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Juan Luis Etxeberria Entradas

The Dodos: Partidazo

Y media España animando al Mediterráneo, y la otra media al madroño. Que si roja, que si no. Que si la central lechera y el árbitro. Un tostón. Menos mal que unos doscientos peregrinos supimos escapar de la monserga futbolera Barcelona-Madrid para alucinar un buen rato en el concierto que los norteamericanos The Dodos dieron en la donostiarra sala Gazteszena el pasado miércoles (perdón, el día de abril del 2011 en el que se disputaba el Tercer Partido del Siglo).

El arranque de su velada fue algo difuso. Con un técnico en la mesa de mezclas empeñado en que aquello sonara como un concierto de Wembley: Los instrumentos demasiado ocultos y una voz reverberada en exceso. Vale que ese timbre con efectos tan vaporosos sea una de las señas personales de los californianos, pero ponerles unos niveles dignos de las cuevas de Zugarramurdi no es del todo recomendable. Como tampoco lo es el llevar un guitarrista de apoyo que aporte poco más que presencia escénica. Chicos, ¿no os enseñaron The White Stripes que los grupos con pegada lo hacen también visualmente cuando los ejecutantes solo son un par?

Afortunadamente, el sonido mejoró para el ecuador del concierto. Y ya pudimos disfrutar en plenitud de las impepinables canciones del dúo -guitarra y batería- de San Francisco. Una suerte de folk cabreado bastante libre, muy animado y adictivo. Que alcanzó su cumbre en la tacada de melodías previas al bis, potente y soberbio a la par que breve, y que dejó a la gente con ganas de más minutos. Si se quieren adentrar en sus tonadas, prueben con el afamado CD ‘Visiter’ o el más reciente ‘No Color’.

Hubo unos teloneros, lusos, de nombre Evols. En nuestros momentos más benevolentes (que coincidieron con sus mejores minutos) nos acordamos de formaciones como la Velvet Underground, Spacemen 3 y aquella banda de nombre Luna capitaneada por el cantante Dean Wareham. Para cerrar con toque futbolero, diremos que se hicieron largos como un empate a cero en La Condomina.

The Dodos: Regreso al futuro

Donostia se viste de gala el próximo miércoles 27 de abril para recibir a The Dodos, que llegan a la sala Gasteszena para presentarnos “No Color”. Un álbum fresco que busca retomar la acertada senda abierta por el disco que más éxito les ha dado hasta la fecha, “Visiter”.

Aquel CD mezclaba la pegada de un batería proveniente del mundo experimental y el hard metal(Logan Kroeber) con los aires sicodélicos y folkies de un guitarrista de gustos acústicos (Meric Long). La posterior muesca, “Time To Die”, les permitió trabajar con el famoso productor Phil Ek e introducir nuevos ambientes en sus grabaciones, sumándose el vibrafonista Keaton Zinderal autobús de las giras.

Ahora con “No Color” han buscado volver a las raíces que tantos aplausos y llenazos escénicos les dieron. Enseñan la puerta de salida a Zinder y vuelven a las canciones sencillas y directas.

En la grabación colabora la cantante Neko Case y a la hora de actuar en vivo añaden el pasaporte de un segundo guitarrista, Christopher Reimer (de la recientemente desaparecida formación canadiense “Women”). Con pelotazos del calibre de “Good” o “Black Night”. Y maravillas como “Going Under”, “When Will You Go”y “Sleep”. Charlamos con el pegador Kroeber, arrancando la conversación sobre esa vuelta a los orígenes.

Parece que el título, “No Color”, retrata ese regreso a la crudeza original.

En realidad se basa en las imágenes y colores que ves en la cabeza cuando tocas algunas canciones. Nuestras nuevas composiciones son grises y llenas de ceniza. Al principio era algo inquietante, pero creo que la razón había que buscarla en la novedad de las mismas.

Con la sencillez como bandera. Afirmando que, tras mucho buscar, a veces lo simple es lo correcto.

También es una idea genial dejar que las guitarras lo inunden todo. Pero en líneas generales creo que, aunque suene todo sencillo, es nuestro disco más elaborado.

Cornershop : “& The Double ‘O’ Groove Of”

Cornershop
“& The Double ‘O’ Groove Of”
Ample Play Records

Una mezcla de sitares y ambient. Y de cantares indo-europeos. Los británicos Cornesrshop fueron en su día cabeza de lista del ‘pop’ británico-hindú.

Su último disco se ahonda en su cultura originaria y la inunda de samplers algo forzados (seguro que aún siguen en garantía) y amables, con mucho mensaje vocal punjabi. Ideal para las inauguraciones de las tiendas Natura. Y poco más.

Jahsta Reggae Band: Churros sin chocolate

El pasado martes asistimos por primera vez en nuestra vida a un concierto de reggae en una sala cerrada y sin humos. Bueno, vale, hubo intentos de alguna que otra incursión guerrillera en formato Rizzla, pero la ley pareció cumplirse sin mayores pegas por parte de la asistencia.

Un público que se volcó desde el primer minuto con la actuación de la banda zaragozana Jahsta Reggae Band. Tuvieron buena ayuda en ese aspecto. Porque la numerosa agrupación aragonesa, muy profesional y cuasi perfecta, animó el cotarro con los diferentes ‘churros’ que la música rasta ha dado al mundo.

