Segundo de los conciertos de la corta gira, y llegada a la plaza más relevante del paseo eusko gainsbouriano.
Un día personalmente bastante duro, por la despedida de un buen amigo y la visita a la iglesia para acompañar a otro cuyo padre se acaba de ir. A ellos estuvo dedicado el momento personal de canturreos melódicos.
El teatro donostiarra es muy bonito desde arriba. Yo no sé si tendrá física o química o algebra, pero infunde un poquito de respeto y admiración para los casi recién llegados como yo.
Os voy a contar un secreto a quienes no hayáis subido nunca: Como en la mayoría de escenarios, no se ve un pimiento de lo que hay abajo. Puede estar la Asociación Nacional del Rifle (que majetes ellos) apuntándote con sus mejores galas o toda la plana mayor del Playboy corriendo hacia tí, su Hugh particular, que ni te enteras. Eso tranquiliza mucho al ejecutante a la hora de irse por soleares o peteneras.
Sobre el concierto hablaron tíbiamente uno y más apasionadamente otro, así que ya tienen palabras objetivas del mismo. Yo, aunque no sea novedad, me lo pase muy bien, y quedé contento con el resultado particular y global.