Rissoto de hongos con LSD

«Buenas noches, Donostia, bienvenidos a la Capital de la Cultura…  2017 o así». Esta fue anoche la bienvenida a los 150 peregrinos que arribamos finalmente a la sala Komplot con motivo del concierto de Discípulos de Dionisos y Los Chicos.

No era una noche cualquiera: más allá del cartel, flotaban en el ambiente las cuatro reubicaciones a salto de mata para este concierto, motivadas en origen por la prohibición municipal de celebrar bolos en Le Bukowski, lo que hizo del viernes uno de los días más absurdos en la política cultural donostiarra. Como era de esperar, nada de dramas. Citando a los clásicos, la parroquia tiró de «dientes, dientes» para montar la gran fiesta.

Comenzaron la velada Los Chicos, auténticos colosos del buen vivir que les da igual ocho que ochenta, haber puesto Bilbao patas arriba la noche anterior y haber vuelto de gaupasa en esas pateras con ruedas del Pesa («spa de relajación», según sus palabras). Quien hubiera seguido la discografía de Los Chicos quizá se viera sorprendido por el sonido de las primeras canciones: aquello era punk-rock que oscilaba entre la mejor tradición australiana (guitarras que recordaban a los Saints, melodías a cara de perro a lo Celibate Rifles…) y el punk’n’roll del sello Crypt, con los Devil Dogs viniendo constantemente a la cabeza. Lo mejor del concierto pasó por estos sonidos.

Resulta algo menos inspiradora la grasa rocanrolera y rhythm’n’blues, quizá por la falta del saxo, y los accesos de country-punk a lo Raunch Hands, aunque es posible que fuera sólo por la comparación con lo arrollador de las otras canciones. Versiones de She’s the one de los Chartbusters, citas al New Race de Radio Birdman… y un frontman cachondo que lleva por bandera el hedonismo más desbarrado, como ese reivindicación del rissoto de hongos con LSD.

Tirando de tópicos, Discípulos jugaban en casa y se notaba. Sus canciones, pese a su nula promoción mediática, eran himnos para media sala, y más de una vez Juan Holmes tuvo que compartir micrófono con espontáneos de la audiencia, que se sabían las canciones al dedillo.

Lo cierto es que la traca de himnos impresiona si se ponen todos en fila: «Pintxos» (paradójicamente en un día como ayer, la canción que mejor definiría la Donostia por la que muchos desean conocernos), «Coca Ardiendo», «Ginger Lynn», «Mi dedo en tu interior»…

Como siempre pasa con Discípulos, conviene no despistarse con lo desternillante de las letras, porque detrás hay una maquinaria de punk rock a altísima velocidad, de  arrebatos guitarreros escandinavos y melodías pop clavadas, que les emparentan más de lo que parece a  Airbag o los Ramones. Ya en los bises, el desbarre y la invasión de energía ciudadana que se ve en la foto.

Marlon Brandy

2 comentarios en «Rissoto de hongos con LSD»

  1. No conocía a los Chicos, aunque un amigo con el que fuí me los recomendó y me sorprendieron gratamente.

    Los dos guitarristas clonados me dejaron estupefacto, no sólo por la impresión de estar mas bebido de lo que estaba sino por su extraño parecido con John Belushi. Unos castas los dos…

    Y encima me presentaron al mítico Ernesto 😀

  2. Yo salí con un subidón del quince, y sin visitar el baño hoygan.
    Y los de la foto tampoco fueron.
    Conciertaco!

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