Surfilm Festibaila a rabiar

Se agotaron las entradas en la noche del sábado, confirmando que la parte musical del Surfilm Festival ha adquirido la solera de cita ineludible en el calendario donostiarra. El reclamo era notorio, con algunas primeras espadas del indie nacional y alguna novedad de las que llaman a la puerta con fuerza. Y al final, como veremos, división de opiniones.
Comenzaron Nudozurdo ante un Gazteszena prácticamente vacío que no cogería color hasta la aparición de We Are Standard, lo cual habla a las claras del predicamento que tienen en la ciudad los getxotarras, y también de la impermeabilidad del público donostiarra a propuestas que causan furor en otras ciudades si no están convenientemente machacadas y prescritas de antemano.
Y quizá adoleció de ello el concierto de Nudozurdo, cuyo post-todo de ascendencia directísima a The Cure y Sonic Youth sonó muy bien, pero le faltó ese intangible que convierte un buen concierto en un momento mágico. Se podría pensar incluso que a la puesta en escena le falta la afectación que sí tiene el disco (y lo decimos nosotros, enemigos acérrimos de la impostura). En cualquier caso, “Mil espejos” o “Ha sido divertido” fueron de lo mejor de la noche, no así una esperada “El hijo de Dios” atacada con cierta desgana.
En noche de contrastes como era, los catalanes San Leon intentaron poner luz tras la oscuridad de Nudozurdo, pero lo que en éstos fue estatismo, en San Leon devino en un histrionismo que no hace ningún bien a las canciones. Estas, que existen (da fe su buen disco Bits & Pieces), quedan escondidas tras la planicie de su directo, consagrado a la figura de un frontman con pretendidos aires de rockstar, lo cual tiene un punto ridículo, dado el público (real o potencial), el escenario, y el tipo de música en el que nos movemos.
Y, al fin, We Are Standard, recién llegados desde Londres para reinar una vez más en la noche donostiarra. Lo que los de Getxo han conseguido no es fácil, y de ellos deberían aprender muchos departamentos de marketing insistentes en la fidelización del cliente. Sus efectivísimos trucos escénicos y musicales no pierden vigencia si la dosis es adecuada, y parece que sólo 6 meses desde el anterior concierto en la ciudad es suficiente para que los fans vuelvan a babear de ganas.
Quizá se les vio algo cansados al principio, pero no hay reproches posibles para una banda consagrada a la fe del hedonismo que no hace prisioneros. Una vez más, “On the floor” volvió a ser el punto álgido de la noche, aunque algunos echamos de menos aquella barbaridad que cruzaba a Laboa con Kraftwerk, y que nos regalaron en diciembre.
A partir de ahí, el barrizal en el que acostumbran a convertirse este tipo de citas volvió a aparecer por Gazteszena, gracias a la maestra labor a los platos de DJ Graham, habitual del Apolo barcelonés, quien comenzó a lo grande con clásicos básicos y acabó, incursión en el electro mediante, con una última hora gloriosa a base de soul, garaje y psicodelia escuela Nuggets. De lo mejor que hemos bailado en esa sala.
Por último, reflexión innecesaria: cierto miedo me atravesó la mente un par de veces. Miedo a que la tijera de la crisis meta mano a ciegas en cosas que funcionan y que son necesarias. Quizá no venga a cuento, pero la marca Donostikluba (como la de Gaztemaniak) es una suerte, una especie de milagro para una ciudad como Donosti, y un flotador al que los que tratamos de vivir (en) una cultura más alternativa nos agarramos con ansia. Citas como la del sábado lo constatan y nos hacen evitar un mundo de grises. Quede dicho, por lo que pueda pasar.
Autor:Marlon Brandy

6 comentarios en «Surfilm Festibaila a rabiar»

  1. Mr Love, hágame el favor de poner la firma del autor bajo el titular, que uno no se entera de quién es el bailarín de turno…

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