Saltar al contenido

Mes: septiembre 2017

Goat girl: sangre fresca

Las británicas protagonizan el cartel de bandas emergentes que hoy actúan en Donostia.

Aviso a los “hipsters” que andan aireando acreditaciones cinéfilas por la capital donostiarra estos días: perderse hoy la cita del Jagërmeister Tour en la sala Dabadaba penaliza en su tarjeta de puntos. La bebida del ciervo ha determinado que San Sebastián sea una de las paradas de su gira musical. Un proyecto que busca difundir las bondades de formaciones desconocidas para el gran público. La lista de anteriores ediciones les da la razón en sus selecciones: Vulk, Baywaves, Juventud Juché, Siesta!,…

Para este año el menú triple se abre con las británicas Goat Girl, la primera banda internacional de esta propuesta publicitaria sonora. Cuatro chicas cabreadas que reflejan sin decoros el desencanto de la juventud inglesa. La imparable maquinaria promocional británica ya habla de ellas como una de las bandas más destacadas de la escena, con unos primeros temas que mezclan a L7 con Elastica.

Lo del grupo La Plata es un viaje submarino hacia La Nueva Ola española. Uno dudaría si los temas del EP “Un atasco” son del año 1982 o de hace unas horas, con esa querencia mimética hacia las producciones sintéticas. A su favor una vitalidad no vista en aquella década y un refuerzo popero en los estribillos. La tercera en discordia, FAVX, viaja con la etiqueta de punk gritón y se acerca a las rabias de Ty Segall y los Sonic Youth que ensayaban en el garaje de sus padres. “Born in the 90´s” es su tema estrella, y ya han actuado en barrizales de renombre como el festival Fuzzville de Benidorm.

Molly Burch: de película

Intérpretes: Molly Burch (guitarra, voz), Dailey Toliver (guitarra), Kitty Beebe (bajo), Ignacio Guerrero (batería). Lugar: Sala Convent Garden (Donostia). Día: 25 septiembre 2017. Asistencia: unas 50 personas

En estos días de proyecciones y famosos llegó a la ciudad la norteamericana Molly Burch a enamorarnos con las composiciones de “Please Be Mine”, esa colección de lejanas melancolías que le escribió a su guitarrista Dailey Toliver cuando uno y otro estaban alejados miles de kilómetros. Un disco que suena correcto y mejora muy mucho en directo.

Porque todo el mundo es guapo en las grabaciones. Pero el delicioso entonar de esta cantante en directo desarma al “Terminator” más pétreo. El resto de la banda, inmejorable en su sencillez, hizo de los espacios entre acordes y los coloridos punteos sus mejores armas. Con un marcado carácter “50´s” amplificado por la decoración del Convent Garden, la vitalidad fue creciendo hasta la prodigiosa canción “I Love You Still”. Una interpretación abrumadora que hizo callar hasta hasta la máquina de hielos. Quién sabe, igual también se derritieron ante esta exposición de reverberación, divismo vocal pop y elegancia clásica. Un concierto necesariamente breve (Molly Burch solo tiene un disco) que apuntaremos en la lista de “Sorpresas del 2017” .

Molly Burch: sin pájaros

La cantante de Los Ángeles ofrecerá sus dulces canciones el próximo lunes en Donostia

Dulce y tranquila, ideal para el lunes 25 de septiembre. Así se presenta la visita a San Sebastián de la norteamericana Molly Burch, al Convent Garden donostiarra. La autora californiana viene a presentar su debut “Please Be Mine”, curiosa pirueta de tintes amatorios editada por la prestigiosa casa Captured Tracks.

“Please be mine”, además de ser la canción más bella de todo este disco, representa la viajera historia amatoria de Burch y el guitarrista Dailey Toliver. Pareja en la vida real, rompieron cuando ella se mudó de Los Ángeles a Austin para estudiar jazz vocal. “Allí, en una pequeña habitación casi vacía, decidí empezar a escribir sobre la soledad y el amor. Me resultaba muy sugestiva la lejanía y el deseo de volver a salir juntos”, cuenta la autora angelina. En un poco habitual giro de guión, quiso la vida que uno y otra se volvieran a topar y retomaran la relación. Hasta el punto de que él es el guitarrista de la banda que ahora pisa nuestra capital para presentar las tonadas que creó su ausencia.

Cercanas al country calmado, las canciones de este disco son una suerte de acordes de Richard Hawley cantados por una Russian Red que no se ha tragado un pájaro. Grabado en dos días y con la sugerente voz siempre en primer plano, la autora norteamericana evoca más que impacta. Con varios momentos remarcables (“Downhearted”, “I love you still”) y mucho cariño por los ejercicios de estilo, gustará a quienes echen de menos la riada de cantantes lacias y el pop de los años 50.

