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Etiqueta: Krell

Kutxa Kultur Festibala: Agitando las maracas

Y llegó Bobby Gillespie con sus secuaces a Donostia. Y lo puso todo patas arriba. Primal Scream, interpretando su celebérrimo disco ‘Screamadelica’, editado hace ahora veinte añitos de nada (madre mía, qué lejos empieza a quedar la Gaztekutxa), fue el genial colofón de la larga fiesta que la Kutxa montó en el Velódromo el pasado sábado.

La tarde la abrieron Rock Privado y Krell, los grupos que más votos consiguieron en el concurso que la entidad financiera realizó en Facebook. Les tocó bailar con la más fea, y la más ausente. Apenas 15 personas con el primer acorde de los rockeros. Ambas formaciones demostraron morro y tablas.

Los donostiarras Thee Brandy Hips lo bordaron. Pop genial, divertido, contagioso y cada vez más abierto. Y si los guipuzcoanos fueron notables, lo de We Are Stardard fue cum laude. Impresionante su show, su propuesta sonora, su dominio escénico. Como dicen los chavales en la calle, «su todo». Los nuevos temas (otro guiño a nuestra lozanía) son hijastros de Happy Mondays, Stone Roses y, claro, Primal Scream. Pero nada de cortapega barato. WAS son poderío enlatado en canciones cada vez mejores.

Suyo debía ser el entrante a los protagonistas de la noche, pero ya saben la tendencia de que los foráneos tengan la tipografia más grande en los carteles. Fanfarlo ocuparon ese lugar, y sus epopeyas a lo Arcade Fire que se quedan sin explotar fueron muy aplaudidas, pero quizás mal colocadas en el cartel.

Primal Scream a escena. La pantalla del fondo con el genial logo de su disco ‘Screamadelica’. Primer tema. ‘Movin on Up’. Y todos nos lanzamos a botar, a querer ponernos la camisa brillante del antiguo batería de los Jesus And Mary Chain, a comprar dos maracas y pasarnos toda la velada agitándolas como aquellos bailarines que tan poco bailaban en la época del sonido Manchester. Cantando, alborotando, haciendo de fan de Justin Bieber.

Tanta efusividad tuvo sus excesos, y Gillespie se encaró con un asistente que le había lanzado un vaso. Chico, que estuviste en la famosa bronca de los Jesus en el North Poly en 1988 (y en Candem tres años antes, y…). Hay que tener más mano izquierda, hombre. Bromas aparte, el cantante fue una guindilla durante toda la noche. Un agitador nato. Siempre lo ha sido, más que cantor puro.

Tras el pistoletazo sonoro llegaron la espectacular y no menos quieta versión del «Slip inside this house» de los 13th Floor Elevators, el silbido pegajoso de ‘Dont fight it feel it’, la deliciosa calma de ‘Damaged’ y ‘Higher than the sun’, el pepinazo eterno que es ‘Loaded’… Para el bis, con las stonianas ‘Country girl»,’Jailbird’ y ‘Rocks’, ya no nos quedaba fuelle, músculo ni endorfinas. O las que aún pululaban por nuestro cuerpo se volatilizaron. Solo guardamos energías para estirar la boca y mostrar a los presentes nuestra feliz sonrisa de anuncio de dentista.

Kutxa Kultur Festibala: Saltando la banca

Extenuantes y gozosos días son los que quedan a los fans de las músicas popero-independientes para cerrar la entrada de noviembre. La caja de ahorros guipuzcoana Kutxa tira la casa por la ventana y cierra su ciclo anual de actividades culturales con la organización de una serie de conciertos que, estos días sí, nos emparenta con las mejores villas europeas.

La fiesta comenzaba ayer, con el show de los norteamericanos Wilco en el Kursaal donostiarra. Jeff Tweedy y los suyos volvían al auditorio con su flamante nuevo álbum titulado ‘The Whole Love’. Y esta noche, la cita banquera llevará nuestros pasos a la sala Gazteszena de la capital donostiarra, con Cristina Rosenvinge y el local PLV Havoc como nombres de un cartel de enfoque cantautoril.

Y mañana, «madrugón» para poder disfrutar en el velódromo donostiarra de todas las actuaciones que sirven de colofón al ciclo Kutxa Kultur (www.kutxakultur.com). Una programación privada que ha apoyado a los autores locales -no sólo musicales sino también textiles, fotográficos o videográficos- a lo largo de este 2011, con festivales en varias poblaciones, invitaciones para abrir las veladas de formaciones de postín y otros actos encaminados a que lo que cuenta con una difusión mínima pueda aparecer ante el gran público.

Krell: Dibujo orgánico.

Dios (o su equivalente electrónico) los cría y ellos se juntan. Las formaciones Fairlight, Munlet y Krell coinciden mañana en el Guardetxea donostiarra. Los últimos presentarán su novísimo trabajo “Perfect Drawing”.

Una colección de composiciones de tradición digital y ejecución orgánica. ‘Antes nuestros temas nacían en el secuenciador y añadíamos después la parte «acústica». Desde que añadimos batería y bajo a la banda componemos las canciones de manera cruda y contundente. Es una manera más natural y se nota en el resultado’.

Las escuchas confirman dichas impresiones. Se alejan de Front 242 para acercarse a formaciones como Sisters Of Mercy. Gente que, sin abandonar la fiereza y la oscuridad, trabajaban sobre el formato canción. ‘El nuevo CD es menos machacón. Más roquero, menos industrial, con más detalles’.

Un cambio que rezuma guitarras predominantes y melodías que harían agitarse de alegría al emo más depresivo, como es el caso de “Rock n Bot”: ‘Nuestra intención era darle ese toque de baile, aunque sea una canción punk-rock. Habla de un robot que renace librándose de la cadena de montaje a la que ha pertenecido y quiere irse de marcha a ritmo funky post-punk’.

Donostikluba 2008: Así me gusta a mí

Intérpretes: Russian Red, The Mary Onettes y 11 creadores locales de música electrónica. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 3 octubre 2008. Asistencia: unas 500 personas

Los designios de la gente son siempre inexplicables. En un festival teóricamente chiquitín como el Donostikluba, con músicos foráneos a los que se les supone un tirón de asistencia, el día con mayor venta anticipada de entradas fue el pasado viernes.

Una jornada en el que 11 músicos locales de corte electrónico ofrecieron sus composiciones. Una noche en la que un grupo escandinavo desconocido más allá del Puente de Oresund, el que une Suecia y Dinamarca, presentó sus energías poperas. Una velada en la que una pequeñita y bella creadora roja mostró unas composiciones íntimas a punto de romperse. ¿Otros mundos son posibles, la gente está cambiando? Bueno, no corramos tanto, pero sí que destacaremos el hecho.

Y fue precisamente Russian Red, la madrileña Lourdes Hernandez, el principal reclamo la noche de autos. En compañía de dos multiinstrumentistas, la creadora enamoró a los presentes con ese folk tan sentido y sencillo, con esa voz tan dulcemente cercana. Su propuesta, que ya empieza a colarse en anuncios y reportajes televisivos varios, fue escuchada con mucha atención y muy aplaudida por los presentes.

Tras ella llegó la esquizofrenia creadora de The Mary Onettes. En una suerte de Joaquín Reyes en sus Muchachadas Nuis, la banda sueca tan pronto parecía Keane como jugaba a clonar a The Cure como se tornaba en banda de apoyo de Chris Martin o defendía las frescuras del C-86 (un movimiento musical británico, no una proteína corporal) y las alegrías bailarinas de New Order. El resultado tuvo más aspectos positivos que negativos, aunque más de un asistente acabara jugando al trivial musical ante tantas similitudes.

La oferta local ocupó el resto de la programación de la noche, con los músicos y DJs que se han agrupado alrededor del CD “Donostia Underground volumen 1” ofreciendo sus creaciones en las dos salas habilitadas para ello, a modo de inmensa discoteca.

