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Delorean: Un momento único

Acababa la estupenda jornada cultural del Itsasfest con un remoloneo por parte de sus organizadores, quienes avisaban por las redes sociales que el concierto de Delorean se adelantaba media hora sobre el horario previsto. Se esperaba una galerna que al final no llegó a nuestra costa. Así, a las 22,30 horas, la nueva hora de arranque, el DJ donostiarra Javi Pez parecía estar cerrando su sesión con la certera “Branquias bajo el agua”, de los también locales Derribos Arias. Se despidió con ese guiño fantástico, y al rato volvió a aparecer en el tablado para soltar otros temas más soul. La gente, que quizás no cazó el aviso tormentoso o quizás ya intuía que el baile de horas iba a quedarse en nada, reventó la playa, pretiles, arenales y baldosas de la zona a las once de la noche.

Asistieron, asistimos, a un soberbio concierto de una formación a la cual nunca más se le va a discutir su procedencia. Ya saben lo que nos gusta defender lo nuestro, y que estos chicos nacieron en Zarautz, pero viven y crean en Barcelona. Y que son vascos pero igual no pero quizás también. Chorradas. Delorean son, como Justin Timberlake o Drake, como Beyoncé o Kanye West, autores del mundo. ¿Exagerado? Difícil parece que dejen colar en ese mundo MTV a alguien que no sea estadounidense o británico, aunque ejemplos haylos.

Aquellos y estos son autores cuya obra fresca, investigadora (Delorean homenajearon con acierto a Mikel Laboa hace unos meses) y refrescante borra de las explicaciones sus lugares de nacimiento o residencias actuales. Quizás hubiera dudas entre algunas fuerzas vivas, pero esta banda ya es su propia etiqueta. Un estilo al que otros autores mirarán con respeto y ganas de que se les pegue algo. Ya tuvieron su momento hace unos años, cuando empezaron a girar por Norteamérica y Asia como usted y yo por el colmado del barrio. Algo que pueden magnificar ahora con “Muzik”, el disco que presentaban el pasado sábado en la playa de Ondarreta.

Estos cuatro chicos comenzaron el evento dispuestos en una fila, como suelen hacer siempre que el espacio lo permite. Las primeras melodías parecían indicar que el cambio, esa constante en su vida creativa, había sido a peor. Que ya no volverían a hollar aquellas cimas que les hicieron famosos. Y a lo tonto, según fueron pasando los minutos, nos dimos cuenta de que esta nueva mutación es mejor aún que la anterior y que estábamos sonriendo mientras bailábamos suavemente, absortos en las melodías. Creo que no hay nada más bonito que sentir que estás asistiendo a un momento único. Mucho se habla del I+D empresarial, pero lo de estos cuatro chavales es un fantástico trabajo de laboratorio cultural.

Delorean parecen haber suavizado sus amores por la música ibicenca – exceptuando el arranque y el bis, una ración de “hits” necesarios pero casi menores en comparación con el resto-. Y sus guiños por la sicodélia han crecido como la espuma. El resultado son unas canciones maravillosas, llenas de felicidad y arte. Fue un estupendo cierre a una jornada repleta de actos interesantes.

Publicado enCríticas de conciertos

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