Katiuska Festibala

Dicen que en Donostia el verano es un sinvivir porque debes salir de casa con tolla, jersey, chancletas, chubasquero, bañador, rebequita, zapato cerrado y paraguas. Quitando los elementos netamente veraniegos, que el frescor del viernes no invitaba a llevar sugerencias textiles, el resto del paquete bien podría haberse entregado a los asistentes a la primera jornada del Kutxa Kultur Festibala celebrado ayer en el hipódromo de Lasarte.

Pack en ristre nos dirigimos al transporte público que nos iba a llevar al espacio de conciertos. Los viajes no son tan dedicados como antaño. Así, el nerviosismo y la felicidad cómplice de quienes subían a Igeldo en una de aquellas lanzaderas viajan ahora diluidos en un tren o un autobús que acoge también el regreso a casa de los currelas, el fin de la jornada estudiantil y el retorno de los ciclistas que se han pegado una paliza. A cambio, el recorrido deja de estar focalizado en Donostia para extenderse hasta Tolosa, Zumaia e Irún. Fue divertido intentar adivinar quienes iban al evento, una especie del “”quién es quién?” versión festival vasco. ¿Lleva botas?¿Va de ropa técnica o de noche?¿ Va en un grupo animado de gente?

La entrada al recinto se realizó sin mayores problemas. La zona verde que dominaba el área abierta por donde habitualmente compiten los jamelgos se presentaba asequible pero se fue embarrando con el paso de los aguaceros ocasionales, los cuales parecieron aguantar hasta el inicio de los actos para hacer acto de presencia. Los acordes de los guipuzcoanos Havoc sonaron regios mientras la gente se cobijaba cuando el agua hacía acto de presencia.

Zapatos de zarzuela

La gente se sobrepuso a la realidad con humor. Que los chaparrones sean una faena o un acto que añade tintes épicos al momento es cuestión de la vitalidad y la edad del encuestado. Atenta a los guitarrazos del artista local nos topamos con Marta Lorenzo, una donostiarra embutida en unas Hunter a la que no le faltaba chispa en el tema de las denominaciones alternativas. “Hemos venido preparadas para la fiesta. Ni ´kutxakultur´ni gaitas, este es el primer año del Katiuska fest”. Por cierto, ¿Sabían que el nombre de ese calzado viene de una zarzuela de los años 30? La obra se titulaba ‘Katiuska, la mujer rusa’ y la protagonista principal aparecía en escena provista de unas botas altas de media caña, las cuales recordaban a las utilizadas comúnmente en los días de lluvia.

La zona de ferias prevista no llegó a montarse. Pero la gente siempre le ve cosas positivas a las ausencias. “ Ahora, tras las lluvias, también podríamos montar peleas en el barro”, nos cuenta divertido el lasartearra Gorka Lopez, quien ya más serio nos confirma que ya sabe que el K.K.F. se caracteriza por la ausencia de actos vandálicos.

Comida rápida en formato camión

Nos aventuramos a la zona de “food-trucks” que iba a saciar nuestros ardores alimentarios y, de paso, darnos cierto descanso musiquero. Shawarmas, sushis y sandwiches ocupaban el lugar. Lo que viene siendo la comida rápida de toda la vida, pero en formato sano y elegante.

Recuerden, eso sí, que en el Kutxa Kultur Festibala nada se apoquina con dinero contante y sonante. En este festival todo se paga con la pulsera “cashless” que dan al acceder al recinto. Un brazalete que además sirve para entrar y salir del hipódromo. Las cargas de la dichosa son sencillas a rabiar. Otra cosa son las descargas. “Un saco sin fondo. No consigo llevar las cuentas nunca bien con estos modernos sistemas”, nos dice un joven farrero que prefirió no identificarse.

La música no fue la única de las artes que se desarrolló en el estadio deportivo. #LiveArt fue la propuesta de los artistas Amaia Arrazola y Txemy, creadores que realizaron en riguroso directo dos enormes murales a ambos lados de la pista principal. Y para pintas modernas -y creatividad con las tijeras-, las que nos podía dejar el barbero presente. Landry Agres, peluquero de la selección islandesa en la Eurocopa de 2016, ha instalado su salón Milk San Sebastián para todo el que quiera cambiar su look durante el certamen. No vean el tirón que tenía.

