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Ama: «s/t»

Hará ya un par de 3 años. Creo que por aquel entonces andaba en la calle “Panorama”, o a punto de salir. Y yo estaba a punto de que despidieran mi primera relación estable, que duró unos…8 kilómetros.

Aquella preciosidad (que aún hoy lo sigue siendo) decidió que no íbamos a correr juntos por los prados jamás. Y por supuesto, que si quería meterme entre sabanas me fuera a una tienda textil.

Por más embobado que estaba, no salió ninguna lágrima. Fue de camino a casa cuando por dentro la bomba de agua se activó. A punto estuvo de nublar mis ojos. En mi walkman sonaba el ”Broken Heart” de Spiritualized. Una canción que estaba llegando a esa parte inmaterial y palpitante con mayor efectividad que una ruptura sentimental y sexual.

Martes 07:40 a.m. Montado en la línea 5, camino al trabajo, dejo que el random del CD haga un trabajo imposible para mi a estas horas. Algo raro está pasando. Esa puerta cerrada desde aquel “corazón roto”, perdida en las catacumbas internas, empieza a acercarse. Y sin ningún esfuerzo lo que sale de mis cascos alcanza el duro Nivel 1, erizando los pelos del brazo como sucedía con, por ejemplo, la parte de cuerdas del “Vapor de carga” buenavidense.

Voy cayendo de niveles, como en ”Requiem por un sueño”, sin nada a lo que asir mi estado de ánimo. Y la lágrima salta. Cae por la mejilla esa partícula que vive a medio camino entre la satisfacción y la tristeza, la melancolía y la belleza, donde tanta y tanta música ha intentado entrar y tan pocos lo han conseguido.

Y eso que este disco no es nada. Pero nada de nada. Una historia mínima, de esas argentinas, que de costumbrista y cercana no sorprende visualmente (aunque Aramburu vuelva a escalar a lo más alto con su portada) pero que en esa parte minúscula encuentra su modo de ser.

Con un contenido musical que a veces suena hasta obligado, casero de elaboración y humilde de creación, es en la parte vocal donde nos permitimos valorar este debut de AMA (ya saben, los dos Sanchez de La Buena Vida y el señor Otxoa de Le Mans) como el mejor disco del año. Y nos quedamos tan anchos.

Porque, tras aquel soplo en el corazón, ninguna historia narrada con fondo musical nos pareció tan contigua y espectacular, tan humilde y personal. Y por eso mismo, acertada y soberbia. Creo que no seré el único que imaginará a sus autores siguiendo nuestra vida, leyendo nuestra mente mientras dormimos, plasmando nuestros temores e ironías en canciones atinadas y bellas.

En el corazón del abajo firmante ya hay una nueva muesca. Y la entrada vuelve a cerrarse, a alejarse al espacio donde debe estar. No es bueno que este siempre tan palpante, tan a la vista. Viviríamos excesivamente expuestos. Pero nos ha encantado que alguien haya vuelto a abrirla. Con solo susurrarnos lo que ya sabemos, pero que nos encanta que nos canten.

Publicado enCríticas de discos

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