Saltar al contenido

Etiqueta: Laetitia Sadier

Laetitia Sadier: pop de filmoteca

Intérpretes: Laetitia Sadier Source Ensemble. Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 12 de octubre. Asistencia: unas 150 personas.

Nada era del todo normal en la banda Stereolab, y nada puede serlo en los retoños que salieran de su disolución. Mientras Tim Gane sigue en Berlín haciendo marcianadas que no puedes poner en cenas sociales, su antigua compañera Laetitia Sadier continúa por el camino más amable del pop de aquella banda afincada en Gran Bretaña.

Lo de “amable” es una forma de hablar: Sadier toca la guitarra literalmente al revés (sin cambiarle las cuerdas para su uso como zurda), viajan con un guitarrista que hace las veces de bajista, paran para hacer un trozo a capela o tocan palmas como parte básica de una canción -y no para buscar el acompañamiento del público, que suele ser lo habitual-. Sus estructuras, sin ser la extenuación del metrónomo que eran antaño, siguen siendo arena de otro costal, con la lírica como foco principal.

Pueden llamarlo pop, porque es una etiqueta abierta. Pero el fondo, el mensaje, el enfoque, sigue siendo muy avanzado. Como en esas películas de cineclub. Con profundos valores sociales o políticos – en eso no ha cambiado mucho esta cantante- , pero expresado de formas poco convencionales.

Laetitia Sadier y su Ensemble (el grupo Astroball, quienes amenizaron el arranque del evento con varios temas propios) sonaron calmados, ante un buen número de oyentes afrancesados o directamente de Iparralde. Picaron de Brasil, quisimos que sonaran a Stereolab y los imaginamos en los años 70 franceses o sonando al cierre de una boîte. Avanzados, distinguidos y originales. ¿Recomendables? Mucho, pero no si quieres luego salir de parranda.

Laetitia Sadier: Pop de filmoteca

Intérpretes: Laetitia Sadier Source Ensemble. Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 12 de octubre. Asistencia: unas 150 personas.

Nada era del todo normal en la banda Stereolab, y nada puede serlo en los retoños que salieran de su disolución. Mientras Tim Gane sigue en Berlín haciendo marcianadas que no puedes poner en cenas sociales, su antigua compañera Laetitia Sadier continúa por el camino más amable del pop de aquella banda afincada en Gran Bretaña.

Lo de “amable” es una forma de hablar: Sadier toca la guitarra literalmente al revés (sin cambiarle las cuerdas para su uso como zurda), viajan con un guitarrista que hace las veces de bajista, paran para hacer un trozo a capela o tocan palmas como parte básica de una canción -y no para buscar el acompañamiento del público, que suele ser lo habitual-. Sus estructuras, sin ser la extenuación del metrónomo que eran antaño, siguen siendo arena de otro costal, con la lírica como foco principal.

Pueden llamarlo pop, porque es una etiqueta abierta. Pero el fondo, el mensaje, el enfoque, sigue siendo muy avanzado. Como en esas películas de cineclub. Con profundos valores sociales o políticos – en eso no ha cambiado mucho esta cantante- , pero expresado de formas poco convencionales.

Laetitia Sadier y su Ensemble (el grupo Astroball, quienes amenizaron el arranque del evento con varios temas propios) sonaron calmados, ante un buen número de oyentes afrancesados o directamente de Iparralde. Picaron de Brasil, quisimos que sonaran a Stereolab y los imaginamos en los años 70 franceses o sonando al cierre de una boîte. Avanzados, distinguidos y originales. ¿Recomendables? Mucho, pero no si quieres luego salir de parranda.

Laetitia Sadier, Mice Parade: Bien, pero menos

El Humilde Fotero del PánicoComo en aquellas cenas románticas patosas, los perfectos preparativos acabaron a zurdas.

De los tres cubiertos que proponía el menú musical de Gazteszena, el entrante acabo siendo lo más disfrutado. El primer plato fue bastante flojeras y la fiesta final engañó a la vista pero no al gusto.

La noruega Silje Nes, sin ser nada del otro mundo, batió al resto de contendientes con mucha sencillez folkie y gran belleza corpórea y creativa. Su oferta global fue enamoradiza y cándida, digna y recogida. Más que de habitación, aquello era pop de zulo, estilo que trabajan a las mil maravillas por el Mar del Norte.

Más ganas había de Laetitia Sadier, la ex vocalista de Stereolab. Y por eso fue más dura la caída. Con una guitarra literalmente del revés (diestra pero tocada con la izquierda, sin cambiar la disposición de las cuerdas), nos acordamos en demasía de los aciertos de su antigua banda eléctrica. No fue una cita horrorosa, pero por más que besábamos la rana ésta no se convertía en príncipe. Sólo el arranque y el final de su corta actuación fueron dignos del aplauso sincero.

La noche se cerró con unos Mice Parade que tocaban tan bien, de manera tan pulcra, que parecíamos estar asistiendo a la grabación de algún DVD de enseñanza musical. Ya saben, ejecutaban de maravilla mil palos distintos: Cumbia, el Santana más onanista, pop, rock, new age, flamenco, post rock.

Exceptuando la soberbia actuación del batería Doug Scharin, el resto de profes mostraron sus votos para ser carne de escenario paralelo en el próximo Jazzaldia donostiarra, más por apertura de miras y capacidad de entretenimiento que por calidad -de eso iban sobrados-. En disco, eso sí, suenan mucho más certeros.