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Laetitia Sadier, Mice Parade: Bien, pero menos

El Humilde Fotero del PánicoComo en aquellas cenas románticas patosas, los perfectos preparativos acabaron a zurdas.

De los tres cubiertos que proponía el menú musical de Gazteszena, el entrante acabo siendo lo más disfrutado. El primer plato fue bastante flojeras y la fiesta final engañó a la vista pero no al gusto.

La noruega Silje Nes, sin ser nada del otro mundo, batió al resto de contendientes con mucha sencillez folkie y gran belleza corpórea y creativa. Su oferta global fue enamoradiza y cándida, digna y recogida. Más que de habitación, aquello era pop de zulo, estilo que trabajan a las mil maravillas por el Mar del Norte.

Más ganas había de Laetitia Sadier, la ex vocalista de Stereolab. Y por eso fue más dura la caída. Con una guitarra literalmente del revés (diestra pero tocada con la izquierda, sin cambiar la disposición de las cuerdas), nos acordamos en demasía de los aciertos de su antigua banda eléctrica. No fue una cita horrorosa, pero por más que besábamos la rana ésta no se convertía en príncipe. Sólo el arranque y el final de su corta actuación fueron dignos del aplauso sincero.

La noche se cerró con unos Mice Parade que tocaban tan bien, de manera tan pulcra, que parecíamos estar asistiendo a la grabación de algún DVD de enseñanza musical. Ya saben, ejecutaban de maravilla mil palos distintos: Cumbia, el Santana más onanista, pop, rock, new age, flamenco, post rock.

Exceptuando la soberbia actuación del batería Doug Scharin, el resto de profes mostraron sus votos para ser carne de escenario paralelo en el próximo Jazzaldia donostiarra, más por apertura de miras y capacidad de entretenimiento que por calidad -de eso iban sobrados-. En disco, eso sí, suenan mucho más certeros.

Publicado enCríticas de conciertos

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