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The Pains Of Being Pure At Heart: Un resultado injusto

Intépretes: Dotore, The Pains Of Being Pure At Heart. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 21 Noviembre 2010. Asistencia: Unas 150 personas.

Será por el fútbol. Porque era domingo, y ya estamos con el síndrome de la semana laboral. Quizás porque algunos de los intérpretes estuvieron gratis – al precio de la entrada me refiero- en el último Jazzaldia donostiarra. O porque el ticket ahora costaba 20 euros. Puede que fuera porque llovía sin parar y daba coraje ir al barrio de Egia. O porque la abuela fuma (hasta el 2 de enero, claro, que luego no saldrá fuera porque hace frío). Pero la asistencia al concierto del pasado domingo fue un poco impropia de una urbe supuestamente inquieta.

Bueno, “el fútbol es así” y “el público es el que paga y siempre tiene la razón”, pero en el fondo la gente se pierde conciertos impepinables de principio a fin. Con unos donostiarras, Dotore, haciendo música tan emocional como pasional. O esos The Pains Of Being Pure At Heart amantes de las bebidas locales – kalimotxo, para más señas- y el pop independiente de los 80-90 del siglo pasado.

Y no pudo haber telonero mejor que Dotore, que edita sus discos en la cariñosa disquera donostiarra Cosas Primo (punto com). En un delicioso formato trío de guitarra, chelo y batería, la banda capitaneada por el guipuzcoano Pablo Martínez se abriga en el folk eterno y hogareño. Ese que se toca con afinaciones paralelas y vive en la melena de Nick Drake. El mismo que sabe mantener la tensión baja entre susurros, arpegios y ritmos de batería moderados en el golpeo. Un pop tan íntimo, tierno y familiar que se torna invitado de cama o se le pone tenedor y cuchara a la hora de servir la mesa.

Y tras el delicado arranque llegó la fiesta del pop alegre y saltarín de los Pains. Grupo que pronto alcanzará mayores audiencias con su segundo disco y que se acercó a su habitat natural y gozoso, la sala cercana y pequeña. El mejor escenario posible para ese enfoque guitarrero que basa sus golpeos en los Jesus And Mary Chain y sus guitarras en la independencia de bandas como The Field Mice, sellos extintos como Sarah Records y los discos de vinilo de pocas copias y gran pasión. Con una diferencia: ellos lo hacen profesional y mayúsculo sin perder la raíz por el camino. Es una de esas bandas que, más allá de tocar y exponer su melancólica y evocadora música por mundos como el nuestro, son amantes irremediables de la música pequeña y entusiasta.

Saltar y brincar sin más peso que el de tus años es la respuesta natural a temas como “This love is fucking right”, “Young Adult Friction”, “Come Saturday” o la novísima “Heart in the heartbreak”, la felicidad en estado puro. Sonreir es un automatismo ante las alegrías de canciones como “Everything with You” o esa golosina llamada “Contender”, interpretada con solo una guitarra eléctrica al comienzo del bis.

Fueron un total de quince canciones interpretadas con una sencillez que destempla el cuerpo, con una emoción que te empapa como tormenta en mitad del monte, una capacidad de transmitir emociones que queda fuera de todo virtuosismo o aprendizaje. En resumidas cuentas, ese Pop tal y como lo conocíamos y vivíamos antes de la venta masiva, cuando era sencillo ser puro de corazón.

Publicado enCríticas de conciertos

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