Ni tan Bad, ni tan Plus

The Bad Plus¿Quién programa actuaciones los domingos a las 23:59, actos que acaban a las 2 de la mañana de un lunes laborable? Afortunadamente, señores organizadores, el ERE se queda en la mayoría de los casos en algo exclusivamente neuronal por el paseo entre actos jazzeros, y no ataca su vertiente laboral.

Extraño, y cansino para quienes no están de vacaciones, que las citas más trasnochadas del Jazzaldia (en su vertiente más gautxori, no me entiendan mal) hayan sido el miércoles, el jueves y el domingo.¿Por qué no se hizo el viernes y el sábado, cuando casi todo el mundo puede ronronear entre sábanas más tiempo?

La cita con The Bad Plus se presentaba interesante: Jazz sin apreturas atacando músicas encorsetadas, versiones mundialmente conocidas. La cosa se quedó en interesante a ratos. Casi todos concentrados en el arranque inicial, cuando la vocalista se estaba acicalando (o eso) fuera de escena.

David King hace honor a su apellido. Menudo espectáculo a la batería, es como un niño feliz con juguetes nuevos. No repite dos golpes seguidos, busca sonidos hasta en instrumentos de juguete y le busca las cosquillas a los herrajes de su instrumento. Es facil quedarse hipnotizado ante su exhibición. El resto de compañeros no son mancos.

El bajista habla castellano mejor que el Robinson de Canal Plus, y tiene la amabilidad de ir presentando las canciones. Que si un extracto del «Variation d’Apollon» de Stravinsky, que si un tema mío, que si éste otro es del pianista…

«Bill hickman at home» suena a Nueva Orleans y cine negro. Con sus pinzas, claro, nada especialmente comprimido, que estos vivarachos practican el sexo musical al aire libre.

«¿Esta es la versión de Radiohead?» es la frase más escuchada/imaginada en la primera sección. Curiosamente, muchas líneas de contrabajo manejan estructuras y progresiones muy similares a las de la banda de Oxford. Es facil imaginar a Thom Yorke chillando por encima de muchas secciones.

A los 45 minutos aparece en escena la cantante Wendy Lewis. Manejando unas pintas grunge a lo Susan Sontag/Isabel Coixet/Begoña del Teso. Su aparición convierte la primera parte del show en algo casi sublime, manjar de dioses, comparado con el capitulo recien estrenado. Empezar con «Lithium» de Nirvana ha sido como meterse en las aguas del Polo.

“Wendy is like another instrument with intense, compressed energy” dice la banda en su página web. Another instrument, intense compressed energy. Primer pensamiento: una máquina perforadora.

Demasiado lineal en las entonaciones, el spanish contrabajista le gana la partida en sus (demasiado) pocas aportaciones. El señor comparte timbre con el homenajeado Neil Young. La chica comparte timbre también. Pero el del acceso a la casa de veraneo, que es del mismo modelo.

Su aportación escénica nos retrotrae a la noche de Edison Woods. Un recuerdo que jamás ha sido bueno. James es amante de la Vanguardia neoyorquina. Sí, ESA Vanguardia. Se esconde tras el ampli de bajo. Se agacha de espaldas al público. Se pone en cuclillas, pensativa y con una mano apoyada en el piano, sintiendo el tema. Parecía que se iba a autosatisfacer en esos momentos y sacarse el sujetador para pegarle fuego. Eso sí que hubiera sido Vanguardista. Del mismo centro de Williamsburg NYC, colegas.

Aunque nunca tan atrevido como el contador de asistentes oficial. Ese católico que vio 4500 almas en War On Drugs y 2800 personas en la actuación callejera de The Billie Jeans. ¿Contaba también el contenido de las damas embarazadas presentes? La creatividad también parece haber llegado a la acepción asistencial numérica cuando no hay tickets de por medio.

Se agradece el intento de Bad Plus de llevar al free la selección intachable de versiones. Nadie le va a negar belleza al «How deep is your love?» de los Bee Gees (pulgar arriba), «Radio Cure» de Wilco (ouch), el Blue Velvet (ouch-ouch), el New Ýears Day de U2 (pulgar arriba), «Long Distance Rounaround» de Yes (bien por sus latinismos) o el recuerdo de Pink Floyd (ok, pero es que la original es extraordinaria)

Que la lista sea de una base intachable no siempre es bueno a la hora de deconstruir y jugar con ellas. Las encantadoras melodías están demasiado asentadas en nuestra cabeza, tienen mucha historia personal y sentimental como para ir desmontandolas alegremente. Son demasiado preciosas para profanarlas y estar de acuerdo sí o sí con sus nuevas pintas.

El peso de las mismas hace que, al menos  la mitad de los instrumentos deban seguir la columna principal. La voz y el contrabajo suelen llevar el peso de ese recuerdo tradicional. El resto dibuja disonantemente, se escapa un poco. Introduce secciones propias y libres entre estrofas del original. Un collage de resultado diverso. En ocasiones el pianista, más que lanzarse  al brainstorming neuronal, parece que se ha perdido del tema y está intentado recordar cual era la parte que venía a continuación.

El cansancio baja las defensas. Kid A inaugura los comentarios en vivo de este blog: «boooooring» es su profunda aportación al estreno inmediato. En otros allegados planea la duda de «¿Qué aportan estas canciones?». Los hay más explícitos. Mi compañero de platea se acordó de un clásico de la literatura musical donostiarra, afirmando que su facción versioneadora era sencillamente innecesaria, simplemente inocua.

La gente se levanta al final en una lluvia de aplausos. No sabía que Musikene tuviera tantos alumnos. «Es que hay que levantarse. Es el primer paso para correr hacia la salida» afirma otro extenuado colega.

7 comentarios en «Ni tan Bad, ni tan Plus»

  1. El contador de asistentes oficial lo tenía difícil este año, pero tranquilo, que lo conseguirá, y este año también se superará la cifra de asistentes al Jazzaldia, a pesar de la crisis. Ya lo verás! Dentro de unos minuticos lo dirá el director del festival.
    Claro, que el Jazzaldi tiene un método muy particular de contar el número de espectadores que suele haber en la playa. Por ejemplo: War on Drugs: 4.500. Black Joe Lewis: 10.000. Billie Jeans: 2.500. Bikini Machine: 3.000. Resultado: 20.000 espectadores. Hombre, digo yo que alguno repetiría no?

  2. No sería justo que el número fuera superior al 2008. Ha habido menos actos, un día menos. Y en los de pago (la carpa de zumos no, hablo del coste de las entradas) había calvas en la mitad de ellos.

  3. Impresionante crónica!!! Ay, lo que me he reido y como has clavado cada escena y entreacto de lo que ayer vimos. Y que acertadas tooodas tus percepciones. Lo de la cantante, así, así era. Entre el estampado liberty de la camisa, las gafapasta de color, el corte de pelo de pelu de barrio y los pantalones de camuflage, me perdía los matices de su actuación. Ay, y lo del momento piano. Que bueno todo lo que escribes, porDiosss!!!! Reconoce que lo del batería era un espectáculo en sí mismo.

    Parece que el trasnoche sienta bien a tu escritura, la hace más ácida y corrosiva. Genial, genial…

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