Diez músicos entre los que destacaremos el trío de sopladores, la base rítmica y los dos cantantes. Uno, con cara de pillo, defendía las entonaciones más clásicas de este estilo musical. Su colega, también bastante canalla en los andares, entonaba con aires raperos. Acelerado en los fraseados pero sin atropellarse nunca.

Ambos trataban en sus letras los cánones habituales: el ‘buenrollismo’, las hierbas de nombre femenino y su preocupación por el medio ambiente, la pobreza y el individuo. El resultado, una hora larga de concierto que dejó a los asistentes con ganas de más jarana. Y sin malos humos, por supuesto.

Txuma Murugarren: «El orgullo de Bilbao».

Quién más quien menos ha visto, escuchado o viajado en el Pride Of Bilbao, un mastodonte marítimo bautizado como ferry que se encargaba de unir nuestra pequeña Euskadi con Portsmouth (Gran Bretaña).

Hablo en pasado. Porque a finales del 2010 la orgullosa mega-txalupa pasó a mejor vida. Como le pasó a la capital vizcaína de la metalurgia, la roña, los tonos rojizos y el ambiente cargado y oscuro, lleno de esas heroínas que tienen poco de valiente. Unos pasajes que Txuma Murugarren ya pudo observar en su ciudad de nacimiento (Errenteria) y que alcanzó cotas de parque temático en la gran ciudad vasca, ahora «donostializada» en palabras del cantante que el pasado viernes actuó en Donostia.

Txuma es un autor de otro tiempo. Amante de las historias de barra de bar y la melancolía del serrín. Que pasa del cabaret arrabalero que tan bien se adapta a su voz rota -y que en Lugaritz intuimos en más de un pasaje sin que llegara a estar en primer plano- para abrazar otros sonidos con total independencia creativa y mucho gancho escénico.

Su cita donostiarra tuvo mucho de viaje. Las ejecuciones de sus nuevos temas tienen mucho del rock clásico USA. Con esas guitarras sucias, lavadas a la piedra y esos ritmos tan atractivos que se apoyan en las melodías contagiosas y adictivas. En eso se parece a su colega Rafa Rueda. Aunque Murugarren es más directo, más conciso e impactante. A destacar el par de temas con los que cerró el bis. La enrabietada ‘Proposamena’ fue una auténtica maravilla digna de, por nombrar a alguien, Will Johnson y sus Centromatic.

También hubo tiempo para descubrir sus amores por los medios tiempos y los crescendos que alcanzaban aires épicos en los punteos de un guitarrista a un pedal de delay pegado. Una fórmula en la que Murugarren se siente como pez en el agua.

Mas guardemos una salva de aplausos para la segunda fila visual. Porque toda opción ejecutante es sencilla y seductora si se cuenta con un dueto rítmico de la altura de Beltrán-Hernández, un seguro de vida sobre un escenario. Presencia y elegancia que permiten al resto explayarse. Disfrutamos de la nueva chaqueta sonora de Murugarren, un autor que, coja el camino que coja, sigue mostrándose muy atractivo sobre un escenario.

I´m From Barcelona: «Forever Today»

I´m From Barcelona
«Forever Today»
Mute Records

Más suecos que el tornillo Lindström, la populosa formación (han llegado a sumar 30 miembros) popera mezcla guitarras, voces, baterías, trompetas y teclados en busca de un preciosismo sonoro que seguirá gustando a abuelos y nietos.

Una música directa, sencilla y deliciosa. Imposible destacar una sola canción, todas están iluminadas por el sol del norte para recibir al verano con los brazos abiertos.

Bright Eyes: The People´s Key

Tras el gozoso y centrado invento de Mosters Of Folk, el yanqui Conor Oberst vuelve a su camino habitual de canciones eternas (segunda mitad del disco) y las ‘boutades’ despistadas que ocupan buena parte del arranque de su última grabación.

Siempre con esa voz emocionante que hace que aún le perdonemos muchas cosas. A ver qué cara presenta en la próxima edición del festival gasteiztarra Azkena Rock

La Unión: Dale Ramón

La velada de Cadena 100 comenzaba con la entrega del premio Ciudadano 100 al DJ y productor Carlos Jean. El gallego agradeció el reconocimiento a su proyecto sobre Haití: Una canción, ‘Ay Haiti’, en la que han colaborado todos los artistas comerciales que se les ocurran y cuyos beneficios se han destinado a la loable causa de intentar ayudar al castigado país caribeño.

Tras el galardón le llegó el turno a La Unión y su moderno utillaje. Enormes juegos de luces, ningún amplificador en la sala y un teclista que disparaba baterías mientras tocaba el teclado. Olía a playback, pero al final se quedó en un susto.

En el centro el casi criogenizado Rafa Sanchez, vestido de sport – o eso- y con unas gafas dignas de la película Superdetective en Hollywood. El dueño del foco principal, bailando con su eterna marcha (ver acepción ‘carrera olímpica de 20 kilómetros’) y una voz bien apoyada en los efectos.

El enfoque actual de La Unión se basa en meterle el bombo a todo y ganar consistencia y pegada frente a los matices de los viejos -y muy numerosos-hits. A mí se me hace difícil pasar la prueba del yogur griego: Quitando la voz, no distinguiría un tema suyo de uno de Marta Sanchez.

Mea culpa. Será que compito en pistas de barrio y no en los estadios de fútbol. La gente, que ya era mayor de edad cuando Odón Elorza entró en el Ayuntamiento de Donostia hace más de veinte años, salió encantada después de palmear más que Gasol en una final de la NBA. Y eso es lo que vale, ¿no? Pues todos contentos.