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Año: 2011

Kutxa Kultur Festibala: Agitando las maracas

Y llegó Bobby Gillespie con sus secuaces a Donostia. Y lo puso todo patas arriba. Primal Scream, interpretando su celebérrimo disco ‘Screamadelica’, editado hace ahora veinte añitos de nada (madre mía, qué lejos empieza a quedar la Gaztekutxa), fue el genial colofón de la larga fiesta que la Kutxa montó en el Velódromo el pasado sábado.

La tarde la abrieron Rock Privado y Krell, los grupos que más votos consiguieron en el concurso que la entidad financiera realizó en Facebook. Les tocó bailar con la más fea, y la más ausente. Apenas 15 personas con el primer acorde de los rockeros. Ambas formaciones demostraron morro y tablas.

Los donostiarras Thee Brandy Hips lo bordaron. Pop genial, divertido, contagioso y cada vez más abierto. Y si los guipuzcoanos fueron notables, lo de We Are Stardard fue cum laude. Impresionante su show, su propuesta sonora, su dominio escénico. Como dicen los chavales en la calle, «su todo». Los nuevos temas (otro guiño a nuestra lozanía) son hijastros de Happy Mondays, Stone Roses y, claro, Primal Scream. Pero nada de cortapega barato. WAS son poderío enlatado en canciones cada vez mejores.

Suyo debía ser el entrante a los protagonistas de la noche, pero ya saben la tendencia de que los foráneos tengan la tipografia más grande en los carteles. Fanfarlo ocuparon ese lugar, y sus epopeyas a lo Arcade Fire que se quedan sin explotar fueron muy aplaudidas, pero quizás mal colocadas en el cartel.

Primal Scream a escena. La pantalla del fondo con el genial logo de su disco ‘Screamadelica’. Primer tema. ‘Movin on Up’. Y todos nos lanzamos a botar, a querer ponernos la camisa brillante del antiguo batería de los Jesus And Mary Chain, a comprar dos maracas y pasarnos toda la velada agitándolas como aquellos bailarines que tan poco bailaban en la época del sonido Manchester. Cantando, alborotando, haciendo de fan de Justin Bieber.

Tanta efusividad tuvo sus excesos, y Gillespie se encaró con un asistente que le había lanzado un vaso. Chico, que estuviste en la famosa bronca de los Jesus en el North Poly en 1988 (y en Candem tres años antes, y…). Hay que tener más mano izquierda, hombre. Bromas aparte, el cantante fue una guindilla durante toda la noche. Un agitador nato. Siempre lo ha sido, más que cantor puro.

Tras el pistoletazo sonoro llegaron la espectacular y no menos quieta versión del «Slip inside this house» de los 13th Floor Elevators, el silbido pegajoso de ‘Dont fight it feel it’, la deliciosa calma de ‘Damaged’ y ‘Higher than the sun’, el pepinazo eterno que es ‘Loaded’… Para el bis, con las stonianas ‘Country girl»,’Jailbird’ y ‘Rocks’, ya no nos quedaba fuelle, músculo ni endorfinas. O las que aún pululaban por nuestro cuerpo se volatilizaron. Solo guardamos energías para estirar la boca y mostrar a los presentes nuestra feliz sonrisa de anuncio de dentista.

Miles Kane : Colour of the Trap

Debut en solitario del cantante de The Rascals y The Last Shadow Puppets. Lástima que este primer lanzamiento no le llegue a la suela del zapato a las composiciones del segundo grupo, el que comparte con Alex Turner (Artic Monkeys).

Mantiene el enfoque y el aire clásico. Y temas como “My Fantasy” son deliciosos. Pero este CD es un deja vú más sintético que cálido, un disco de canciones sobrantes.

Kutxa Kultur Festibala: Saltando la banca

Extenuantes y gozosos días son los que quedan a los fans de las músicas popero-independientes para cerrar la entrada de noviembre. La caja de ahorros guipuzcoana Kutxa tira la casa por la ventana y cierra su ciclo anual de actividades culturales con la organización de una serie de conciertos que, estos días sí, nos emparenta con las mejores villas europeas.

La fiesta comenzaba ayer, con el show de los norteamericanos Wilco en el Kursaal donostiarra. Jeff Tweedy y los suyos volvían al auditorio con su flamante nuevo álbum titulado ‘The Whole Love’. Y esta noche, la cita banquera llevará nuestros pasos a la sala Gazteszena de la capital donostiarra, con Cristina Rosenvinge y el local PLV Havoc como nombres de un cartel de enfoque cantautoril.

Y mañana, «madrugón» para poder disfrutar en el velódromo donostiarra de todas las actuaciones que sirven de colofón al ciclo Kutxa Kultur (www.kutxakultur.com). Una programación privada que ha apoyado a los autores locales -no sólo musicales sino también textiles, fotográficos o videográficos- a lo largo de este 2011, con festivales en varias poblaciones, invitaciones para abrir las veladas de formaciones de postín y otros actos encaminados a que lo que cuenta con una difusión mínima pueda aparecer ante el gran público.

