Tocar para vivir, matar para resucitar

Entras en Filmin y haces chiribitas. La primera de sus colecciones es Filmin Music Fest y a ti te gusta más el tema que a Dani Martín llenar un Wizink. Entras a echar un vistazo. Grandes nombres, en películas que ya has visto. Canciones que adoras, ahora embutidas en metrajes más largos. Autores interesantes cercanos o menos presentes en tus baldas de discos. Festivales desde dentro. Grupos plastas que no quieres ver ni en pintura ni en partitura y mucho menos en imagen y sonido.

Te entra el mareaming, que es marearte buscando qué ver en la plataforma de streaming.

Cuando la elección es muy sencilla. Siempre hay que ir a la base, al magma, al sitio del que luego se nutren los festivales, el lugar donde nacen los grupos y que potencia el sentimiento de comunidad, el espacio que da pie a crear canciones bonitas y de Izal. Las salas de conciertos.

Ahí luce radiante, como lo es físicamente en su agujerico underground, la PlantaBaja de Graná. Un film que empieza con palabras e imágenes que orbitan alrededor de su biografía (qué curioso el cierre de esa página, “No te sorprendas al encontrarte, asistiendo a conciertos a miembros de todas las bandas de la ciudad”. La comunidad. El sello de calidad. Y el gancho “turístico”)

El Planta, según los primeros dueños, los retratados en este libro nació de/en la izquierda, en los vuelos a Londres a por canciones (impagable el gracejo de llamar Palo Santo a Pale Saints), en crear un espacio para la bohemia y el LGTBI, en el deseo de tener un espacio digno para música y conciertos. Todas esas cosas que, habiendo avanzado tanto los tiempos, ya no se tienen en cuenta a la hora de montar espacios privados.

Lori Meyers hablan de cumplir un sueño tocando ahí, Sidonie de cerrar su gira con una gran fiesta en esa sala a miles de kms de su casa, Lapido le da lustre a la música, Antonio Arias camina tranquilo por el metraje, J de Planetas dice algo también, Erik lo borda en cada aparición. Niños Mutantes dice que es su casa cuando no duerme, Coque Malla habla desde la distancia con cariño, si a Ángel Carmona no le has pillado el punto no lo vas a hacer en su aparición en este film… Viendo que la jefa de sala y la técnico de sonido son dos chicas, lo cual es un gozoso rara avis.

Hay imágenes de giras fabulosas que aquí vimos gracias a Gaztemaniak (Songs Ohia, Centro-matic en el 2010) y primeros conciertos de los nacionales antes nombrados. Y vídeos más humeantes, como el del incendio de la sala. Con su paseo de esperanza gracias a las obras de remodelación y posterior reapertura. Algo, mucho, tiene que ver que sea un grupo musical, Eskorzo , el que lleve las riendas del local ubicado en la C/ Horno de Abad, 11. Ellos saben, defienden y confirman que las salas unen, crean, acogen y potencian la confianza y la creatividad.