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Etiqueta: Verde Prato

Boga Boga Festibala: cuando el envoltorio es la primera parte atractiva del regalo…

Donostia es famosa por sus localizaciones naturales. Lo primero y más visible, palpable y refrescante son sus playas. Y en una de ellas, en el chiringuito de Ondarreta, ha situado el festival Boga Boga su escenario gratuito más relevante. Un espacio en el que los sonidos underground más actuales se han colado entre los toldos y las toallas y que se cierra hoy con las actuaciones de Brava, Hofe x 4:40, J Martina y Margarita Quebrada.

No contentos con eso, los promotores de este nuevo certamen han buscado aprovecharse de otros bellos emplazamientos. En la jornada del viernes en el Palacio Miramar destacaron los vascos Belako y la fiesta final de La Femme. Esperemos que la propuesta de este BBF y otras reuniones culturales como Glad Is The Day y Musika Parkean aumenten el uso festivo de estos refugios climáticos verdes.

La itinerancia del Boga Boga siguió el sábado en el Museo Chillida Leku. El gran parque de árboles y obras de Eduardo Chillida ofreció un envoltorio muy especial a las creaciones de Verde Prato, Anari y la californiana Julieta Venegas.

Las composiciones de Verde Prato fueron una gasa para la escultura, una niebla invisible que fue poco a poco posándose en el descampado. Como si fuera el mensaje de la llegada de unas meigas escondidas en el hayedo situado tras el escenario. La tolosarra se mostró encantada de actuar “en este paraje tan maravilloso”, adecuando su vestuario para la ocasión.

Sigue siendo única a la hora de mezclar elementos. Acerca temas de Kortatu a los tugurios berlineses. Elabora melodías de lúgubre cabaret francés a las que su voz, un lujo de la calma, dota de cierto optimismo. Evocadora, con una tono suave que sube y baja por las escalas con sinuosa cortesía, casi susurrante y bien surtida de eco. Empleando el teclado y los pregrabados de forma espaciada y sencilla.

Uniendo elementos latinos con nanas y piezas de vals. Montando temas de despedida marítima a las que suma tensión rítmica. Cerrando la velada con un anticlimax precioso, como solo lo hacen las artistas que confían en sus partituras. En un enfoque muy cercano al de Kate Bush y el resto de ahijadas modernas, su propuesta sigue siendo de lo más interesante del panorama actual.

Tampoco parece, en apariencia, Anari Alberdi muy amiga de los cambios. En cuanto pilla una progresión de acordes que le gusta rara es la vez que la cambia dentro de una pieza. Pero su valor es brincar sobre ella con los músicos que le acompañan. Subir y bajar en la intensidad, crear estupendos colchones para esas letras de macrojuicios emocionales, relaciones personales, ansiolíticos de lujosa carga poética. Ahí, ahí sí es una jefa – y unos jefes sus compinches-.

Ayer ofrecieron unas partituras que se pueden ubicar en algún melancólico punto entre Neil Young, Patti Smith y los Tindersticks. Uniéndose al peso del acero y granito monumental de la explanada, llevándolo a unas melodías que pesan en el aire, que caen lentas sobre nuestras cabezas como el calor irreal de estos días. Los rayos y centellas que vimos a lo lejos solo aumentaron la épica del un concierto que fue tal y como lo anunció su autora al comienzo del mismo: “breve y precioso”.

Julieta Venegas levantó los traseros hasta entonces sentados sobre toallas y aislantes y acercó a los espectadores a las primeras filas. La urgencia de este texto nos impidió disfrutar de toda su actuación aunque los que escuchamos fue bien elegante: funky con detalles orquestales, piezas de moderno corte latino, pop de tendencia risueña y R´n´B de querencia norteamericana.

“En esta vida todo te puede inspirar. Y tiene que ser así“

Mursego ofrece mañana en Donostia su obra “Lapur(ari)ketak”, una revisión personal de sus gustos.

“Copiar o inspirarse” siempre ha sido “el huevo o la gallina” de la creatividad musical. Una progresión de estrofas similar a la de ese viejo éxito. Un coro que le sonaba bien al autor sin saber porqué. Un “sampler” que busca enganchar al oyente mayor. Aún siendo un laberinto del que es complicado salir, artistas ilustres han intentado meter las ovejas en el redil. Jean Luc Godard afirmaba que «no es de dónde tomas las cosas, es adónde las llevas». Pablo Picasso defendía que “los grandes artistas copian, los genios roban”.