A su vera tiendas de joyas, diseño, cerámica , piezas decorativas de cemento y stands de chulos carteles o fotografías de la Norteamérica profunda se repartían la zona más cubierta del Kutxa Kultur Festibala. Y el stand oficial del evento, claro. Donde pudimos adquirir una camiseta para poder demostrar con el paso de los años y los lavados aquello de “¿Recuerdas aquél primer año de Lasarte? Pues yo estuve allí”.

Joe Crepúsculo: Ritmo mágico

“Aire de fiesta, los chicos y chicas, radiantes de felicidad“, como decía Karina, los que arribaron el pasado viernes a nuestra ciudad para ver la actuación del catalán Joe Crepúsculo.Autor de alma popera que ha abrazado la vitalidad del techno para construir un mensaje no apto para todos los públicos. Sus canciones tienen un extraño imán, quizás poco defendible ante los extraños. Una mezcla de vitalidad, dadaísmo, sencillez y diversión que si te atrapa no te la quitas de encima ni con amoniaco.

“El Crepus”, como se le conoce entre sus seguidores, sigue gastando look rockabilly, con esa camisa abierta y unas patillas “makinavajeras” (no es casual que uno de sus temas se titule “Te voy a pinchar”). Y más que cantar, el autor chilla, grita o declama con esa voz de ultratumba que bien podría colarse entre las barracas de feria como locutor de “La Tómbola Antojitos”.

Pero sólo nos queda reverenciarles, bailando y coreando como si no hubiera un mañana, cuando el autor y su socio Roux hacen sonar canciones como “Ritmo mágico”, “Mi fábrica de baile”, “Suena brillante”, los nuevos bríos de “Baraja de cuchillos” o la vigorosa revisita sudamericana de “El día de las medusas” y “Tus cosas buenas”. Cuando el autor suelta por el micro un “¿qué tal va la clase de gimnasia?” uno solo puede reírse de la ocurrencia. Crepúsculo sabe a lo que juega, o ha hecho de su juego su propio camino creativo.

Sorprendieron muy gratamente los momentos más tranquilos, con una bella “Rosas en el Mar” y la fantástica “El reino de la nuez”. Hubo momentos más oscuros (“Ojos de conejo”), hip-hoperos (“Corazón de cuchillo”), extrañamente adictivos y dignos de la B.S.O. de “Superdetective en Hollywood” (“De Ferrol a Cartagena”) y recuerdos bacaladeros a Los Punsetes (“Maricas”). Y al día siguiente todos con agujetas, que los cuarentones que ahora enganchan con este pop digital festivo e invaden el escenario en el último tema ya no están para mucha sardana.

Amateur: Un golpe perfecto

Siete años llevaba Mikel Aguirre, otrora compositor y cantante de La Buena Vida, sin subirse a un escenario. Andaba algo nervioso en el retorno a escena con Amateur, la banda que comparte con dos antiguos miembros de aquella banda donostiarra de pop “indie”.

Mikel y los suyos, a los que hay que añadir unos músicos de lujo como Joseba Irazoki, Fernando Neira y Paúl San Martín, se buscaron un estreno cómodo en la sala Kutxa Kultur de Tabakalera. Tras un par de días calentando motores y engrasando las piezas en la misma sala llegaba el prólogo de lo que será la gira de presentación de “Debut”, el disco que verá la luz este mismo viernes, y cuya presentación oficial tendrá lugar en el festival Kutxa Kultur Festibala.

Primer aviso: no esperen en Amateur una segunda parte de La Buena Vida. Sigue habiendo composiciones refinadas, amor por el pop y textos en castellano. Pero ahora su visión es mucho más amplia que la de antaño, cuando ni se planteaban añadirle distorsión a un punteo de guitarra.

Segunda muesca: lejos del pop que caracterizaba sus antiguas composiciones, la nueva formación ama más que nunca a los Beatles (“Será Verdad”), el pop de la Costa Oeste norteamericana, a Bob Dylan y Burt Bacharach. El resultado es de una elegancia exultante. Unas canciones catárticas en lo personal y emocionantes en lo melódico, llegando a derrumbar más de un imperio (“El Golpe”).

En “Será verdad” añaden impacto a la elegancia de la versión grabada. “En aquel champán” sonó afrancesada y oscura, con un estribillo arrebatador y un distinguido clasicismo. “Atardecer #74” fue la más “buenavidera” del set. “Sólo un sueño” y algunas de las mencionadas nos pusieron los pelos de punta. Dicen que esa es la mejor respuesta, la más sincera, ante la belleza. Y ante eso, solo toca callar y disfrutar.