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Mes: enero 2019

Manta pop

Intérpretes: Rufus T. Firefly. Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 18 de enero. Asistencia: lleno, unas 300 personas.

Con todo el taquillaje vendido y media hora de retraso se presentó la banda Rufus T Firefly en su cita donostiarra, dispuesta a ofrecer una revisión de los temas de sus dos últimos discos. Una serie de canciones que se arrimaban a bandas como Tame Impala, con esa vena sicodélica amable que abraza los calores del pop como una muchacha una manta en invierno.

Mejor cuando más se acercaban a los años 70 nacionales y se soltaban la melena, el quinteto encandiló a los presentes. Con dejes que les colocan en pleno pelotón festivalero, lo que más brilló fue la diferencia respecto al resto de ese indie-rock homogeneo: las largas progresiones, la belleza enrevesada de sus estructuras y la creciente potencia de sus tonos. Viendo el tirón, piden un espacio más grande en la ciudad.

Amplio menú

Intérpretes: Imanol Rivas (guitarra, voz), Julen Rivas (teclado), Koldo Belloso (bajo). Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 10 de enero 2019. Asistencia: unas 75 personas.

Siempre hay que elogiar a la gente ambiciosa. Amantes del arte propio que apuestan todo a una carta elevada, majestuosa y altiva. Creadores que se juegan sus cuartos sin que su carrera parezca invitar al dispendio. Humanos tan convencidos de lo suyo que a veces parecen compradores de crecepelo y otras unos genios a los que todavía no les ha llegado el momento. Músicos que logran extender su visión creativa más allá de un volumen para imaginar, proyectar y elaborar toda una trilogía.

No hace falta irse lejos para encontrar jóvenes de este pelaje. Miren por ejemplo el caso de Yo Ciervo, banda donostiarra que ayer, diez meses y un día después de presentar su “La Guerra de la Independencia Volumen 3”, hacía lo propio con el número dos de la serie.

La cita inaugural volvió a celebrarse en la sala Kutxa Kultur Kluba de Tabakalera de su ciudad ante una parroquia algo diezmada. Eso no desanimó a estos venados, quienes estrenaron un par de temas en euskera (“Ezker Eskuin” y la directa “Mundu Honetan”) bien atractivos.

El resto, en castellano, tuvo algo de flojera en lo vocal y una amalgama de estilos que buscaba plasmar los variados gustos de sus tres miembros. En los cincuenta minutos de concierto hubo ratos que te llevaban en volandas a los festivales de verano y otros que recordaban la “fiereza” de Muse. En ocasiones se hundían en el rock contundente y su rama más “stoner”. O rasgaban las guitarras en un sentido homenaje a las contundencias de Rosendo y compañía. ¿Demasiado plato para un menú?

El grupo sufrió los sinsabores de una agenda cultural siempre llena de actividades, un partido de fútbol del equipo local y un frío callejero digno de mención, quedando la entrada en números algo flojos para una apuesta tan orgullosa como esta. A ver si la próxima vez hay más suerte.

Exitoso pop local

Intérpretes: Izaro Andrés (voz), Iker Lauroba (guitarra), Julen Barandiaran (bajo), Garazi Esnaola (teclado), Oriol Flores (batería). Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Día: 5 de enero. Asistencia: lleno, unas 1800 personas.

E Izaro Andrés Zelaieta llenó el Kursaal. Vale, puede que nuestro auditorio no sea una medida oficial como el kilo de París, pero puede servirnos de magnitud a la hora de valorar eventos musicales. En el caso de esta cantante de Mallabia era lo esperado. En marzo del año pasado agotó los billetes del cercano Teatro Victoria Eugenia. Y el último veranó cribó el escenario gratuito más potente del Jazzaldia.

Ayer, víspera de Reyes, esta vizcaína, hija adoptiva de la capital guipuzcoana, gustó y se gustó ante una audiencia heterogénea en la que destacaba la rama más joven de nuestra pirámide poblacional. Un público al que le da igual que le canten en castellano, inglés o euskera, como hace Izaro, siempre que lo entonado le transmita emociones.