Maite Arroitajauregi (Éibar, Guipúzcoa, 1977) aporta su grano de arena al (t)remolínico tema. “Jim Jarmusch dice que “Nada es original. Roba de dónde sea que encuentres inspiración. Devora películas, fotografías, poemas, afiches callejeros, árboles, nubes, luz y sombras. Roba solamente aquellas cosas que le hablen directo a tu corazón”. Cuando veo algo que me emociona siento una pulsión física para tomarlo y aplicarle mi filtro, mi identidad. Cada uno tenemos un poder para transformar las cosas y llevarlas a un terreno personal y genuino. Y eso acaba enlazando con la frase de Godard”.

Intentamos que la creadora guipuzcoana detalle sus gustos, los chispazos que le hacen crear o reinventar. Qué mira y asimila a través de esos dedos que encuadran en la fotografía de esta entrevista. “En esta vida todo te puede inspirar. Y tiene que ser así. Mi lista no puede ser más “cajón de sastre”: las películas de Kaurismaki, los “Lekeitios” de Mikel Laboa, el marmitako de mi aita, Louise Bourgoise, los veranos en Hondarribia, los vampiros. En el concierto que ofreceré mañana proyectaré primero en una pantalla el original que me ha influido y luego ira mi adaptación”. Si nos basamos en una de sus últimas aventuras capitalinas en este sentido, la realizada en el homenaje a Rafael Berrio, las expectativas siguen siendo excelentes.

Mursego fue una fascinante sorpresa en sus inicios por recuperar el folklore en aquellos conciertos llenos de atractivas mezclas apoyadas en unos cachivaches que ahora va dejando de lado (“el chelo y el looper siempre están a mi vera pero en este momento me interesa utilizar los movimientos y el potencial del cuerpo humano”). Sin ser una estricta en el tema, su estilo de trajear lo tradicional con nuevas vestimentas tiene cada vez más socios y socias -Maria Arnal, Rodrigo Cuevas-. “La música tradicional tiene algo puro que me seduce”. Una pasión que aparca los posibles egos para defender la bonanza de los contemporáneos. “Hay gente maravillosa en ese sentido. Lorena Álvarez le añade un toque chulo a sus temáticas. Tarta Relena recupera la tradición coral. Verde Prato me encanta. Los Hermanos Cubero integran muy bien el humor en sus apariciones. También me fascina Le Parody, quien recupera el orgullo de lo andaluz y lo árabe de forma electrónica”.

Unas actuaciones que estuvieron durante mucho tiempo apagadas por culpa de la pandemia. Una oscuridad que aterró a los creadores (“Tuve angustia por la incertidumbre, por no saber si iba a poder seguir viviendo de mis oficios”). Temores que se van alejando con citas como la de “Lapur(ari)ketak”, juego de palabras en euskera entre los términos “ejercicio” y “robo”. El recital de la Sala Club de Victoria Eugenia donostiarra será una de las pocas actuaciones propias previstas para estos meses. Pero la autora no ha perdido el tiempo. “He estado poniendo música en directo a un documental (“Respirar, Correr, Mirar” de Virginia García del Pino). He hecho también una relectura sonora del libro “ Yo veo / Tu significas” de Lucy Lippard y un concierto para bibliotecas con piezas basadas en textos de escritores vascos: Harkaitz Cano, Katixa Agirre, Itxaro Borda, Beñat Sarasola”.

Y el cine, siempre el cine. Tiene pendiente de estrenar en otoño su banda sonora para “Black Is Beltza II” de Fermín Muguruza, para quien solo tiene bellas palabras. Pero su trabajo con Aránzazu Calleja (en el film ‘Akelarre’) ya le ha traído premios como ese Premio Goya que Maite guarda en una balda con un vinilo de Lisabö, un CD de Atanas Akerstra y un avión de papel de su hijo Niko. Se le intuye cariño a la ubicación.

Calleja y Arroitajauregi se encuentran en estos momentos componiendo la BSO de la película ‘Irati’ dirigida por Paul Urkijo. “Estoy exhausta”, se sincera la eibartarra. ”Trabajando de domingo a domingo desde hace 4 meses en más de 50 piezas. El cine es una experiencia muy inmersiva y no tengo un minuto para dedicar a Mursego”. Momento de preguntarle por su siguiente trabajo en solitario. “Tengo una carpeta con bocetos e incluso alguna canción ya hecha, como la del ligoteo en la recogida de puerros. Espero poder grabarlo el año que viene. Quiero que participen en él un montón de colegas, hacer algo con mucho sentido colectivo”.

