La banda granadina presenta en Donostia las canciones de su último disco, un giro hacia el pop nacional y trascendente.
Etiquetados durante años con el orgulloso emblema de “mezcla entre Los Planetas y el pop salvaje y melódico de los 60”, la banda andaluza perdió algún miembro en el camino (¿el que se encargaba de defender las voces a lo Beach Boys en los discos y conciertos?) a la hora de entregar su último CD, “Cuando el Destino nos alcance”.
Un álbum que el plumilla ve muy cercano a las transcendencias de Standstill y resto de bandas nacionales de indie profundo, ‘Las letras son más maduras. Los temas actuales nos importan y nos preocupan. Este disco habla de nuestro día a día. Supongo que es por ello por lo que podemos «cantarlo a la cara» de una forma llana e identificativa’.
El giro musical sigue las vías del soul (palpable en composiciones como “Corazón elocuente” o “Condicional hipotética”) y su capacidad de hacer vibrar al oyente, las composiciones de Raphael (“Castillos de Naipes”) o los inmensos Solera (“Enhorabuena, eres el que tiene más”).
La banda pone ojos extraños a mi apreciación. ‘No pensamos que las canciones suenen a algo que no sea Lori Meyers. La esencia del grupo perdura y no le veo ningún parecido con Raphael. De aquella época seguimos escuchando mucha música: Los Brincos, Los Módulos, Los Angeles, Sirex. Actualmente nos encantan artistas como James Yuill, Miike Snow o Broken Bells’.
‘Fue alucinante. Un concierto en la playa ante miles de personas, bebiendo unos kalimotxos. Quizás haya autores habituados a estas cosas, caso de ese Bruce Springsteen que parece ser un habitual de vuestra capital. Pero nosotros estamos más acostumbrados a las salas pequeñas’.
Pocas formaciones, locales o foráneas, tienen la virtud de hipnotizar a los asistentes que acuden por primera vez a uno de sus shows. Lobo Eléctrico es una de ellas. Presenciar una de sus actuaciones es quedar extasiado. Todo lo que su ‘Noche de esperma negro’ (como titulan sus citas) te lo permita, claro.