Comenzó la noche con “De más”, que le acercó al pop británico de Belle And Sebastian de manera algo contenida. La nana“Argia” llegó tersa bajo las torres de luces y el paraguas lumínico que le abrillantaba. En “Delirios” le devolvió el favor a Donostia, convirtiéndola en protagonista de la narrativa, para en “Neguprenoa” acercarse al country. Todo ello de manera bastante amable, afable, cercana y acogedora, como es el pop que caracteriza las partituras de este combo guipuzcoano.

De entre los invitados destacaron los momentos más gimnásticos: el bailaor donostiarra Jesús Herrera y su refrescante zapateado animaron “Deabrua”, mientras la “Eider” que dio pie a la canción del mismo título añadió danza moderna a la sentida interpretación de la voz principal. El violinista Xabier Zeberio destacó en las íntimas “Noviembre” y “Zure ezpainen itsasoan”.

Hubo tiempo para pasajes recogidos, con la banda agazapada en un lateral (“Zangalatraba”). Y acercamientos al blues (“Devil”). Pero siempre más cerca de la caricia que del sobresalto, como bien se pudo ver en “Er(h)ori”, “Astelehenak” o “Errefuxiatuena”.

Y tras atacar “Tu escala de grises” y recordar tiernos el “All I Want For Christmas is you” de Mariah Carey, esta crónica de urgencia viajaba a la redacción. Izaro fue la “Reina Maga” del día de ayer. Lanzando caramelos de todos los sabores y colores (pop, folk, blues, rumba). ¿A dónde llegará su viaje? No descarten ninguna plaza.

Noche elegante

Intérpretes: Alberto Anaut (voz y guitarras), Gabriel Casanova (teclados), Javier Geras (bajo eléctrico) y Javier Gómez (batería). Lugar: Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 4 de enero. Asistencia: unas 150 personas.

¡Qué complicada es la vida del músico! Quizás, afortunadamente, solo identifiquen como tal a quien le da a un botón en un “reality” musical o al cantor que llena un estadio de fútbol en su urbe.

Pero en esto, como en todo, abundan los currelas. Bandas como Anaut, quienes (como sucedió ayer) tocan al mediodía en Logroño y a la anoche en Donostia sin que se note una fatiga, una mala cara – todo lo contrario, su cantante tiene el look del yerno ideal- o un desfallecimiento. Profesionales e inteligentes, son gente que busca adaptar su largo repertorio al lugar o el espacio.

Ya les vimos brillar este verano en el Musikagela Fest celebrado en nuestra capital. Fueron de lo más aplaudido aquel día de calor sofocante. Y ayer, en la jornada más heladora de los últimos meses, volvieron a la sala Kutxa de Tabakalera para confirmar el buen sabor de boca. ¿Lo consiguieron? A ratos.

Es innegable y sobresaliente su arte a la hora de mezclar estilos de raíz norteamericana. Haciendo estrofas de cualquier palo clásico, buscando un estribillo contagioso (“I Will”) y clavando el salto de salida. Defendiendo los aciertos de grupos como Josh Rouse o Ryan Adams en esa etiqueta que llaman “Americana” (“Little by little”). Acercándose al funk (“Liar”), picoteando del pop popular de los años setenta (“I love the way”) o buscando aquello de bailar pegados con gran estilo y elegancia.

Se permiten, bajo techo, lujos como el del sinfonísmo de “Don´t let me down” y otros cortes de calmado parecer. Peligro que superaron con el vitalista empujón perpetrado en la zona final de un concierto lleno de cuarentones, lo cual para unos lectores será atractivo y para otros repelente.

Resumiendo. A Anaut les sobra calidad y buenas maneras. Tienen gusto para machihembrar estilos. Y discos chulos como “Hello There”, su último trabajo. Si saben salvar, o cuando menos estilizar, esa cadencia por los temas calmados apuesto que conseguirán llegar a públicos todavía más amplios.