Un micro-lujo de actuaciones

Mala fama tiene el viento de levante. Escucharlo en el Telediario ya te sofoca. Lo dice hasta la RAE, con una segunda acepción escondida en los usos del lugar: “Viento cálido y sofocante, cualquiera que sea su rumbo. Rabiazorras”. El dicho solano a quien Mario Camus dedicó un film allá por los 60 del siglo pasado y que casi ganó el premio gordo de Cannes. Un ventarrón que cae a plomo, sin escapatoria ni refresco posible. Como las canciones de Arde Bogota. Como las charlas de las muchachas que siempre están de festival veraniego en los conciertos.

Suspiros de olas pop

Nacho Casado y Antonio Galvañ “Parade” enseguida supieron de sus efectos tempestuosos, y ya en la adolescencia, rodeados de refrescos y tras la persiana bajada, se pusieron a escuchar discos preciosos y soñar con ser astronautas o surferos en un Mediterráneo que no levanta ni suspiros de ola. No era una inversión, porque en esto siempre se pierde dinero. Era una salvación. En aquel momento una expedición y un juego. Y hoy, años después, sobre un escenario, juntos y revueltos pero no, un gozo fabuloso.

El sábado en el Dabadaba fue un micro-capricho, parafraseando a la otra estrella del cartel, la que protagonizará el cierre de este texto. Venían a presentar su elegantísimo EP conjunto, editado por otro incombustible, Tanis Jabalina. Tuvo trabajo el jefe despachando copias al final, en el pequeño stand que saludó al 90% de los asistentes a precios hoy populares. Había que saciar la felicidad de quienes no se desprendieron de la sonrisa durante toda la velada.

Brian de mis amores

Casado y Parade ofrecieron un concierto de «canción sentimental levantina» que supo destacar sus virtudes personales y acercó una mezcla que, como el propio Ricardo Aldarondo detallaría en la hoja promocional del vinilo, regaló más swing que un día entero de Lindy Hop. No de forma literal, más a la manera simbiótica entre cuerpos en apariencia distintos. Pero lo que ha unido Beach Boys que no lo separe el hambre.

No vamos a descubrir la fabulosa libreta de letras (por cierto, en atril y folio) de Parade, un autor majestuoso, ingenioso como pocos a la hora de abordar el guion de una lírica. Siempre apoyado en un piano que quiere que suene a teclado, a él le tocó elevar el estandarte del pop. Ofreciendo maravillas de clones, brujas y mejorando la propuesta de Neil Hannon para Eurovisión en un tema propio compartido fabuloso

Cero pantallas

A su vera Nacho Casado mucho más peninsular y terrenal, imán para los ojos en su paseo por los acordes, autor de una voz íntima, potente y preciosa – los muy buenos pueden hacer todo eso bien- a la que no le dolían prendas si debía sonar y soñar portuguesa, vibrante y emocionada.

Y a pesar de todo esto, funcionaron muy bien como dúo durante el largo concierto que no se hizo nada largo y que nos permitió, en esta e´poca de ver los conciertos en pantallas, ser felices en su cercanía todo el santo rato. Que no es poco.

Fardando en el desierto

Abrió la noche otro faro, más cercano territorialmente. Jaime Cristobal, aka Popcasting, aka J´aime, aka un autor feliz y nervioso, acercó a Donostia su variedad de gustos.

Primero desértico, más onírico que presente – la versión de David Lynch nos lo confirmó-, tirando del trémolo en cuanto había un espacio libre y cuando no. ¿Acaso su nuevo «Amplified Heart« no es la versión canalla y oscura de Armistice?

Jaime viajó siempre bien acompañado del donostiarra Aitor al bajo y la guitarra. Tirando de una caja de ritmos bien presente, nada escondida, orgullosa en sus ceros y unos. Sacando para fardar un Ommichord que el sábado sonó pelín alto. Seguro que para darnos envidia a quienes no lo tenemos. Sugiriendo en un tema una espacial y preciosa reverb backwards («hacia atrás» en castellano) de las que enamoran

En un paseo que fue dejando la arena poco a poco de lado, la noche fue tornando hacia el pop británico que nos acompañó desde la adolescencia. El Edwin Collins de Iruña, el Dan Treacy navarro y, esto me sorprendió más, el David Christian (“Comet Gain”) nacional. Un C-86 huyendo de lo canónico que aprovechó la zona final para regalarnos un souvenir en forma de voz de Patricia de la Fuente.

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