Boogie Van: Coleccionando guitarrazos

Empezaron en inglés y abrazaron después el castellano. De todo eso hay en este ‘Sin olvidar cosas pasadas’, el nuevo CD de Boogie Van. La formación de Orereta sigue defendiendo las virtudes del rock cañero, ahora menos stoner, ahora un poco más clásico y de tonos agudos.

Hablamos con ellos con motivo de la presentación acústica de hoy en la Fnac donostiarra. Alex Martín (guitarra y voz), Jorge García (bajo y coros) y Carlos Collado (batería) esperan que la oferta «tenga buena aceptación y nos permita tocar en mas sitios. Eso sí, como el eléctrico no hay nada».


-Y para eléctricos, vuestros resultados en los concursos: 4 victorias en los últimos tres años.

-Sí, eso sube siempre la moral. En algunos fueron premios en metálico y en otros ganamos horas de grabación en un estudio.
-Hablemos del certamen TAF, padre de este nuevo churumbel sonoro.
-Consistía en varias eliminatorias en la sala Joaquín Sabina de Arroyomolinos (Madrid). El premio era la grabación de un disco en los estudios TAF de Madrid, más 300 copias del mismo y un sistema de In Ears (pinganillos para los oídos que hacen las veces de monitores internos en los conciertos).
-¿Qué no olvidáis en ‘Sin olvidar cosas pasadas’?
-Lo llamamos así porque volvimos a grabar como trío canciones que ya habían sido editadas en anteriores discos.
-Siempre en una onda setentera.
-Nos gusta el hard rock. Y el cambio a cantar en castellano supuso darle más importancia a la melodía de la voz.
-¿Cómo ha cambiado la escena durante este decenio?
-Hay más grupos, ha mejorado mucho la foto. En cuanto a los garitos, la cosa esta bastante jodida. Hay sitos, pero cada vez acude menos gente a los conciertos
-¿Qué conciertos tenéis en estas fechas?
-Además de lo de hoy, el 26 estaremos electrificados en Le Bukowski donostiarra. Y en breve pararemos en Pamplona, Cataluña, Madrid y Galicia.
-¿Dónde se puede conseguir el disco?
-En los conciertos y en nuestro myspace: www.myspace.com/laboogievan.

Malú: Flamenco guerrero

Potente entrada en el Kursaal donostiarra, apenas 400 tickets libre en taquilla, para ver el concierto de la artista andaluza Malú. Con una proporción de asistentes (80 mujeres por cada hombre presente) que para sí quisieran el Ministerio de Igualdad o la discoteca del pueblo. Parece calar fuerte entre el sector femenino la recia propuesta pop rockera de la sobrina de Paco de Lucía, que ha dejado los posibles dejes aflamencados para las entonaciones vocales.

Porque ahora le mola el heavy. Bueno, vale, el A.O.R. -Adult Oriented Rock-, estilo menos fiero y más radiable. Los trajes negros de todos los ejecutantes (ella llegó a usar hasta cuatro variables de un vestido similar) reafirman la idea de oscuridad y fuerza que rodean esas composiciones de amores y tristezas remontadas con orgullo.

Influenciada por el guitarrista principal, director artístico del espectáculo y al que solo le faltaba un acantilado para dar un sentido total a sus punteos, sus composiciones juegan a ser contundentes. ‘Vértigo’ dio el pistoletazo de salida a la noche. Desde el primer segundo la hermosa sureña demostró que tiene potencia como para charlar entre montes.

Y poco hubiera importado su posible afonía, dado que el público se convirtió en su mejor corista. En la afamada ‘Que nadie’, la emotiva ‘Aprendiz’ -solo a piano y voz- y ‘Devuélveme la vida’, el auditorio fue una sola voz. En ‘Blanco y negro’, por ejemplo, se encargaron de toda la primera parte de la canción.

Fue precisamente con pocos elementos, alejada de las decenas de tópicos y tics mostrados en Donostia, cuando más convenció Malú. El suave comienzo de ‘Ni un segundo’, la sencilla versión de ‘Y así lo haré’, la sentida ‘Me quedó grande tu amor’. Puro espejismo. Más pronto que tarde retornaban a los altavoces los parones, los guitarrazos, las invitaciones a aplaudir y mover los brazos.

Tras un par de bises y 120 minutos de actuación, la gente abandonó la sala feliz. Cumpliendo el deseo expresado por una emocionada y llorosa cantante: «Solo pido que salgáis de aquí con una sonrisa en la boca».

Rusos Blancos: «Sí a todo»

No nos hará más ricos (culturalmente), pero el debut de esta banda asentada en Madrid es bien chulo.

Suena brillante, perfecto, popero y brasileño, o a lo Beach Boys. Recuerda a La Costa Brava en lo melódico, aunque musicalmente son más serios y elaborados. Las letras chirrían a ratos. Aunque cuando se ponen sencillos y directos ganan muchos enteros (“tus padres, tu novia,…” o el hit “supermodelo”).

