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Kutxa Kultur Festibala: Música entre el mediodía y el amanecer

El festival extendió sus tentáculos por la ciudad para acabar eclosionando en la montaña con Belako y Chick Chick Chick.

Kutxa Kultur Festibala, el imperio (melódico) en el que nunca se pone el sol. No contentos con montar mil y un conciertos de cinco de la tarde a dos de la mañana en el Monte Igeldo, los promotores organizan farras en la sala Gasteszena hasta las seis de la mañana y guardan un espacio para las actividades diurnas. En esa “hora del vermú”, el momento en el que los padres con nenes pueden distraer otras obligaciones más juguetonas para, por ejemplo, escuchar música en familia.

Por eso se antojaba un planazo la actuación del grupo Petit Pop en la sede de la capitalidad, en plena calle Easo donostiarra. Una formación con pedigree “indie” (tocan o han tocado en Nosotrash o Penelope Trip) que sabe hacer las delicias de mayores y pequeños. Ambos se repartían el espacio por igual en la azotea del edificio, confirmando las palabras que la cantante del grupo dio para este medio: ”En los conciertos no nos queda nada claro si los mayores traen a los peques o es al revés. Se nota muchísimo en los estribillos coreados por voces sospechosamente graves”. Allá nos pasamos la hora larga de actuación sonriendo ante las ocurrencias de la cantora, cantándole a las chuches y los animalitos. Con fondos que iban desde el rock garajero hasta la polka o el pop que usan de apellido estos asturianos.

Algo más tarde, a las dos, hubo otro concierto sibarita con pintxos y resto de maragatería en el Convent Garden. Los ejecutantes fueron dos de los nombres locales con más elegancia de esta edición: Ane Leux y Charley Atkey. Hoy domingo también tenemos un plan de este pelo: Trenor DJ despedirá el cartel de festejos en el bar A Fuego Negro a las tres de la tarde.

Ya en la montaña, con la gente a lo vampiro huyendo del sol y buscando las sombras, aún se hablaba de los pelotazos de la previa: el buen sabor de boca de los grupos locales, el arte de Aries y el exitazo de Berri Txarrak, Young Fathers o Corizonas. Mientras los nombres se iban diluyendo por motivos de actualidad ante la llegada de bandas como Belako, El Inquilino Comunista o Cat Power. Sin desmerecer a las agrupaciones de casa. Charlie & The Colours lo bordaron ayer, mientras Perlak dotaba de oscuridad los soleados tonos melódicos de la zona y Músculo! le añadía ídem a la tarde, con temas tecno de buena factura.

Y hablando de facturas… la famosa pulsera para realizar los pagos de las consumiciones fue la reina de los encuentros. Precios y gastos de gestión eran temas recurrentes en las charlas. La organización ha asegurado que tendrá en cuenta los comentarios de esta novedad para ediciones futuras. Por cierto, la definición de “festival de altura” no solo puede referirse al listado de bandas seleccionadas o a la altura respecto al mar. Así debería etiquetarse también el evento si atendemos a los instrumentos de los músicos. No hay una guitarra normalita, pardiez, ni en los encumbrados ni entre los recién llegados.

Con Neuman la cosa se puso seria. El pasaitarra Gorka Elegasti lo tenía apuntado en sus deberes. “Me encanta lo que hacen, y aquí en el escenario grande sus canciones suenan de maravilla. Es la sexta vez que les veo, y me está encantado”. No fue el único, la zona estaba casi llena. El público fue más madrugador que la víspera, y para las ocho de la tarde el lleno estaba al alcance de la mano. Tras ellos el pop suave de Izaro hizo buenas migas con el atardecer y el nervio juvenil de Rural Zombies volvieron a brillar en sus momentos. Y con las melodías de Cat Power, que pareció llegar calmada y con su versión más centrada, entregamos estas líneas de urgencia, mientras flotaba en el ambiente la sensación de que, pulseras aparte, la última edición del Kutxa Kultur había vuelto a cumplir con las expectactivas.

Publicado enReportajes

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