Ficha
Mursego: Lapur(ari)ketak
07 de junio
Sala Club del Teatro Victoria Eugenia (Donostia)
19:30 hr.
15€

Publicado en El Diario Vasco

Gure Ahotsak: gran selección

Intérpretes: Ainara LeGardon, Miren, Verde Prato y Eneritz Furyak. Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 07/03/2022. Asistencia: 150 personas

Donostia volvió a acoger, con motivo del Día Internacional de la Mujer, un festival que reunió a algunas de las autoras más interesantes de nuestro panorama. Un sitio plural en el que predominó el pop en su sentido más amplio, la pasión artística, la vaporosidad y las canciones que se dirigen a gente nacida en el 2000.

Abrió la velada Ainara LeGardon, quien se quedó corta con una voz y una guitarra. Ella necesita expresarse por más vías. Echó mano de un Walkman para trastear con sus botones y utilizó un par de micrófonos repletos de eco sucio amén de otros elementos. La música fue tensa y tranquila, arpegiada y emotiva. Recordando a Manta Ray en el fondo que no en el efectismo.

Tras ella llegó Verde Prato, una de las sensaciones de la temporada. No lo decimos nosotros solo, que al carro se ha subido hasta Bob Stanley (Saint Etienne). El erudito británico ha alucinado con su mezcla vaporosa y reverberada de elementos. Las sencillas melodías “verdes” unieron tradición y resonancia ofreciendo nanas siderales, versiones sorprendentes (Kortatu), temas que podían ser el jazz latino de las películas de Wong Kar-Wai y obras dignas de una oscura discoteca berlinesa.

Eneritz Furyak pudo parecer la cantautora de la noche si nos atenemos a sus simples rasgados. Pero pronto nos dimos cuenta de que lo suyo era más abierto. Apoyada en una voz fuerte y elocuente, empleó sintetizadores para ofrecer unos pasajes profundos, sinuosos y sugerentes.

La noche se cerró con Miren y sus canciones de otra época. De una que ya nos está pasando por encima. La que nace o se refleja en los breves vídeos musicales de Tik-Tok e Instagram. Curiosamente, esta donostiarra es la que demostró tener más boletos para girar por el mundo entero con su mezcla de R´n´B y hip-hop suave. Y si no, al tiempo.

Publicado en El Diario Vasco

Amorante, Verde Prato: pop futurista

Interpretes: Amorante (guitarra, teclado, corneta, voz), Verde Prato (teclado, voz). Lugar: Centro Cultural Niessen (Rentería). Fecha: 07/01/2021. Asistencia: lleno, unas 130 personas

Fabuloso el cartel doble de ayer en Rentería, a cargo de dos de las lanzas creativas más fascinantes de nuestro panorama musical. Arrancó Verde Prato, autora que desnudó los estilos. La tolosarra reconstruyó el “Agurra” de Lourdes Iriondo con una gota de folk inglés y una voz de reverberación cavernosa. Similar suerte corrió el carnavalesco “Galtza Haundi”, pieza que consiguió llevar al dramatismo. Nos invitó a tararear y silbar (“Anaien Kanta”) y no le hizo ascos a los aires modernos (“Neskaren Kanta”). Su emocionante entonar, en el que apenas se distinguían las sílabas, pareció hecho para contarnos y cantarnos secretos.

El segundo tiempo del partido le correspondió a Amorante. Rodeado de instrumentos y cachivaches – parecía John Lee Hooker sentado en el brocante de Ahetze-, comenzó tocando en la platea para después ofrecer un pasaje de duelo (“Condor”) y oscurecerse en “Kanposantuko banketea”. Antes, durante y después de esos cortes sonaron cornetas, teclados y voces rockeras o aflamencadas. Tonos vocales casi siempre tratados y juguetones. Una explosión caleidoscópica muy trabajada y abierta.

En “Hairu” mezcló el rap con el jazz más loco. Se puso cariñoso en “Juliana”. Recuperó el clásico ”La llorona”. Disfrutó e hizo disfrutar con “Manuela”. Y se destapó en piezas divertidas como “Ay, Carmelo” y un “Parisera joan nintzen” cantado en “perfecto euskañol”, como apuntó el autor vasco. Amorante y Verde Prato ofrecieron, cada uno a su manera, un ejemplo de la buena salud de la que goza nuestro pop menos encorsetado.

Publicado en El Diario Vasco