Donostikluba: Noches electrónicas

[La crónica publicada, algo más breve por cuestiones de espacio, está disponible en la web de El Diario Vasco]

El festival donostiarra alcanzaba el pasado jueves las cotas de mayor digitalidad de su oferta 2011, con una fiesta repleta de propuestas electrónicas. Lástima que la gente no tuviera la decencia (o la oportunidad) de acercarse, porque los músicos lo bordaron. Quizás fuera la hora, que a las ocho de la tarde el cuerpo no está de jota aún. O que la abuela fumaba, o qué se yo. Pero, ahora que no nos lee nadie… que se fastidien ellos en su monótona vida analógica.

Tras la caída del cartel de la banda Polaroid, los donostiarras Fairlight fueron los encargados de abrir la noche y buscarle las cosquillas a los plomos de la sala. Ya como cuarteto, infinitamente mejores que la última vez que les vimos en la FNAC en acústico (¿no es una especie de oximorón lo de “concierto acústico”, siendo ellos como son un grupo de teclados y secuenciadores?), la banda presentaba emulsiones de Depeche Mode, vapores de Joy Division/New Order y sorprendentes solomillos guitarreros casi heavies.

Todo ello bien masticado, empastado, filtrado y pasado por las distintas máquinas de efectos, sobre una base rítmica humana. Los cuatro muchachos se despidieron con una curiosa versión de “Dios salve al Lehendakari”. Tema que, viendo la cantidad de ordenadores, y haciendo honor al obituario de aquel día, bien podía haberse titulado “Jobs salve al Lehendakari”.

Tras ellos llego la reina del jueves. Y no porque fuera la única fémina, que también, sino porque su música fue un placer sonoro. De lo mejorcito que va a pisar la ciudad en meses. La artista Bflecha inundó la sala con su R´n´b de la escuela de Baltimore.

A usted puede que la mención de la ciudad norteamericana le suene a la teleserie The Wire y a poco más, pero podemos adelantarle que su música no es tan melosa como el de las cantantes norteamericanas de radiofórmula mundial. Que suelta golpe de cadera, y abraza. Que anda más cercano a la mala baba de M.I.A. La gallega, con apenas 3 maquinitas, muy bien empleadas, despachó sugerentes canciones con un estilo muy atractivo. Si llega a tener discos a la venta vuelve a casa sin ellos.

La noche la cerró la estrella estrellada. No vamos a descubrir ahora el arte y el poderío de John Talabot a los platos. Aunque fue, sin duda alguna, el que más sufrió con el horario. Esta propuesta, a las 4 de la mañana, hubiera hecho explotar la sala. Quizás el autor se contagiara del momento y relajara el pistón, esa nobleza que revienta las salas de medio mundo. Si lo hizo, se le notó muy poco, porque la sucesión fue impactante a la par que elegante.

Nacho Vegas: Micro y megáfono

El compositor asturiano, con disco nuevo a la vista, es uno de los platos fuertes del cierre del festival Donostikluba.

El certamen donostiarra va apagando las luces este fin de semana con algunos de sus actos más populosos, siendo la sala Gasteszena del barrio de Egia el centro de sus operaciones ociosas.

Uno de los nombres más brillantes es el de Nacho Vegas, que regresa a Donostia con David Cobas Pereiro (conocido como “Abraham Boba” y que también cuenta con deliciosos discos en solitario) al teclado, Anxelu Pereda Fernandez (guitarra) y el propio Vegas con la acústica y sus enrabietadas angustias vocales.

Ignacio González Vegas (Gijón, 1974) también vuelve, de alguna manera, a sus orígenes. Aunque en los inicios todo era más estilístico que ideológico, con una Fender urgente, sucia e ingenua (Eliminator Jr).

Sin olvidar la épica de su otra banda posterior, Manta Ray, Vegas deja ahora el micro y coge el megáfono de la lucha. “Es cosa de parte de mi generación, que en algunos momentos prefirió mirar para otro lado, que solía ubicarse en su ombligo. O preferimos, vaya, que yo no me excluyo. Ahora incluso los que decían esa tontería de que eran ‘apolíticos’ están tomando partido, porque como decía alguien en una pancarta en la manifestación del 19 de junio, es muy difícil apretarte el cinturón y bajarte los pantalones al mismo tiempo”.

Vegas, revoltoso, dejó el sello que se había ocupado de todas sus publicaciones en solitario, Limbo Starr, para lanzarse al mundo de la autogestión. La nueva aventura cuenta con la colaboración de otros autores de postín: Remate y Fernando Alfaro. Y la complicidad de la promotora de conciertos I´m The Artist.

La empresa se llama Marxophone, que los gestores atribuyen a “una mezcla entre (Karl) Marx y Parlophone” y que una búsqueda sencilla en google recuerda que idéntica denominación también se aplica a un tipo concreto de cítara.

“Claro, de ahí sale el nombre. Paco Loco se lo vio a Stereolab en una actuación; es como un autoharpa con unos martillitos que percuten las cuerdas. Me pareció un buen nombre para la plataforma; si Marx viviera hoy y editara discos lo haría con una cooperativa que se podría llamar así, ¿no te parece?”