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Tiger! Tiger!, Subsonics: Lobos eléctricos

Intérpretes: Tiger! Tiger!, Subsonics. Lugar: Auditorio Bastero (Andoain). Día: 16 Mayo 2008. Asistencia: unas 250 personas.

Las crónicas madrileñas del concierto del día anterior hablaban maravillas:”Tiger! Tiger!, increíbles. Y los Subsonics, impresionantes”. Pasarse por el Bastero de Andoain la noche del pasado viernes para ver a estas dos bandas norteamericanas era, más que un derecho, un deber para contar con un ocio sonoro saludable.

Claro que las virtudes madrileñas corrían peligro de quedarse en agua de borrajas en un auditorio, lugar donde las fuerzas roqueras suelen diluirse entre las filas de asientos. Pero el espacio andoaindarra cuenta con una especie de pequeño foso en la parte delantera. Así que no hizo falta sacar la black and dekker para hacer justicia escénica: Quien quiso escuchar bien tomó asiento y el que prefirió contornearse tuvo a las bandas a escasos centímetros.

La protagonista de la noche fue la más que bella Buffi Agüero. Guitarrista y cantante del quinteto Tiger! Tiger!, su modelito de colegiala mala aullando sobre tacones imposibles demostró que se puede rockandrolear mientras se masca chicle. Las canciones tienen un toque años 50, otro golpe de rock garajero y mucha dulzura. El último de sus discos, por cierto, lo edita para toda Europa la disquera local Bloody Hotsak.

La dama repetía presencia como batería de los Subsonics. Su postura erguida huyendo de taburetes, aporreando el instrumento descalza, remarcaba aún más el deje Velvet Underground del trío norteamericano. Con un cantante andrógino de voz heredera del Lou Reed pre-zen, la banda recuperó los pasajes acelerados que la vieja guardia de Andy Warhol elaboró en sus días menos intoxicados.

Pero los Subsonics no son una banda revisionista. Tan sólo saben aprovechar lo mejor de aquellas épocas. Porque también hubo rock clásico a lo Chuck Berry, frescura ejecutante, energías de Iggy Pop y mucha suciedad sónica. El público, enchufado con la banda, respondió abandonando sus asientos en masa y tirándose al pequeño foso delantero.

Satisfechos y felices por lo allí visto (no había más que ver el concurrido puesto de merchandising), abandonamos la cita que no el pueblo. Nos esperaba la mayor de las sorpresas, ejecutada a cargo de los tolosarras Lobo Eléctrico. Con un cantante arrollador y de cierto toque hereje, su actuación fue un gran colofón para una noche rockera agitada que no revuelta.

Publicado enCríticas de conciertos

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