Saltar al contenido

Lurrazpiko Festa: Vive el underground

Sin ánimo de sentar cátedra, que me faltan kilómetros e ínfulas. Y con todo el respeto a los eternos combatientes de garitos como el sonoro Mogambo, el de Trintxerpe. Pero lo que el sábado discurrió en la sala Gazteszena de Egia, el llamado Lurrazpiko Festa, ese vendaval de bandas que nos resguardaba del temporal climático que sucedía en el exterior, fue todo un ejemplo de lo que es o debería ser la independencia. Creativa, se entiende.

Porque indie es dejarte las manos aplaudiendo a una de las propuestas más cercanas. Violeta Vil, afincados en Logroño, ofrecieron un concierto sublime. En su tercera visita actuante a la ciudad (su estreno como banda se realizó un Jazzaldia ¡en una de las tiendas del Kursaal!), sus nuevas canciones suenan a gloria. Si como tal consideras la música oscura, las voces bien regadas de reverb y delay, la electrónica con gran peso de la percusión – y a la vez poco discotequera- o los guitarrazos a lo Jesus And Mary Chain. Han conseguido un sonido compacto y certero. Una pena que por problema ajenos su disco de debut aún no exista físicamente, porque hubieran aligerado la furgoneta de vuelta a La Rioja.

Disfrutamos mucho de la sesión rockera de Sonic Trash. Los bilbainos llevaron a su terreno el cancionero de otros ilustres del underground, Cancer Moon, dotándolo de una vida “noisy” melódica. A ratos parecíamos volver a los 90, cuando Sonic Youth y los suyos nos enseñaban cómo unir suciedad y tonos bonitos. Pero el viaje sónico no tuve ningún achaque nostálgico. Fue puro gozo guitarrero.

Indie también puede ser montar un cartel plural, en el que entraron los sicodélicos The Feeling Of Love. Potentes y muy acertados cuando se acercaban a Spacemen 3 o grupos del San Francisco más ácido, los franceses convencieron en lo que esperamos no sea su única visita a la ciudad. Juanita Y Los Feos enamoraron a los seguidores del punk pop de instituto, con ese aire garajero vitalista cuyas letras parecían perderse entre tanta potencia. Divertido y contagioso, esperaremos a una siguiente cita para poder disfrutarlos con mayor gozo.

Y más que indie, hipster total, es que el grupo principal de la velada te convenza pero no te vuelva loco. Veronica Falls tienen canciones como soles, se situan en épocas del pop que adoramos (el movimiento C-86, por ejemplo). Pero el sábado sonaron frenados de volumen tras el amor sicodélico. Como si alguien les hubiera tapado ligeramente el amplificador. Los temas, como ya indicamos, preciosos y contagiosos. Han ganado brillo en su nuevo disco, y bien que lo demuestran sobre el escenario.

También es alternativo que la fiesta esté llena de chicas, siendo el rock un terreno habitualmente masculino. O que entre banda y banda se suban al lateral del escenario algunos de los más inquietos Djs locales, esos personajes que se pasean por los 3 o 4 garitos de la ciudad con sus maletas de singles o CDs. Destacaron todos en esa poco agradecida labor, pero confirmaremos que Teenage Caveman y su selección de música antigua sonó de aúpa. Y no olvidamos el cierre con los sublimes The International Vicious Society Dj’s. Todo un ejemplo de eclecticismo festivo bien entendido, sin momentos para fardar y con muchos minutos para desmelenarse.

E indie es esa inconsciencia que te hace liarte la manta a la cabeza y con varios amiguetes montar una asociación, llamarla Ayo Silver, y jugarse los duros (con otros ilustres como Ginmusica) para traer a la ciudad la música que adoras, repartiendo flyers y pegando carteles físicos allá donde aún se puede. No son los únicos, pero sí los últimos en llegar. Y esperamos que por muchos años, que vienen meses complicados para las bandas, sus actuaciones y sus espectadores.

Publicado enCríticas de conciertosReportajes

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *