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Mes: febrero 2024

Rodrigo Cuevas: Una fabulosa romería

Intérpretes: Rodrigo Cuevas (voz), Mapi Quintana (voz, percusión), Juanjo Díaz (programaciones), Rubén Bada (guitarra), Tino Cuesta (programaciones). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 25-02-2024. Asistencia: lleno, unas 900 personas.

Si nos gustara sentar cátedra diríamos que fue un momento para la historia del Victoria Eugenia: tres minutos de aplausos espontáneos agradeciendo la pieza a un cantante conmovido mientras el público evaporaba las lágrimas palmeando sus manos. ‘Rambalín’, la canción que el asturiano Rodrigo Cuevas le hizo a Alberto Alonso Blanco, el transformista asesinado en Gijón en 1976, es una de las creaciones más conmovedoras que ha dado el pop español en los últimos años.

Sí, lo de Cuevas es pop. De la acepción popular. Hinca las letras en los montes, fuentes y romances. Abraza el vals, el flamenco, la muñeira y todo lo que emerja del pueblo. El actual Premio Nacional de las Músicas Actuales demuestra que es digno del galardón no por calzarse unas madreñas sino por añadir a esa base enfoques de rabiosa actualidad. La banda usan lo sonoro para juguetear, innovar y acercarse los nuevos públicos. De esa parte se encargan los 4 “concursantes” (del “1,2,3”, por añadir algo de contexto) que se elevan cual predicadores en la trasera del escenario y además cantan como los jilgueros.

Aunque para voz, la principal. No se me despisten con los trajes y fajas que gasta. La garganta de Rodrigo Cuevas es un portento. Y no solo cuando habla, que las tira con balín. Regalando muchos momentos irrepetibles – tremendo el ‘Quisiera ser alcalde’, en una de las varias defensas del euskera que hizo-. Nadie como él para, sonriendo, denunciar una injusticia. Nadie como él para buscar lo más picaresco de nuestra existencia. Nadie para mezclar la tradicional ‘Dime Ramo Verde’ con un rapeado anti-homofobia basado en hechos reales.

El concierto acabó como suele ser habitual: los primerizos lanzando al viento sus mejores piropos de asombro y felicidad, los que repetían cita henchidos viendo que Rodrigo varía, reconstruye y mejora siendo tan maravilloso como siempre. Y todos felices, que es lo importante.

Txaranga Urretabizkaia: la felicidad experimental

Intérpretes: Una formación de nueve miembros tocando instrumentos de viento. Lugar: Tabakalera (Donostia). Día: 16-02-2024. Asistencia: decenas de personas.

Disfrazados en una mezcla de Mad Max y blusas trasnochados los miembros de la banda bilbaína Txaranga Urretabizkaia – fabuloso nombre, por cierto- arrancaron su concierto itinerante de Tabakalera en el patio principal, tomando las piezas de acero inoxidable pulido del “Kuboa” de Julio Le Parc a modo de partitura.

Fue el arranque de la felicidad que puede ofrecer la música experimental de explosión controlada. Con una formación que supo manejar con maestría la mezcla de emoción (una pieza estaba dedicada a un miembro del grupo fallecido el año pasado) y atracción (esa misma obra constaba de caminatas, notas musicales y saltos, todos ellos ordenados en una partitura).

En el paseo por los distintos espacios hubo tiempo para disfrutar de su “actitud seria” a la hora de juguetear. Le colocaron pastillas de guitarra a los instrumentos de viento para que acoplaran como Sonic Youth. Los tocaron con arco, no sin cierta comicidad, a la manera de un cuarteto de cuerda. Saltaron sobre globos y lanzaron pelotas de ping pong por las escaleras. El sueño de todo niño.

Después aceleraron el metrónomo enfadados como los coches en una autopista. Subiendo por las escalinatas llenas de notas dibujadas en el suelo interpretando la que correspondía al aleatorio lugar de parada. Y tuvo un fin de fiesta realmente maravilloso, con todos los espectadores formando parte del momento con una sonrisa en la cara.

Jon Maia: La fórmula mejorada

Intérpretes: Jon Maia (voz), Gorka Hermosa (acordeón), Pello Ramirez (chelo), Nacho Soto (piano, sintetizador) y Nerea Quincoces (percusión, voz) e invitados. Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 09-02-2024. Asistencia: lleno, unas 900 personas.

Segundas partes siempre fueron peores. Es el sambenito del cine. Jon Maia volvía a ese Victoria Eugenia que ya ha llenado dos veces para presentar ‘Kantu berri bat gara’, la continuación natural de su lujoso estreno. ¿Confirmó su nueva visita el enfoque cinéfilo o, por el contrario, esta ‘fórmula mejorada’, como afirman en los anuncios de detergentes, sacó mejor nota aún que su predecesor? Veamos…

Los números impactan. 150 minutos de duración. Con un señor que habla la mitad del tiempo, a veces entre las canciones y otras dentro de ellas en eso que los ingleses llaman ‘spoken word’. Uno no sabe si asiste a un show o a un mitín. Pero Maia es un maestro y consigue atraerte a su bello mundo. Su concierto-experiencia ahonda en las bondades de la cultura vasca, su identidad, la belleza y la diversidad. En muchas ocasiones con un fondo profundo y otras dibujando una sonrisa. Para más inri, parafraseando a Van Gaal, el muchacho es “siempre positiffo”.

El autor guipuzcoano se mostró encantado de que las nuevas generaciones usen el euskera para crear. Por eso entre los invitados abundó la juventud. Muchos y muchas estaban en el Zaria Korua de Rentería que impresionó en el arranque de ‘Lurpeko ederra’ y, sobre todo, en la pieza de inspiración post-rock ‘Kantu hau kantatu’. O los bailarines de Oinkari Dantza Taldea, que no llegaban a la veintena frente a la asistencia “middle age”. Olaia Inziarte, socia en ‘Ta Orain’, fue sin duda la mejor voz que ayer pisó el teatro.

Hubo presencias emocionantes, como la de Martxelo Otamendi repasando su vida en canciones y dejando espacio para recordar varias de de las injusticias actuales. Y los aplausos que se llevó Itziar Ituño eran, sin duda, para algo que vivía más allá de su certera interpretación vocal en la afrancesada ‘Gizon txikia negarrez dago’.

El de Zumaia y su banda han refinado sus músicas. Ahora llegan más sutiles, acústicas, con mayor finura. Viajando desde la sabrosura latina hasta el folk celta pasando por el pop más puro de ‘San Telmoko Aldean’ o el emocionante preciosismo de ‘Non geratzen den denbora’. La mejor de la noche por mil razones y colores fue ‘Euskal Herria B’. Hubo momentos para la ensoñación y la mezcla (‘Hotel Torrontegi’) defendiendo siempre la libertad, la unión y el pasado como bases para el futuro. Si la cultura te traslada a otros mundos espero que en ese espacio exterior Jon Maia tenga un espacio relevante. Se lo merece.