Una triste y cariñosa vida

Qué bien le sientan al Dock Of The Bay las películas musicales pequeñitas. Las que ponen el foco en una historia mínima para desempolvarla con cariño y cierto orgullo descubridor, en busca de la justicia. “Talking Like Her”, la obra de Natacha Giler sobre la autora Connie Converse, es una de estas pequeñas narraciones llenas de impulsos sobre una creadora libre y oprimida, desplazada de la línea temporal del éxito.

El éxito, ese término tantas veces usado en la peli, a veces cojea. ¿Qué es el éxito? Entiendo que Giler quiere referirse al reconocimiento de unas canciones costumbristas, arpegiadas como Dios ilumina los campos nublados. Y… ¿Acaso no hay más reconocimiento de que una directora decida hacer un film para honrarte, defenderte y buscar que te amemos? Y no es la única que va a poner imagen al folk de la norteamericana de bonitas canciones. Unos sonidos hoy asimilados y entonces inasumibles por género y enfoque.

En el fondo la vida de Connie es la vida del 99,9 por cierto de los autores musicales. Defender tus creaciones hasta que un día dices «basta» y te piras. Pero Converse puso la zapatilla en la clasista Norteamérica de los años 50, donde la mujer era un florero y una cocinera. “Talking with her” recupera algunos homenajes de autores coquetos (Destacó Martha Wainwright y “One By One”, pero la sombra del amor llegó en su día hasta Mike Patton),radioperiodistas efusivos y abueletes que la conocieron y registraron en vida.

Gracias a ellos podemos hoy escucharla en la grabación de cinta de bobina. La directora usa la “voz en off” para añadir literatura, ensoñaciones, deseos y entusiasmos mientras la película va poniéndose triste en un tramo final en el que habla de la depresión, el bajón y la desaparición (física y/o vital, no aclara ni importa) de una autora más cercana a Daniel Johnston que a Rodríguez «Sugar Man» en un país y una época homogénea.

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