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Damien Jurado: disfrute lisérgico

Interpretes: The Weather Station, Damien Jurado & band. Lugar: Casa de Cultura de Intxaurrondo (Donostia). Día: 2 de mayo. Asistencia: unas 300 personas.

¡Qué gozada cuando los posibles permiten disfrutar de una banda al completo! Algo desgraciadamente poco habitual, o no tanto como debiera. Como ver pasar un cometa.. O disfrutar con un equipo poco conocido ganando una liga. Similar a llevar a tus amigos turistas de pintxos y que no te sonrojes por los precios u observar cómo todo el mundo está de acuerdo con algo de la capitalidad 2016. Casi una extravagancia.

Nos hemos malacostumbrado a ver a cantantes acompañados por solo una guitarra defendiendo orgiásticas composiciones de estudio. Un formato obligado por la carestía que suele suponer pasear al resto de socios por otro continente, y también porque algunos se piensan que España sigue siendo la gallina de los huevos de oro a la hora de negociar caches (sobre todo en esos festivales cuya competencia aviva la llama de los “musicodólares”).

A veces, caso de la chica telonera de la noche (“The Weather Station”), los grupos aterrizan en formato dúo con un batería exquisito en los parches porque su folk clásico y espacial no tiene aún mucho tirón. Aunque los aplausos recibidos denotaron cierta base de seguidores en nuestra tierra. Su media hora de actuación– gozosa en la calma, algo menos cuando se ponía “Soyuz” en los tonos- estuvo muy bien, y acabó cuando tenía que acabar.

Total, que al fin pudimos ver a Damien Jurado con su banda. Y fue la repera, como bien pueden atestiguar las tres cuartas partes de aforo de la Casa de Cultura de Intxaurrondo, con gentes de todas las fronteras que nos circundan entre el respetable. No olviden que era un lunes.

Podíamos empezar comentando que su voz, enorme y enérgica como de costumbre, particular y distinguida sobre los sencillos acordes, era capaz de comerse y borrar la cola de la reverberación cavernosa de su micrófono. O apuntar cómo el teclista consiguió con su “mellotron” imprimir acidez y lisergia a la grupal rabieta eléctrica. La base rítmica, que en el “solo” de turno dejó deslizar cierta educación jazz, sonaba sencillamente atractiva en los golpeos y quemada en los trastes de bajo.

La primera media hora larga fue una elevación sonora, un subidón sobrio por los caleidoscopios de aquellos años 70 californianos, la época de los Doors y otros tantos experimentadores. Y tras un pequeño impasse de un par de temas no tan excelentes la banda recuperó bríos y mordiente hasta llegar a los bises. Espacio en el que el norteamericano recuperó viejas hechuras para defenderse como un emperador con la sola compañía de su acústica. Que no por conocido deja de ser maravilloso ese formato. Hasta pudimos escuchar al autor de perenne ceño fruncido contar una anécdota sin que pareciera un sociopata en el intento.

A partir de ahora ya no vamos a querer al Jurado con poca compañía en los escenarios. Para eso ya tendremos internet y los miles de vídeos que bajo aspecto promocional se graban con los cantantes tocando en oficinas, patios o cabinas telefónicas. Visto lo visto el pasado lunes, agradeceremos todo intento de los promotores para volver a disfrutar de estas fantásticas actuaciones.

Publicado enCríticas de conciertos

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