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Avant Garde: «Super L»

Hacía tiempo que un disco no me sonaba sofisticado. Muchas veces se ha solido emplear el término con ese toque ligeramente indiferente, como ese precioso sofá en forma de huevo en el que no hay hijo de madre que aguante sentado más de 10 minutos, pero que va genial con mi poster de Oliver y Benji.

Pero la coquetería de los plurinacionales Avant Garde (hay gente de 3 países en sus filas) es diferente. Más allá de lo acertado o no del nombre de la banda, en su boca el término suena mucho más creíble, mucho más cercano y acertado. En ocasiones peca de brillante, en los sonidos, en jugar con las frecuencias elevadas, pero gusta encontrarse con este tipo de colecciones que pueden venir tranquilamente de las islas británicas. El grupo afirma que han cuidado al detalle la producción. Y doy fe de ello.

Sin inventar nada, pero empleando los términos y los elementos con la experiencia y el tino que suelen mostrar en los mundos de Blur y Suede. Los chicos de Brett Anderson podrían colocarse sin problema en la lista de influencias de Avant Garde, junto con los Cure, o los Coldplay más actuales…La lista podría seguir sin mayores miedos por esos grupos poperos que cuidan la lírica y gustan de elevarla hacia grandiosidades más o menos alumbradas.

Si enfilaran un poquito mejor la lengua de George Best… quizás la dicción en ingles sea uno de los pocos peros a añadir a este debut preciosista electrónico-pop-rock-sentimental de correctos y ochentenos enfoques comerciales y mayormente enérgico y potente en los estribillos. (Toma ya, esta frase de “salida” en los saltos de trampolín se puntúa con 9.90…;-)

Publicado enCríticas de discos

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