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Etiqueta: La Casa Azul

Milkyway: “Up, Up and Away”

Las recopilaciones suelen ser una buena entrada a los hasta entonces desconocidos mundos de un grupo. Pero en el caso de este proyecto paralelo de Guille Milkyway (La Casa Azul) es una invitación a disfrutar del pop clásico y optimista.

Radiante, cantado en inglés, con una producción más artesanal y manga ancha en las partituras, el genial compositor ya apuntaba buenas maneras en estas maquetas que grabó en los años 90.

Donostikluba: El momento más feliz

Intérpretes: Anai Arrebak, Reina Republicana, La Casa Azul, Dj Coco, Dj Goo. Lugar: Sala Gasteszena (Donostia). Día: 06 octubre 2012. Asistencia: unas 550 personas.

¡Qué maravilla de concierto! Pura felicidad. Siempre es un goce ver a La Casa Azul en directo. Probablemente uno de los mejores actos de música pop que se puede ver en nuestro país. Mimado a nivel visual, y excelente a nivel musical, la canciones de Guille Milkyway, la cabeza pensante de este grupo, son un gozo para los sentidos. Y es en directo donde su barroquismo sonoro explota. Sobre el escenario las mil referencias elegantes y lustrosas despegan y surcan el aire para nuestro gozo.

La actuación que cerraba el Donostikluba fue un broche genial para una serie de conciertos del fin de semana. Pop de calidad suprema, ahora en formato trío y con la misma eficacia que antaño. Las casi dos horas de show de La Casa Azul tienen espacio para los teclados guitarreros, las baladas (con espontánea mexicana incluída), el j-pop o el soul más brioso y sintético. Ideal para saltar, corear y sobre todo, contagiarse de felicidad.

Antes, en el arranque, Anai Arrebak intentó provocar al personal con su rock electrónico. Y Reina Republicana trajo desde Iruña su ‘indie’ de manual con chica al frente y homenaje a La Buena Vida. No fueron malos entrantes, aunque el plato principal fue tan maravilloso que hizo que los recuerdos iniciales se disiparan. La noche se cerró con una sala algo vacía y unos DJs bastante canallas y rockeros en su selección danzarina. Y una sonrisa en nuestra cara. Por el jubilo que nos contagió Milkyway. Y por un festival que sigue trayendo a Donostia algunas de las formaciones más interesantes del panorama popero.

La Casa Azul: Como un fan

La Casa Azul volverá a inundar la ciudad con sus canciones vitalistas y un montaje renovado

Guille Milkyway (La Casa Azul) hace pop sideral, tan alegre como bailable. Su nuevo disco, “La Polinesia Meridional”, es otra ración de elegancia, nervio y estilo. Sus conciertos al aire libre reciben grandes críticas, así que imaginenlo bajo techo. Ahora rompe ligeramente su molde de actuaciones unipersonales, tocando con más músicos.

¡Más humanos en el escenario!

Los discos tienen un punto de fantasía y teatralidad que siempre quise mantener en directo. Ahora, siendo tres en el escenario, todo mejora en cuanto a contundencia. Y me hace estar más liberado.

¿Novedades en lo visual?

Muchas. Cuando estuvimos creando los contenidos para esta gira vimos que lo visual debía acompañar las canciones, potenciar su elemento emocional. Nunca ser protagonista.

¿Cómo será el concierto?

Vamos a tener tiempo para poner en escena el contenido de la gira, darle el ritmo deseado: Un inicio teatral, un desarrollo con cierto sentido… Con espacio para caomposiciones antiguas. Nunca fui de los que reniegan de su pasado.

¿Podremos comprar todos tus vinilos en esta cita?

Sí. Toda la vida he querido editar en vinilo, y hoy en día es el formato principal para coleccionistas como yo. Está claro que después de 60 años se ha establecido como referente del soporte sonoro.

El comienzo del nuevo CD es arrollador, imparable.

Ese “barroquismo” es una fijación personal. Pero busco que tenga un sentido. Siempre he querido ver si es compatible crear este muro sónico con la inteligibilidad de los detalles. Poco a poco lo voy consiguiendo.

Sigue habiendo mil referencias: nombres, sonidos sampleados…

Parece que pretende ser un alarde, pero no es eso. La música forma parte de mi día a día, y brota en las canciones de esa manera.

Has tenido tiempo para poder hacer otras cosas: Música para dibujos animados, teatro, películas o anuncios

No debería coger muchos encargos, pero hay cierta necesidad de sobrevivir. Y me reconforta ver que soy uno más de esos compositores que intentaban marcar un sello o dejar huella en todo lo que hacían, ya fuera personal o publicitario.

La Casa Azul: El momento más feliz

Intérpretes: Guille Milkyway (voz, guitarra, programaciones). Lugar: Explanada de Sagüés (Donostia). Día: 10 Agosto 2008. Asistencia: Unas 3000 personas

“La creatividad es más que ser simplemente diferente. Cualquiera puede hacer extravagancias, eso es fácil. Lo difícil es ser tan simple como Bach”.

La frase es del músico Charles Mingus. Muy adecuada para comenzar la crónica del concierto de La Casa Azul (o “La vaca azul”, como tan divertida como inconscientemente tituló ayer el becario veraniego de otro medio escrito).

Lo de Guille Milkyway, la persona detrás de este proyecto casero, es muy simple. Tan simple que es casi imposible. Plantarse en un escenario inmenso aprovechando el tirón de tu canción “La revolución sexual” -con las habituales pantallas de fondo donde los androides dan cobertura escénica- y despachar tu hit nada más arrancar la velada queda al alcance del valor de unos pocos. A diferencia de otros one hit wonders que suelen pisar el escenario principal de Sagüés (mejor no decir nombres), La Caza Azul escapa de lo obvio y no guarda sus mejores cartas para la última mano.

Las primeras seis canciones de su lista son simplemente intachables. Auténticos pelotazos pop de movilidad incontrolable se han montado con cariño y sabiduría tras beber de mil fuentes: La melodía playera, los tonos del J-Pop pizpireto, la contagiosa alegría del soul orquestal, el toque bailongo de la Alaska Dinarama anterior al maniquí Vaquerizo, el júbilo del “pop soleado” o los sampleos de los Ramones. El resto de composiciones, con ese acertado espacio de temas al piano, no le fue a la zaga.

Mientras el pop patrio entra en un bucle donde reinan la estupidez lírica y los refritos precongelados, ver a 3000 personas (y 500 fans absolutamente locuelos en las primeras filas) es realmente satisfactorio para quienes seguimos confiando en las artes por encima de campañas publicitarias y champús de medio pelo.

El concierto de La Casa Azul fue un gozoso rara avis que muchos de los presentes disfrutamos como niños en una piscina de bolas. Quienes sumen los actos en función de los asistentes se atreverán a hablar de fracaso. Los que continuamos peleando por la elegancia en el pop (“Sé que es casi nada, pero me sirve de tanto”, como canta el propio Milkyway en su tema “El momento más feliz”) defenderemos el éxito de este tipo de propuestas.