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Neil Halstead: Desarmados

Si el arranque de la temporada del Kutxa Kultur Zirkuitua va a ser como este pistoletazo inicial, vayan comprando el abono completo. El triple cartel fue una maravilla para quienes ven en las cosas pequeñas la mayor de las felicidades.

El corte de cinta le correspondió a la eibarrera Jojo Acha. La dama, aún plena de belleza amateur, desprendió unos amores por el folk de los años 60 a prueba de cualquier artilugio de las armerías de su localidad. Síganle la pista, será una fuente de alegrías futuras.

Tras ella llegó Matthew P. Un tipo divertido y con buena técnica a la guitarra que logró llevar con éxito el concepto de “concierto de pub” a una imaginaria playa. Mostró canciones arrebatadoras (“End of the world”) y otras de abrir la botella con los dientes.

Y llegó el exquisito Neil Halstead. Tras un accidentado día que incluyó robos de pasaportes, llegando sobre la bocina y sin hacer prueba de sonido, el británico y sus dos socios se sentaron en los taburetes y arrancaron su actuación. Lo que pasó a partir de ese momento fue mágico.

Tiene Halstead la habilidad de transmitir como pocos. Una voz (y un tono) tan simple como conmovedor. Con unas canciones preciosas y emocionantes, tan celestiales que la comparación con Nick Drake no suena excesiva. El cantante de Mojave 3 desprende una calidez que desarma, sin un estribillo más alto que el otro. Todo ello con una envidiable naturalidad, pidiendo a la gente que eligiera temas en cualquier momento de la velada.

Al final del concierto y su posterior bis una frase se escuchaba entre los asistentes: “¿Ya?”. Pareció un show corto, de pocas canciones. Pero no era cierto. Fueron 90 minutos de actuación. No se me ocurre ejemplo más claro para resumir la grandeza del momento tan especial que vivimos.

Publicado enCríticas de conciertos

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