El trío donostiarra Krell fue el encargado de abrir el fuego, con unas canciones que deben mucho a la Alemania más gótica y fiera, la de bandas como Sisters of Mercy o Front 242. Con un cantante sencillamente espectacular en su labor como frontman, arrancaron más de una sonrisa y un baile con su versión del “Así me gusta a mí” de Chimo Bayo.

Después los gatos se volvieron pardos, se bajó la luz y los discotequeros se entregaron al baile más charlatán hasta el cierre tardío de la sala. Si aquello que sonaba era Breakbeat, Deep House, Electro, Big Beat o clicks n´cuts poco importó a los presentes, encantados a rabiar conque esa oferta musical local, normalmente escondida en las agendas de fin de semana, contara con un espacio tan lustroso para su presentación.

El Inquilino Comunista: Fresco regreso

El Inquilino Comunista: Fresco regreso

Intérpretes: Krell, Fairlight, El Inquilino Comunista, DJ El Nota. Día: 22/12/2007. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Asistencia: unas 350 personas.

Nostalgia juvenil la que se respiraba en el ambiente de la cita donostiarra de El Inquilino Comunista la noche del pasado sábado. Una banda que encabezó el pop ruidista patrio de los primeros años 90 del siglo pasado y ahora vuelve a los escenarios de forma escalonada y selecta. Su cita fue bastante completa en compañía, con 2 grupos locales y un DJ flanqueando el cartel.

La furia la desataron los chicos de Krell. Teclados oscuros, guitarrazos potentes (aunque algo bajos de volumen) y un cantante estiloso que hicieron las delicias de los amantes de la música electrónica más rabiosa y fiera. Front 242, Bauhaus, Nine Inch Nails y Joy Division encabezan la lista de amores de los ejecutantes, quienes desplegaron en 45 minutos su repertorio más impactante siempre con el inglés como idioma expresivo.

Lengua que también emplean los miembros de Fairlight, quienes se vieron lastrados por la rabia de la banda inicial. Juguetones hasta la sicodelia, su electrónica de amplias miras tuvo sobre el escenario de Gasteszena muchos momentos elegantes. Animosos y entregados, se merecen otra visita en escenarios más acogedores. Y sin nombres a posteriori que aumenten el nerviosismo de los asistentes.

Porque el regreso de El Inquilino Comunista a Guipúzcoa fue inicialmente extraño. No es habitual ver un revival de una banda en la que sus miembros no llegan a las 40 primaveras. Ni es común pensar que eres un abuelete deseando escuchar canciones de hace apenas diez años. Pero superada la impresión inicial y olvidada la melancolía, el cuarteto getxotarra encandiló y se divirtió con lo único que no pasa de moda: sus canciones.

Puede que aquella etiqueta noise-pop que encabezaron no haya sabido envejecer, o que ahora estemos a otros cuentos, pero es innegable que pocas formaciones mezclaron (y mezclan. Los temas nuevos no desmerecen) las guitarras distorsionadas y las melodías vocales como El Inquilino. Sobre todo si seleccionan para sus conciertos lo más inmediato y directo de su discografía.

Con un bajista que no dudaba en tirarse al público o subirse a los altavoces y un batería que colaba guiños a su nueva formación (de nombre Standard) con sus golpeos entrecortados, la banda vizcaína se presentó como vigente heredera de los postulados de formaciones como Pavement, The Pixies o Sonic Youth.

Y esa es la mayor virtud de esta reunión pública: Interpretar su pasado y colocarlo en el presente, haciendo que las emociones sentidas sean actuales, sin apoyarse demasiado en un tiempo en el que nuestra barriga era inexistente y nuestro pelo frondoso. El Inquilino sigue a lo suyo, emocionando con unas canciones que muchos disfrutaron en la cita donostiarra.

El pinchadiscos local El Nota cerraba la velada, y consiguió enganchar a los viejos rockeros presentes con esa elegante selección que suele abrillantar los sonidos de muchos clubs de baile locales.