Historias de Edimburgo: Iñigo

Edimburgo1Iñigo trabaja tras la barra del Auld Toll Bar, establecimiento que compartía dueño -que no clientela- con el Bennet´s  que me refrescó los primeros días, situado a pocos metros uno de otro y ambos dos de mi hogar temporal de Gilmore Place.

Mientras en el segundo había mucha joya heredada del King´s Theatre situado a 3 codos, el Auld era ocupado por (unos pocos) cincuentones que repetían día tras día su asistencia, bebida y posición visual elevada, con el punto de mira en el partido de fútbol de turno.

Iñigo es asturiano, y tiene 35 años. La de Edimburgo es su segunda parada isleña tras aterrizar en Cardiff. “Un sitio horrible en el que no aprecian en exceso a los inmigrantes. Con tanta gente de fuera tienen miedo de que sus costumbres se pierdan, se diluyan”. A falta de visitar la zona y/o hablar con Toshack, tomaré como buena su teoría.

La ciudad escocesa le hace más feliz. Está con su novia, que trabaja en un bar español de la misma ciudad y con la que decidió hacer el petate tras 3 años de relación e irse a ver mundo para dedicarse a su pasión común: sacar fotografías de la gente.

Ahora que hay poca luz en el norte («en septiembre era ideal«) tienen que madrugar un poco, y apenas echa 4 o 5 instantáneas por día. Clásicas. Rollo blanco y negro que envía a España para revelar.

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