Él quemó un millón de libras

En 1991 nadie vendió más discos que Bill Drummond (Butterworth, 1953). Dos años antes había redactado un libro de título premonitorio, «El camino más fácil para llegar a ser número uno».

Aunque todo parecía indicarlo, no era una broma. Pero para demostrar su supuesta viabilidad, Drummond debía llevar sus teorías a la práctica.

Las siglas KLF (Kopyright Liberation Front) sonaban contundentes. Sólo le faltaba el material, un disco lleno de éxitos. The white room (1991) lo fue, y convirtió a Drummond en un visionario con los bolsillos llenos. Prueba superada y mutis por el foro.

Aquellas peripecias musicales sólo son una pequeña parte de lo recopilado en 17 (Penkiln Burn), el libro que acaba de publicar (aún sin traducción al castellano). «Se trata de un diario en el que recojo mis experiencias en la música y expongo mis opiniones sobre el mundo del arte en general. Eso incluye reflexiones sobre el origen del rock and roll, la filosofía autodidacta del punk, la democratización que llegó con los ordenadores, el diseño de los números uno, las raves o el rapto del arte por la clase acomodada»

Tres bombardear las listas con The KLF, Drummond se alejó de los focos. Sus reapariciones fueron sonadas. La más célebre, aquel día de 1994 en el que convocó a la prensa en un acantilado escocés para proceder a la quema de un millón de libras, una parte de los royalties que le había sacado a la industria. ¿Eran verdaderos los billetes? Una curiosidad poco profesional merecía una respuesta a la altura: ?La prensa siempre se centra en la anécdota?.

Aún hoy le persigue la hazaña de The KLF, por mucho que en su momento destruyera el master de la grabación para impedir indeseadas exhumaciones. En los años siguientes, Drummond reforzó sus conocimientos sobre arte. En sus colaboraciones para el diario británico The Guardian se ha hecho un nombre como incómodo comentarista artístico desvelando las contradicciones sobre las que se ha ido edificando la crítica. «Por entonces ya había dejado de escuchar música, pero cuanto menos escuchaba más reflexionaba sobre ella. Hace tres años promoví el Día Anual sin Música. Parece que todo el mundo tiene mil motivos para ponerse una canción en un momento dado, pero seguro que cada uno de nosotros tiene una razón para dejar de escuchar música. Mi idea es ir recopilándolas para hacer algo sólido de lo que algunos pensarán que es una simple provocación.»

Vía | El País

4 comentarios en «Él quemó un millón de libras»

  1. No tenía ni idea de toda esta historia! 🙂 Nunca te acostarás sin saber algo nuevo, dicen… Buenas noches 🙂

  2. Los Klaxons admitían haber seguido el manual de Drummond de principio a fin: «New Rave», je,je,je…Paso número uno, crea un estilo musical propio, ponle un nombre y conviértete en su máximo exponente…Directos al number one.

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