Click. Click. Click.

  • “ponte, ponte ahí”
  • “aquí?”
  • “si, justo en la mitad”

La sesión de fotos iba sobre croma verde. Ella, de azul completo. Vestido veraniego sobre fondo tostado.

  • “Sonrie, hostia, sonrie”

La mano en la cadera. La mano en la pamela. La mano señalando el horizonte. La mano señalando la nariz. Sonrisa. Otro vestido. Carcajada. Un vestido más corto. Click, Click. Click.

En una mesa situada al fondo, lejos de los focos, una ayudante va retocando las fotos según la luminosidad del fondo elegido. Luz intensa en la bahía. Algo más oscura en los bares nocturnos. Manchas pintadas en los pintxos. Pintura facial en las fotos de «recién levantada».

La modelo ya no sabía ni que cara poner, con lo que recurría a la sonrisa trampeada. La falta de dinero para costearse unos días en el extranjero no le iba arruinar un regreso al curro por todo lo alto. Acabábamos de entrar en julio, pero debía gotear las fotos en las redes sociales poco a poco. Y guardar algunas potentes, sugerentes o generadoras de envidia para el primer pase en la oficina a primera hora del primer día de septiembre.