La hora feliz

Esta semana Paul Heaton colgaba un mensaje en su página de FB recordando que hace 27 años Stan Cullimore y él compusieron en la tranquilidad de su casa y plenos de inconsciencia (el texto finalizaba con “quién iba a decir lo que nos esperaba al cruzar la esquina…”) dos canciones como dos soles: “Happy Hour” y “Build”, las que probablemente sean, junto con “Me and the Farmer”, las melodías más conocidas de The Housemartins.

Eran otros tiempos. La música era orgánica y nerviosa. Qué decir de la carga social que tenían estas canciones. Salvo los pesados cantautores protesta, hoy en día el las líricas viajan libres de mucho peso gracias al mar de Alborán.

Un reciente post -genial- de JNSP recuperaba la imagen de estos cuatros chavales, comparándolos con Los Smiths. Más allá de los mencionados tintes sociales (Housemartins en las letras, Smiths en las declaraciones) y una vida creativa muy intensa, ambas formaciones fueron de lo mejor de su época.

Pero no voy a entrar en ese mundo. Lo que quiero destacar es la poca repercusión que han tenido más allá de los círculos de musicolegas. Nadie les reivindica, nadie los pone como primera referencia, nadie habla maravillas de ellos. Que yo recuerde, tan solo Fran Nixon ha hecho alguna defensa de sus valores en alguna ocasión. Ni me quejo ni lo critico, tan solo lo constato.

Y también estoy encantado de que no esté en sus planes reunirse ni para jugar a la petanca. Supongo que Fat Boy Slim está encantado con sus amaneceres en Goa, y Heaton investigando sobre clubes de futbol de segunda en Polonia. «London 0 Hull 4» seguirá girando en mi tocadiscos, como lo hacía en aquel cuarto del extraradio donostiarra, con un oyente igual de feliz