Intérpretes: Estereotypo, The Requesters, Delorean, Stereo Mc´s DJs. Día: 10 octubre 2009. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Asistencia: lleno, unas 600 personas.
Caminar por una velada en la que la música suena elevada de potencia y ritmo, sin apenas descanso, siempre en la cima de lo bailable, puede resultar fatigoso. E
s lo que nos pasó el sábado en el festival Donostikluba. Bordeamos el “mal de altura”, porque daba la sensación de que cada una de las bandas o pinchadiscos presentes eran ideales para cerrar el cartel.
Los cántabros Estereotypo no dieron pie al relajo durante su actuación. Como en el caso de la banda Placebo, es algo asombroso que seas un trío y repartas semejante estopa danzarina, mezclando los aciertos de Franz Ferdinand con guitarrazos más fieros.
El dúo barcelonés The Requesters no sólo hizo cima, sino que intentó subirse al banderín que suele ondear sobre el punto más alto con el único apoyo de dos ordenadores. Canciones ajenas y propias, algunas estrenadas en su cita donostiarra, que convirtieron la sala donostiarra en un moderno discotecón.
Y Delorean, los culpables de colgar el cartel de “no hay billetes”, los causantes de que en la puerta de entrada se vieran las más diversas triquiñuelas para poder acceder al recinto, buscaron sobreponerse al sonido apagado que les tocó en suerte para confirmar ante su público (ayer no debió quedar nadie en su Zarauz natal) las buenas palabras que les han dedicado los medios internacionales.
La parte más alucinante del concierto fueron sus primeras seis canciones, repertorio elaborado bajo el nuevo enfoque de la formación. Ese que fusiona su ritmo imparable con las vaporosidades de los norteamericanos Animal Collective. Siendo más sincero que chovinista, las nuevas composiciones suenan más atractivas que el ejemplo guiri. Tras la media docena inicial, el cuarteto guipuzcoano retomó de manera más clara su vieja fórmula y elevó a los asistentes al cielo con melodías cortadas y baterías muy marcadas.
El cantante de los británicos Stereo Mc´s (rebautizado en Donostia como “el novio cadáver”, por su facciones delgadas) fue el encargado de bajar la persiana del Donostikluba 2009 con una selección de canciones que debió olvidar el romanticismo en el hotel. La pegada fue constante, exaltada y casi carente de oxígeno. Como los paseos cerca de las nubes.
Pertrechado con una sola guitarra acústica y un vozarrón con el que sería capaz de comunicarse entre montes, el norteamericano Bobby Bare hijo arrancó el Donostikluba del pasado viernes con una estampa curiosa: Había más fotógrafos que asistentes de pago en la sala.
El pueblo de Zarautz les vio nacer musicalmente. Entregar un par de discos que comenzaron poperos (origen al que afirman haber vuelto ahora) e ir ganando peso techno con el paso de los conciertos. Actuaciones que tiraban por tierra la frase de que “nadie es profeta en su tierra”.
El Donostikluba vive su mejor año de propuestas y seguimiento popular desde el renacimiento estilístico del certamen como evento de música de club.
Es una verdadera alegría encontrarse medio millar de personas en una serie de conciertos teóricamente minoritarios. Más aún cuando buena parte de las bandas que actúan son de la capital guipuzcoana y sus alrededores.
Delorean
“Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá”. Seguro que la frase, originaria del antiguo Primer Ministro británico Maurice Harold Macmillan, encabeza las inspiraciones creativas actuales de los miembros de La Buena Vida.
A los lectores de prensa más observadores el protagonista de este texto no les pilla a contrapié. Su nombre sale pequeñito, más aún que el de los autores de los textos. A veces la rúbrica se muestra vertical, otras aparece casi escondida. Nadie dijo que la ilustración de artículos periodísticos fuera una profesión de gran popularidad.