Intérpretes: Danielle Stech Hosmy (guitarra, voz), Quinn Walker (guitarra, voz), Bianca Casady (voz, percusión, instrumentos eléctricos), Sierra Casady (piano, guitarra, coros). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 29 mayo 2008. Asistencia: lleno, unas 900 personas
Me imagino a las hermanas Casady, las jefas de Cocorosie, mordiéndose las uñas porque ninguno de esos festivales modernos (All Tomorrow Parties, por ejemplo) les ha regalado uno de sus días para que programen a su gusto.¡A quién y a ellas, las más siderales de la nueva escena folk!
Para solucionar la injusticia, las damas se han montado su propia fiesta variada dentro de su actuación. Nada de ponerlo en los carteles. Ni de avisar de antemano. Para qué. Somos las más modernas. Bienvenidos al circo de freak-folk.
Abrió la noche Danielle Stech Hosmy. Fiel seguidora de las directrices de la pareja principal y con un atuendo a medio camino entre hada de Peter Pan y miembro femenino de Abba, su folk esquelético de voz campestre resultó bien bonito. Destacó en una canción discotequera elaborada sobreponiendo capas de voz que ella misma iba grabando al momento.
Tras ella apareció Quinn Walker, hombre orquesta que tocaba la guitarra, la pandereta con el pie y el bombo con unas maracas y un palo de batería. Sus cuatro canciones hubieran quedado como nota curiosa si la cosa se hubiera quedado en la mitad. O en la mitad de la mitad. O menos aún. Los asistentes, que a veces son demasiado educados, le aplaudieron sin rubor.
Lo mejor hasta ese momento había sido la música de fondo que pusieron en el descanso de 20 minutos realizado tras la actuación de Walker para cambiar el escenario. Claro que apareció CocoRosie, y la calidad nos inundó.
Hasta que esta crónica de urgencia nos sacó de la sala disfrutamos de lo lindo con la beat box humana, los pasajes minimalistas, las sensaciones expresionistas remarcadas por unas imágenes a juego, las voces a través de la baticao, el suave golpeo del arpa, los tonos agudos casi operísticos de Sierra Casady, el toque a medio camino entre el soul y Bjork de su hermana Bianca, los pasajes seudo tecno.
Una arrebatadora maravilla de noche que quedó lastrada por un inicio inexplicable. Pero la vanguardia es así. Todo el rato en la cuerda floja. Y a veces se cae, como en el arranque de la noche.
En su primera visita a la península (la donostiarra era la tercera muesca), Al Kooper encandiló a los presentes en la Sala Gazteszena de Donostia con una buena ración de tonos clásicos.
Dos años después de su visita a nuestra ciudad, los granadinos Lori Meyers repetían cita en el desierto ocioso de Illunbe para presentar “Cronolanea”, su particular línea del tiempo.
Intensa la semana de Donostikluba, la propuesta que busca presentar en nuestra ciudad de grandes actos pequeñas pero interesantes ofertas musicales.
Las crónicas madrileñas del concierto del día anterior hablaban maravillas:”Tiger! Tiger!, increíbles. Y los Subsonics, impresionantes”. Pasarse por el Bastero de Andoain la noche del pasado viernes para ver a estas dos bandas norteamericanas era, más que un derecho, un deber para contar con un ocio sonoro saludable.
Familiares, amiguetes y buena parte de la escena musiquera y diseñata local se citó el jueves noche en el barrio de Egia.
Ningún asiento libre en el Victoria Eugenia en el cierre del soleado Día del Trabajador, donde ejercimos de obligados esquiroles (para bien de los lectores) y nos acercamos a cubrir la segunda visita musical de la artista griega Eleftheria Arvanitaki a nuestra capital.