La vida es otra cosa

Hoy, según Marotta, la televisión impide cualquier atisbo de rebelión. «Presenta una falsa Italia, la Italia del divertimento, de los concursos, de las locutoras, de las adivinanzas. ¡Pero la vida es otra cosa!».

Pero él no se rinde. «Los intelectuales, o mejor, los hombres de cultura, sufrían también mucho en aquel tiempo, pero acabaron haciendo la unidad de Italia, se impusieron a esa masa inerte. Hoy no quedan hombres de cultura, sólo intelectuales sedientos de dinero y poder cuya tarea es montar una representación periodística y mediática para privar a los jóvenes de la conciencia y la sabiduría».

Extracto descontextualizado (o re-contextualizado) del interesante artículo sobre Nápoles de El País