LoveofLeBukowski: Ondas del espacio interior

Es de bien nacido ser agradecido. Y empezaremos dando palmas a los asistentes y, sobre todo, a los gestores del Bukowski. Y a los interpretes, claro. Porque fue una maravilla de estreno.

Rumano Power a veces tiene buenas ideas, como la de tocar a pie de público, con las sillas rodeándolo. No vamos a detallar aquí las virtudes de hacerlo así, pero los que anoche pisaron el Bukos convendrán conmigo que fue una pequeña victoria. Así, y solo así, conseguimos disfrutar del candor cantor de Joana JoJo Acha.

Una encantadora compositora que no toca como los ángeles, sí que canta cercana al cielo y, sobre todo, tiene algo. Quizás esa bella ingenuidad que todo lo inunda. Como bien imaginan, en el trato directo es igual que cuando le habla al micro, ese artefacto que siempre coloca a 30 metros de su boca .

Una señorita naif y amateur a rabiar, pero de ideas claras. Cuando le escribí para que se uniera al cartel inaugural lo primero que me dijo fue “tengo cinco canciones, ni una más. Es lo que hay”. Pero no se equivoquen, hay mucho más que eso. Hay una sencillez apabullante, hay una sugestión folk – la sala estuvo en silencio todo su concierto- que todo lo inunda, una sonrisa sobre los trastes, una belleza cantora que emerge victoriosa ante fallos, parones y pequeños equívocos en versiones ajenas.

Y ya que hablamos de composiciones firmadas por otros, pasemos el testigo al nombre fuerte de la noche, Mr Rumano Power. Con un jersey que haría las delicias de nuestra amonas tejedoras, el reinterpretador ofreció otro de sus habituales repasos pedaleros a las canciones de Atlas Sound. Porque ahí está también el gozo, en elegir en nuestra Donostia a un grupo relativamente (MUY) desconocido para, pisando, tocando, moviendo y cantando, azuzar nuestro paladar con unas revisitas gigantes, atractivas y enganchonas. Como este “Sheila” que cantaré en bucle durante los próximos dos años.

Y como siempre, nos pasamos todo el concierto mirando los pedales, viendo cómo se activaban y apagaban, como si la simple observación nos fuera a ofrecer el secreto de lo que escuchábamos tan contentos. Y como siempre, nos dimos cuenta de que lo que hipnotizaba estaba en la mente del intérprete, un mar de ondas, una tormenta de ondulaciones que – nos sumamos al clamor- esperamos pronto puedan atacar composiciones propias.

PD: LoveofLeBukowski volverá, cuando los organizadores sientan ganas de enseñar o acercar a sus oídos y ojos cosas que hacen esos vecinos suyos de patio que saludan en el ascensor. Ni antes, ni después. Y ea, circulen, que aquí no hay nada que ver ya…