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El festival más vasco del mundo

Buenas bandas hicieron lo que pudieron un día en el que hasta los perros llevaron chubasquero

Con un cielo encapotado amaneció el día de ayer en la capital festivalera. Las brisas fuertes y las molestas lluvias también se han apuntado a los conciertos gratuitos del Jazzaldia. Pero…¿en qué se basan los mandamases del Jazzaldia para suspender un concierto?

Fuentes de la organización nos confirmaron que en estos casos “prima lo técnico y la seguridad. Eso significa que el escenario no debe estar muy afectado por el agua. Y también se refiere al público. Si de repente llega un vendaval suspendemos el concierto”. Las previsiones que manejaban ayer hablaban de “sirimiri constante y chubascos intermitentes”. Les traduzco: agua sin parar. ¿Y qué hay más vasco que la lluvia? Esas gotas que convierten el chubasquero en nuestro traje tradicional veraniego. Ayer hasta los perros llevaban gabardina. Ese era el nivel.

Normal que Sara Zozaya esperara algo preocupada en el Escenario Heineken. Sus fans se arremolinaban en una carpa cercana mientras esperaban el comienzo del concierto. Mejor suerte corrieron los integrantes del Fredi Peláez Trío, cuyos sonidos nos llamaban desde el agazapado Escenario Frigo. Peláez y los suyos ofrecieron un acto atractivo con momentos tórridos, pasajes punzantes, buenos diálogos entre instrumentos y alguna que otra balada. “Porque todo el mundo sabe que los shows de jazz deben tener siempre una balada”, dijo el organista.

Volvimos al tablado de Sara Zozaya esperando que la cosa pudiera dar comienzo. Músicos y técnicos hablaban sobre un escenario en el que los elementos escénicos estaban plastificados. Mala pinta. A la media hora anunciaron por megafonía que el evento se suspendía. La preocupación se tornó tristeza en la cara de la cantante, que saludaba a los que habían ido a verle en circunstancias tan poco favorables.

En el Escenario Frigo el joven Juan José Cabillas se acompañaba de un cuarteto y una formación de cuerda para defender una de sus cuatro apariciones en el Jazzaldia de este año. Sus interpretaciones sonaron magníficas, llenas de jazz y swing, repletas de creatividad y viveza. En el parte acuoso destacaremos el paraguas que cubría a la violonchelista más cercana al borde del escenario. Además de ser un bonito detalle, deben saber que una versión profesional de ese instrumento vale más que muchos de los coches que circulan por nuestras carreteras.

El segundo turno se las prometía felices con la relativa bonanza climática. Una pausa que sacó el caracol que tenemos dentro. Decenas de personas se acercaron a los escenarios para disfrutar, por ejemplo, del buen hacer de Dan Barrett, un maestro trombonista que llenó la estancia de sonidos clásicos y elegantes. Organizing sacaron chispas de su formación de cuarteto con canciones calurosas y ritmos bien sabrosos. Javier Lopez Jaso y Marcelo Escrich sonaron como la banda más adecuada posible: temas ensoñadores, marítimos, arrabaleros y calmados. Tocados todos con gran distinción. Pero volvió la lluvia, y todo retornó a donde lo habíamos dejado. Una pena.

Publicado enCríticas de conciertosReportajes

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