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La Casa Azul: El momento más feliz

Intérpretes: Guille Milkyway (voz, guitarra, programaciones). Lugar: Explanada de Sagüés (Donostia). Día: 10 Agosto 2008. Asistencia: Unas 3000 personas

“La creatividad es más que ser simplemente diferente. Cualquiera puede hacer extravagancias, eso es fácil. Lo difícil es ser tan simple como Bach”.

La frase es del músico Charles Mingus. Muy adecuada para comenzar la crónica del concierto de La Casa Azul (o “La vaca azul”, como tan divertida como inconscientemente tituló ayer el becario veraniego de otro medio escrito).

Lo de Guille Milkyway, la persona detrás de este proyecto casero, es muy simple. Tan simple que es casi imposible. Plantarse en un escenario inmenso aprovechando el tirón de tu canción “La revolución sexual” -con las habituales pantallas de fondo donde los androides dan cobertura escénica- y despachar tu hit nada más arrancar la velada queda al alcance del valor de unos pocos. A diferencia de otros one hit wonders que suelen pisar el escenario principal de Sagüés (mejor no decir nombres), La Caza Azul escapa de lo obvio y no guarda sus mejores cartas para la última mano.

Las primeras seis canciones de su lista son simplemente intachables. Auténticos pelotazos pop de movilidad incontrolable se han montado con cariño y sabiduría tras beber de mil fuentes: La melodía playera, los tonos del J-Pop pizpireto, la contagiosa alegría del soul orquestal, el toque bailongo de la Alaska Dinarama anterior al maniquí Vaquerizo, el júbilo del “pop soleado” o los sampleos de los Ramones. El resto de composiciones, con ese acertado espacio de temas al piano, no le fue a la zaga.

Mientras el pop patrio entra en un bucle donde reinan la estupidez lírica y los refritos precongelados, ver a 3000 personas (y 500 fans absolutamente locuelos en las primeras filas) es realmente satisfactorio para quienes seguimos confiando en las artes por encima de campañas publicitarias y champús de medio pelo.

El concierto de La Casa Azul fue un gozoso rara avis que muchos de los presentes disfrutamos como niños en una piscina de bolas. Quienes sumen los actos en función de los asistentes se atreverán a hablar de fracaso. Los que continuamos peleando por la elegancia en el pop (“Sé que es casi nada, pero me sirve de tanto”, como canta el propio Milkyway en su tema “El momento más feliz”) defenderemos el éxito de este tipo de propuestas.

Publicado enCríticas de conciertos

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