à volonté

Cabrones. “A voluntad, al gusto”. Y menudas leches te meten. La palabra más usada en muchos carteles hosteleros de Burdeos es un gancho. Comer – y vivir- es, por lo menos, un 30% más caro que en Donosti, ciudad que no se caracteriza por sus baratijas alimentarias. Sin olvidar los timos. Solo en las franquicias tipo Mcdonalds nos sentimos seguros respecto al precio que nos iban a cobrar. Y recordad que comen en horario Azores.

Luego hay gente muy maja que te regala cajas de vino decorativas. Pero son los menos. Ojo avizor en vuestra visita. Primera pregunta a aprender: “ el más barato”. O ateneos a que os cobren 9 euros por un vaso de vino – delicioso, eso sí- u 11 euros por 2 cafés y dos napolitanas adoptadas

El TGV es un gran invento. En 3 horas te pones en la ciudad, que cuenta con un tranvía asequible (1,50 el viaje) y trillones de kilómetros de bidegorri. Hay una gran cultura ciclista en la ciudad. Ningún autobús te pita 30 metros antes porque le ocupes parte del carril compartido. Ni hay peatones que te levanten la mano por ir por la acera.

El centro es muy bonito, con ese frontal que da al río lleno de casas preciosas, todas iguales porque se hicieron en muy poco tiempo, en apenas unos años. Es muy donostiarra, me recuerda al Paseo de Francia, porque si pasas al otro lado del río, feo a rabiar, puedes ver toda la majestuosidad del ladrillo poroso.

No hay ningún bazar chino en el centro de la ciudad, poblada de sitios para comer. Todos ellos son una maravilla de decoración, quizás como contraste al franquiciado habitual de nuestra zona. Id guapos. En dos de ellos nos negaron el acceso porloquesea. Siendo “porloquesea” la longitud de mi pelo y mi barba.

La agenda cultural – hay varios folletos distintos en la ofi de turismo- es bien maja. El Barbey está en una zona algo arrabalera, y parece haber perdido algo del punch de antaño (aunque sigan programando cosas interesantes). El Bootleg sería como nuestro Dabadaba.

La cultura es un gran invento en Francia. Y muy respetado. Los domingos cierran todos los museos porque toca descansar como las tiendas. Y en la estación de tren había un muy transitado piano para que la gente lo tocara. Llevaba varios meses, visto el número de “me gustas” visibles en un contador adyacente. Imaginarme una idea así en Renfe venía acompañada de teclas robadas, grafittis sobre corcheas y niños aporreando las teclas cual juego de Disneyland paris.

Lo vasco se muestra de muy distintas formas: Como especialidad de mejillones (con chorizo ?¿ y pimientos de ezpeleta ?¿?¿), como un mojito especial (más ?¿?¿) y como sencilla decoración de los parques (bancos rojos, patas blancas, jardín verde). Recordad que ni Dios habla inglés. Ni en las explicaciones de las obras de los museos. Sigue pensando como imperialistas.

¿Volvería a Burdeos? Mañana mismo. En una visita más corta, de fin de semana normal, ahora que ya sé manejarme. Y probablemente, a un airbnb, un 50% más barato que el hotel más económico.