, porque a lo largo del concierto ofreció temas de ese estilo con mayor acierto, caso de “No hace falta”.

Afortunadamente, la dama tiene canciones que enganchan con el público, y sabe construir una lista de canciones de menos a más. Ya para la tercera tonada, “Bien o mal”, echó mano de su elemento más característico, el acordeón, y la velada fue en claro ascenso. Tras una ración de flores a Euskadi en “Tiempo suficiente”, la autora de Tijuana reposó sus cantares en un piano antes de atacar un “Eres para mí” algo funky y rapeado. Ya que hablamos de teclados, la adaptación calmada de “Lento” fue tan sorprendente como elegante.

La cosa tornó en concierto de Semana Grande donostiarra con la llegada del archiconocido “Limón y Sal”, momento de gran algarabía asistencial que se repetiría con la interpretación del resto de singles radiados, caso de “Me voy”. La banda tuvo tiempo de ofrecer un par de composiciones de modernos aires rancheros – a juego con la bandera mexicana que alguien agitaba en el museo – que seguro encantaban a Martinez de Irujo y señora en la celebración de su próxima txapela pelotari. Del par, la que más gustó fue la titulada “El Presente” y su bien traído aire popero.

A las once y cuarto, y tras un agradecido bis de cierre, los presentes abandonaron el emplazamiento encantados. No queremos cerrar el texto sin dedicar un sincero aplauso a Napoka Iria, dúo guipuzcoano que tuvo a Iban Urizar como invitado especial a la hora de inaugurar la noche. Su sentido rock con fuerte voz femenina al frente, de creciente predicamento en el magma sonoro vasco, fue un precioso pañuelo melódico que completó con elegancia el refinado conjunto del pasado viernes.

Publicado enCríticas de conciertos

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